¡Qué cabezotas!
En Peñarroya hay un punto de delirio oculto, que al final no queda tan oculto. Don Pío y Doña Benita pasean del brazo por sus Barcelonas, y junto al matrimonio circula una mujer vestida de torero o una mujer torero.
El delirio en Peñarroya es más científico que fántástico y por eso le sale un Pitagorín que lo racionaliza todo o un Don Pío con el símbolo del átomo girando alrededor de su cabeza. En la siguiente viñeta, Don Pío tocado con el símbolo del átomo es un monumento a lo moderno, porque el dibujo de Peña se lleva menos de un año con la inauguración del monumento del Atomium en Bruselas ("el más extraño edificio del mundo", fue llamado).
Cuando a Don Pío se le pone la cabeza como un bombo o como un globo o como un manojo de bombillas, Peñarroya le pone un ramillete de cabezas y convierte a su personaje en la lámpara de un recibidor que necesita iluminarse mucho, o en una de esas flores de ganchillo que acaban en el cuello de una botella, porque también hay mucho de labores de ganchillo en la decoración doméstica de Don Pío y Doña Benita.
De repente me ha gustado imaginarme que Peña y Raf tomaban cañas mano a mano camino de Bruguera, y así me explico que en el mismo número de Pulgarcito (nº 1.474, año XXXIX, fecha 3 de agosto de 1959), digo que en el mismo número Peñarroya y Raf hayan coincidido en tan solemne asunto:
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home