Series Lady Filstrup: Abuelitos. Presentación
Hay personajes Bruguera de todas las edades. Sin hacer un estudio demográfico de la población de las páginas de los tebeos Bruguera, atendiendo a mi impresión general, me atrevería a afirmar que hay escasez de niños. Infantes protagonistas, muy pocos. Se me ocurren Gu-Gú (Vázquez), Agamenón (Estivill), Zipi y Zape (Escobar), el botones Sacarino (Ibáñez), la terrible Fi-Fi (Estivill) y los miembros de la Alegre Pandilla (Segura) o los de la de Berenjena Street (Schmitz). Hay muchos dibujantes de la casa quienes, que yo caiga, no tienen ni un solo niño en su nómina (como por ejemplo: Gosset, Jorge, Conti o Cifré). El mayor número de pobladores de viñetas se encuentran en la edad adulta, por razones puramente lógicas: al ser más autónomos tienen más posibilidad de que les pasen cosas en sus vidas y trabajos y, sobre todo, tienen mucha mayor capacidad de acción. Pero, probablemente, los más infrecuentes son los ancianos. Y eso que los hay estelares, como las dos creaciones de Vázquez: Don Polillo y la Abuelita Paz. En cierto modo, un mismo personaje en las dos versiones respectivas de su sexo. Ambos son urbanitas, viven solos, son independientes y tienen la capacidad destructora de un ciclón; ambos provocan el caos más tremendo sin proponérselo en absoluto y están llenos de buenas intenciones. En cuanto a potencia arrasadora, la Abuelita Paz gana a Don Polillo por goleada. Su existencia, una especie de exilio dorado en su propia burbuja guarda fuertes semejanzas con las de la anciana protagonista de "El quinteto de la muerte", semejanza de la que da testimonio su habilidad para deshacerse de cuantos cacos y malhechores en general a ella se aproximan. También urbanita y también solitaria es la anciana amiga de los gatos inquilina de "13 Rue del Percebe".
A diferencia de los reseñados más arriba, otros ancianos (esos humanos que han vivido más décadas que uno mientras uno es joven y más años que uno cuando uno ya ha dejado de serlo) aparecen insertos en sendas familias: los abuelos de las familias Cebolleta y Churumbel y la abuela de la familia Gambérrez (todos de Vázquez. A propósito, no quiero dejar de decir que Don Polillo era gráficamente una versión del Abuelo Churumbel con el sombrero cambiado); las ancianas, con el pañuelo a la cabeza y de marcado origen rural como la tía Genoveva de Mari Pili y Leopoldino (de Íñigo) y la abuela de Agamenón (de Estivill). Un caso singular lo constituyen los abuelos de Zipi y Zape por sobrevivir ambos miembros de la pareja y por su carácter episódico.
Para ilustrar esta presentación de la serie pongo esta viñeta de Campeonio, del Gran Pulgarcito número 2. En ella se ve la bonhomía característica de Raf que transmite a sus personajes, por lo general muy animosos a la hora de ayudar a los demás, en esta caso, a una vecina anciana. Algo así como una "Ley de Dependencia Social" a la medida del buenazo de Campeonio. Como aperitivo a su próxima entrada particular, también he subido a Don Polillo, siempre aleccionando.
6 Comments:
Bueno, Gosset tenía a su Rokita, otro ejemplar de niña terremoto, que se publicó durante años en las diferentes cabeceras de "Zipi y Zape". También están los niños del Profesor Tragacanto (los de su clase, claro, que es de espanto). Los hijos de las diferentes familias (Cebolleta, Trapisonda, Churumbel...). Anibal, de Rojas de la Cámara. Los Cinco Amiguetes, de Rovira. Incluso el mismo Pulgarcito, de Jan. Y los que me dejo por ahí...
Bien, bien, bien...Agradezco muchísimo el comentario. Por supuesto que hay muchos más niños en las páginas de Bruguera de los que se han mencionado en la entrada y espero y confío en darles a todos un lugar en este humilde blog. De todos modos, me reafirmo en la idea general expresada que es que no hay muchos personajes de corta edad en los tebeos Bruguera y protagonistas, más bien pocos. Como yo me refería a estos últimos, por eso quedaron fuera de la lista los churumbeles de los Cebolleta, Trapisonda y Churumbel, así como los discípulos del insigne Tragacanto. Admito haber cometido el pecado de generalizar, pero a veces, para expresar una idea en un espacio reducido uno se ve obligado a hacerlo. Incluso cuando se trata de una idea tan reducida como la mía.
Jo, como estoy disfrutando con este blog, la de años que hace que no oía hablar de Rokita, Los 5 amiguetes, Manolón... por desgracia no conservo casi nada de mi colección de Bruguera (snif).
Seguid así!
Yo tengo la impresión de que fue en la última etapa de Bruguera, ya bien entrados los 70, cuando proliferaron las series protagonizadas por niños, y me pregunto si acaso tiene esto que ver con un progresivo descenso de la edad media de los lectores de tebeos. Si no me equivoco, Tío Vivo nació como una revista "para mayores", más tarde fue "revista juvenil", y en su última reconversión, ya en 1985-86, acabó siendo una publicación para niños en edad preescolar.
En cualquier caso, entre los personajes infantiles nacidos en los 80 hubo alguna obra maestra injustamente olvidada, como el Pulgarcito de Jan.
Creo que has dado en el clavo, amigo Ogro. Efectivamente, tanto el Tío Vivo como el DDT eran, en principio, semanarios de humor "para mayores". También Can Can, que fue la respuesta Bruguera al primer Tío Vivo (el independiente). Con el paso de los años, la política de publicación en general de la editorial para las revistas de humor fue infantilizándose. Mi punto de vista particular, lógicamente, también tiene que ver con eso, porque a pesar de haber seguido leyendo tebeos siempre, entre finales de los años setenta y primera mitad de los ochenta un servidor estaba sufriendo la boba crisis de la adultez y hoy esos años representan una cierta oquedad. Pero con la ayuda de todos, reconstruiremos la historia entera, estoy seguro.
Está claro que la edad del lector fue bajando por lustros como bien dice Señor Ogro. Al mismo tiempo el tebeo dejó de ser un reflejo de la sociedad y pasó a alimentarse de otras historias con mucho más de fantasía y dónde sólo sobrevivieron Mortadelo y Filemón adaptándose a los nuevos tiempos.
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