Ojo con Conti ...
Una de las cosas buenas que tiene ser más de un burgomaestre es que no necesitamos oposición para irnos enmendando la plana. Tan pronto he leído la admirable entrada de mi colega burgomaestre no he podido evitar recordar las viñetas que aquí aporto. Conti, del mismo modo que sus colegas Peñarroya y Jorge, gastaba una violencia inusitada en los primeros cincuenta. Luego, con el transcurso de los años y la orientación más infantil (aunque sobre esto caben matices gordos) sus páginas fueron dulcificándose (bueno, las de Jorge, pobrecito, no). En fin, que eran tiempos duros y las tortas eran de las buenas. Pido que presten atención a la expresión feroz de Apolino Tarúguez abalanzándose sobre su empleado quien no puede evitar musitar un tembloroso "¡socorro!"; a los dos palmos de la lengua que al pobre Celedonio, muy quebrantado ya, no le cabe en la boca, y al silletazo ejemplar que, sin ningún miramiento, propina el subordinado a su superior. ¡Ni Peckinpah se atrevió a tanto!
1 Comments:
Sí, sí, tienes razón. Lo de la moto es de los setenta, lo que quiere decir que tuvo y retuvo. En cualquier caso, parece que Conti soltase todo ese veneno en el detalle, dentro de una historieta o un mundo inocente, y esto le hace aún más perverso. Uf, ya no sé.
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