Almanaque de Pulgarcito para 1950. 3ª entrega: Navidades negras
En principio
El sombrío panorama de la Navidad en España en 1949 queda reflejado como una crónica fiel en las viñetas del Almanaque de Pulgarcito para 1950. La premisa del tema navideño propia de un número especial queda despachada en unas cuantas historietas totalmente laicas, de raíz atea, en las que la celebración de la festividad se reduce a los actos sociales, sin que en ningún momento la España católica, apostólica y romana, reserva moral de Occidente, la España oficialmente piadosa tenga cabida en sus páginas. La única concesión a la tradición es la presencia casi testimonial de los Reyes Magos en dos momentos puntuales (en un chiste y en la página de inicio). El hecho religioso, bien patente en el TBO contemporáneo, es escrupulosamente evitado en Bruguera.
Si la religión, excusa de la celebración de entonces, está ausente, el consumismo, excusa de la celebración de hoy, no lo está menos. De hecho, el consumismo estaba muy lejos no ya de inventarse, sino incluso de ser imaginado. La idea de inundar de regalos a familiares y amigos estaba tan lejos de la cotidianidad de entonces como el advenimiento de la democracia.
El planteamiento de la temática navideña en esta época de Brugera responde a la visión de la Navidad como un problema de índole social. El problema de la Navidad consiste en que agrava una situación ya de por sí penosa. Un problema que podríamos denominar “Escasez en tiempos que deberían ser de abundancia” y que podríamos formular de la siguiente manera: la gente, por lo común, pasa hambre y en estas festividades, como es obligado celebrarlo con un banquetazo, el hambre se hace automáticamente mayor. No es lo mismo carecer de un mendrugo de pan que de un pollo asado, champán y turrones. Además, no basta con comer bien, sino que hay que hacerlo en abundancia y en buena compañía y disponer también de algún sistema de calefacción, porque hace un frío que pela y el combustible para la catalítica es un bien precioso.
Los artistas de Bruguera brindan una visión humorística de la miseria. Ofrecen sonrisas desdentadas, carcajadas tísicas, regocijo en la adversidad.
Carpanta encuentra un mirlo blanco
En Carpanta se encuentra la esencia del buscavidas, del bohemio desnutrido sin oficio, ejemplo paradigmático que inmerso en la temática navideña resume y explica el sentimiento contradictorio que recorre todo el Almanaque. Si Carpanta pasa hambre de ordinario, en Navidad, mucho más. Recurre el vagabundo a la caridad y se ofrece en adopción abandonándose a la pública conmiseración, obteniendo como piadosa solución un chupete. La imagen del barbado Carpanta, además de estar resuelta en una viñeta de gran fuerza visual, expresa gráficamente la ineficacia de la caridad para resolver un problema social. Una tesis que cineastas tan ilustres como Buñuel (en “Nazarín”-1958) o Berlanga (en “Plácido” -1961) desarrollaron en la pantalla. Las gentes de buena fe, en el fondo, buscan que cese el llanto para tranquilizar sus conciencias, por eso basta un tapón que cierre el manantial de lamentos. En las segunda parte de la historieta, Carpanta cree hallar un colega adinerado que le va a proporcionar una solución auténtica, pero vuelve a equivocarse. El jovial compañero de juergas es rico tan sólo en apariencia. Es tan sólo otro pobretón, aunque insensatamente inconsciente. La cosa, como podrán suponer, acaba mal.
Siente un pobre a su mesa
En la pobreza también existen grados. Las campañas que promovían la solidaridad en tiempos de escasez estaban invitando al pobre corriente a que compartiera sus escasas pertenencias con el pobre de solemnidad. Don Pantuflo Zapatilla, con su prosopopeya habitual, lo expresa mucho mejor que yo en esta viñeta extraída de la historieta de Zipi y Zape.
