El conformarse de Manolón
Otra explosión, y otro edificio que se viene abajo en el barrio de Fondo, en Santa Coloma, esta vez junto a la calle Verdi, y dos muertos (de momento) y cien personas sin casa; la explosión anterior fue en la calle Liszt, hace un par de años, también con gas, aquella vez el accidente lo causó un suicida. La gente humilde tiene eso, que se les queda todo como a medio gas. Me he imaginado a menudo a Manolón, conductor de camión con la furgoneta aparcada en una acera de esas empinadas y montañosas calles de Santa Coloma. Tomándose un vino con una bandejita de cacahuetes que le sirven desde la ventana de un bar. Manolón, con su chaqueta, y su boina y su bufanda, y sus patillas de hombre del campo, es el transportista urbano, el hombre modesto que vive de hacer pequeños portes, de entregar las cestas de navidad, como ocurre en esta historieta, a sus destinatarios, de barrio en barrio. En Bruguera lo que abunda, al margen del aventurero y del detective y del vagabundo, es el oficinista, quizá porque el trabajo de dibujante tiene mucho de oficina, y de americana, y de corbata con jersey de pico, y de camisa planchada a escuadra y cartabón. Por eso me gustaba tanto Manolón, porque era conductor de camión, pero tenía que conformarse con llevar una furgoneta. Hay en los escapes de gas un conformarse que también lo hay en las inundaciones, en las riadas, en los terremotos, hay ese conformarse con pagar los platos o los cimientos rotos, que le toca siempre al más pobre, ese conformarse con lo nada de natural que en verdad tienen todas las catástrofes.
(ah, la viñeta procede de Manolón, conductor de camión, "Peripecias invernales", por Raf, Mortadelo, almanaque para 1974).
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