La banda (o la franja)

La banda, o la franja, o como se llame, la que aparece en las historietas realistas, al pie o a la cabeza de la página (la van alternando), ideada un poco patilleramente para rellenar un blanco, para adaptar o para disimular un formato..., esa banda está contando otra aventura al margen (claro, es el lugar que ocupa), está relatando su propia historia secreta, una aventura encubierta escrita a base de sugerencias, de destellos icónicos. En este caso, una gorra de visera, una metralleta tipo Thompson, un frasco con una bebida alcohólica y un vasito, un revólver, una huella dactilar atravesada por el insobornable mazo de la ley, y de nuevo la gorra de visera de los ladrones…, sólo con esto le es suficiente al dibujante para sugerir aventuras y emoción a diestro y siniestro. Uno, que es muy vago y acaba de leer una historieta de risa, al volver la página y encontrarse con esto, le ha sucedido en la mayoría de las veces que se ha visto magnetizado, con los ojos fijos en esta franja, y al reaccionar ha preferido continuar contemplando la misma banda página a página, que meterse de lleno en la historieta, a la que muchas veces ha considerado despectivamente “seria” (y ahora se arrepiente de su ligereza). La banda de estas historietas, que es a lo que vamos, tiene la seducción del fotograma suelto o del cartel de la película de terror o de ciencia-ficción, que a menudo son más fascinantes que la película en sí misma. Ya, ya sé, compañero burgomaestre, que de esto de los carteles y de los fotogramas es de lo que siempre acabamos hablando cuando nos ponemos a cascar de películas. Escrita en su parco lenguaje de dos tintas, el negro y a menudo el magenta, la banda de las historietas de Bruguera ha condensado perfectamente el género al que representa y por eso, por su intensidad, es mejor en muchas ocasiones que las historietas que la adornan rellenando, usurpando, una parte demasiado ambiciosa de la página.