El planteamiento de la historieta, nuevo conflicto entre la miseria y el fomento del espíritu navideño, se basa en la ridiculización de la caridad forzada, incluso en contra de la voluntad del “beneficiario”. Escobar consigue dar la vuelta a las buenas intenciones de tal modo que los agasajos de que es objeto el mendigo, lejos de satisfacerle, le perjudican gravemente. El conflicto adquiere tales dimensiones que se resuelve en los tribunales y termina con la condena de la familia Zapatilla (una situación que, recordemos la entrega anterior, casualmente se produce también en los casos de Tribulete y Don Furcio. Mucho condenado en un tebeo que se supone festivo...)
Doña Urraca contra el cristal
Si algún personaje estaba solo ese era Doña Urraca. La llegada de las navidades, además de poner de manifiesto su penuria económica, dejaba al desnudo su lacerante soledad. Una vez más, la solución al problema navideño viene ofrecida por la bienintencionada conciencia de una ciudadana que se proponer mitigar ese mal. El resultado, fatalmente, es desastroso. Jorge, que si algún rasgo distintivo tiene es su capacidad para mostrar la sensibilidad (sus personajes sienten el dolor, el sufrimiento, la vergüenza, la envidia, como los de ningún otro artista), ofrece con brillantez la contradicción vital de Doña Urraca. Anhela la atención de sus semejantes, pero disfruta causándoles dolor. La casa que le ha acogido termina casi en ruinas y su propietario, quebrantado, lo mismo que las buenas intenciones de la señora de la casa, quien lega a la posteridad tebeística una afirmación lapidaria e inmortal: “El hambre no reconoce fronteras”.
Los Pío arruinan la comilona
En el caso de Pío y Benitina, la necesidad que sufren no es material, sino afectiva. Su mutua compañía se les revela claramente insuficiente, dadas las fechas (otra vez, la Navidad como fuente de problemas). Para paliar esa carencia , se recurre a apelar al espíritu navideño en forma de amigos solícitos que les abran las puertas de su casa. Los Pío obsequian a sus anfitriones con un cesto de setas, las cuales, una vez consumidas, a causa de un malentendido, son tomadas por venenosas. El remedio de urgencia que, resuelto, idea y administra Don Pío resulta mucho más tóxico que los peores hongos. Los anfitriones se transforman en fieras y atacan ferozmente a sus invitados. Otra vez la catástrofe se ha posado en las páginas de Pulgarcito.
Anotamos algunas curiosidades en esta historieta: la mención del criminal francés doctor Petiot, que había sido guillotinado el 25 de mayo de 1946 como castigo por el asesinato de 27 personas (aunque parece que fueron muchas más), cuyo caso, sin duda, había dejado honda impresión en la sociedad; la presencia de una hermosa fémina, la característica criadita, tan grata a Peñarroya; y, por último, el parecido del personaje del anfitrión con el anterior presidente del gobierno español, de triste recuerdo, el muy lamentable José María Aznar.
Finales catastróficos
Con el paso de los años, las historietas de los almanaques de Bruguera pasaron a finalizar, obligatoriamente, con una viñeta feliz en la que la celebración navideña se certificaba con un brindis y una felicitación a los lectores. Las historietas navideñas participaron, normalmente, de la difusión de la bonhomía y la fraternidad, al estilo del clásico cinematográfico de Frank Capra, la inevitable “¡Qué bello es vivir!” (1946). En 1949, sin embargo, las últimas viñetas dejan a sus protagonistas en situaciones desastrosas: apaleados, maltrechos, perseguidos, abochornados o encerrados en calabozos, o encadenados en galeras, o condenados a matrimonio perpetuo... Uno, que creció leyendo almanaques de cara amable, algo almibarados, no puede evitar sobrecogerse un tanto imaginando la situación que dio lugar a un almanaque tan sombrío como este. El humor existe, por supuesto, y es de buena ley, pero se ejerce en la atmósfera terrible de unas Navidades Negras.
NOTA: aunque la historieta de las Gilda la incluiré en un siguiente apartado, reproduzco aquí una de sus viñetas porque da testimonio fiel y directo del problema de la escasez que se vivía en España y que tanto marcaba toda manifestación creativa mínimamente sincera que se producía por aquí, en aquellos días.
14 Comments:
La viñeta de Carpanta con el falso amigo rico ¿No se parece a aquellas escenas de Luces de la Ciudad en el que un multimillonario invitaba a Charlot a cenar como si fuera amigo suyo, para después repudiarlo cada vez que se le pasaba la borrachera?
Hombre, sí, bien visto. Carpanta, siempre ha sido un personaje muy "acharlotado", apreciación que no habría negado (sino más bien agradecido) el mismísimo Escobar. A mí la anécdota también me ha recordado la película de Cukor "Hollywood al desnudo". Y es que compañeros ocasionales de juerga, el que más y el que menos, todos los hemos tenido.
Ey, compa burgomaestre, nunca nadie me había contado tan admirablemente todo un tebeo ¡Muchas gracias!
Estupenda entrada de nuevo, burgomaestres. Y digna de figurar en una tesis doctoral (no, no lo digo en broma).
Especialmente acertada me parece la mención de joyas como "Plácido".
Y la viñeta de Carpanta, impagable.
Gracias, amigos por dejarme que os dé el latazo. La verdad es que uno se siente un verdadero Don Pelmazo con estos post tan largos, pero...¡es que se entusiasma uno y... Ahora bien, debo puntualizar que lo de la "tisis doctoral" ya la pasé de pequeño.
Jajaja. De acuerdo. Hay cosas que es mejor pasarlas. Pero yo veo en este blog carne de doctorando en Sociología.
Por favor, sigan dándonos la lata con tan suculentas reflexiones.
Yo a lo mío (es que parezco tonto) a mí me parece que Carpanta es como un Charlot disfrazado de Buster Keaton...
La viñeta del chupete es un prodigio de expresión, aunque no sepas explicarlo con palabras, queda bien claro todo lo que piensa y siente el personaje.
Eso es justamente, amigo Choko,lo que hace grande a un dibujante: su capacidad para expresar aquello que sería muy difícil hacerlo con palabras. A menudo uno se queda colgado mirando una viñeta y, en un instante, está pensando en mil cosas que la contemplación de esa viñeta ha provocado. En fin, cosas de artistas, que lo eran incluso sin proponérselo.
Sí, en eso se nota muchísimo que Escobar venía de los dibujos animados.
Sobre lo que comentas de los artistas siento algo parecido cuando se habla de los cómicos del cine mudo (y dale), si lees cosas que dijeron Stan Laurel o Buster Keaton en sus entrevistas sobre su trabajo nunca oirás la palabra arte, pero CLARO QUE LO ERA. Lo mismo pasa con los dibujantes de aquella época, creo que con el tiempo hemos sabido apreciarlos como merecen, aunque a ellos mismos esto les parezca extraño...
Teniendo en cuenta que es éste un espacio cultural, y que hay una "continuidad" en las nuestras expresiones (es decir: todo unido y concatenado va conformando un pequeño libro)...
... ¿no podrían ustedes, Burgos, eliminar estas interrupciones en el discurso?
Gracias.
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¡Hecho! Los vamos borrando, don Jesús, pero estos días llegan a lo bruto, en plan masivo, y no damos abastos ni a bastos. Y tampoco queremos activar el filtro que impida a los visitantes dejar sus opiniones con el "anonymous". Pero los vamos quitando a la que los pillamos...
¡Ah, bien!
No sabía...
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Ya... Esto de la publi que te colocan de matute es una jodienda... Disculpe, en todo caso.
A los que un día coleccionaron tebeos y cromos, a los que se emocionaron con las películas de los cines de reestreno, a los que pasaron de Concha Piquer a The Beatles, casi sin darse cuenta, recomiendo mi nueva página:
www.rafaelcastillejo.com
Un saludo.
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