Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

sábado, marzo 31, 2007

El Premio de Marras

Ante la noticia que ha supuesto el anuncio efectuado el pasado martes por el Gobierno de España de la creación por parte del Ministerio de Cultura del Premio Nacional del Cómic (dotado, dicho sea para los amantes de los datos y del dinero, de 15000 €), este burgomaestre, ante los fútiles intentos de formarse una opinión consecuente y reflexiva, ha sido asaltado por el recuerdo de un pasaje de una entrevista publicada originalmente en el diario “El Correo Catalán” y recogida en el número 7/8 de “Bang! (cuadernos de información y estudios de la historieta)”, que vio la luz en 1972. Una entrevista con formato de coloquio en la que participaban, moderados por Vicente Palomares (director en aquel momento, de la revista “Mortadelo”), los dibujantes Escobar, Peñarroya, Vázquez, Segura, Ibáñez y Sanchís. Porque tal vez, por delante de las consideraciones que puedan hacerse, bien ante la osadía de quien se arroga la capacidad de conceder el galardón o ante la soberbia de quien lo recibe (dicho sea como ejemplos de la parte negativa que el concepto del premio puede encerrar en sí), o ante la conveniencia de evidenciar un notorio reconocimiento público a una labor digna de él (como parte positiva), tal vez, digo, sea oportuno dejar que sean los propios “premiables” quienes expongan su criterio. Basta para ello, leer el siguiente fragmento y sustituir la palabra “Nobel” por “Nacional”, en cada caso.

Vicente Palomares: ¿Consideráis la historieta como un subproducto de consumo, o creéis que es una narración apta para englobar el 8º Arte y obtener Premios Nobel?

Escobar: La segunda parte. Yo creo que la historieta es algo importante y que con el tiempo lo será todavía más. Y sin lugar a dudas se establecerá un Premio Nobel de la Historieta. Sí señor.

Sanchís: Para mí la historieta es lo que pueden pagar a tanto por página.

Ibáñez: ¡Qué gran hombre eres, Sanchís!

Peñarroya: Yo estoy de acuerdo con lo que ha dicho Escobar: que habrá un Premio Nobel de la Historieta y que ésta será importantísima.

Escobar: Lo que pasa es que, para cuando quede establecido ese premio nuestras malvas serán enormes.

Peñarroya: Si se logra el día de mañana otorgar el Premio de que habláis, en parte se lo deberemos a esa gente erudita del cómic. Ellos intentan demostrar que somos unos tipos estupendos, que tenemos unas ideas clarísimas, que hemos vivido una época anormal, y que a través de nuestros personajes hemos reflejado lo que estaba pasando en nuestra sociedad....

Ibáñez: ¡Corcho! Después de oír lo que dices, pido aumento de sueldo.

Sanchís: ¡ Bah, tonterías! Mirad: mientras tengamos que realizar seis o siete historietas por semana, mientras en Francia, Alemania o Inglaterra, con dibujar una o dos tiras pueden vivir estupendamente, no haremos nada bueno...

Escobar: ¡Uf! Quién pudiera ganar lo que ganan nuestros colegas del extranjero con tan poco trabajo.

Vázquez: Yo me contento con el Premio Nobel que seguramente pensáis concederme.

El fragmento de la conversación me parece esclarecedor y revelador. Yo afirmo que un mero empleado ambiciona mejorar su retribución y sus condiciones de trabajo. Un creador aspira a algo más, busca el reconocimiento público. En el caso de la historieta, además, este creador ha tenido que asistir a un constante “ninguneo” por parte de las instituciones del Estado, en comparación con otros artistas que utilizan diferentes medios de expresión. En la conversación transcrita precedente, hemos asistido a las distintas reacciones que suscita ese estado de cosas en cinco dibujantes bien conocidos del público de los tebeos en general y de los amigos de Lady Filstrup en particular. Del examen de esas distintas actitudes, es posible que podamos extraera alguna conclusión.

Veamos: Ibáñez no tiene nada que decir. Su contribución (que continúa en la misma línea durante el resto de la charla) se limita a fugas tangenciales en forma de ocurrencias chuscas. Vázquez, instalado en el sarcasmo, resulta mucho más certero en sus estocadas y, recurriendo también al humor, expone, no obstante, un discurso interesante, en el que no faltan notas graves que destacan la dureza y la seriedad de su trabajo allí donde Ibáñez se limita a describir lo anecdótico. Sanchís coincide con Vázquez en el materialismo de su postura, pero no lo respalda con ninguna traza de creatividad ni de ingenio. Su desapego por la labor de creación, nacido, quizá, de la frustración provocada por el hecho de haber dibujado muchos personajes propios carentes por completo de la bendición del éxito y de ser su tarea cotidiana la de reseguir la senda del genial Vázquez, representa el extremo opuesto a las posturas, muy similares, de los maestros Peñarroya y Escobar. Éste último, en especial, demostró siempre una especial sensibilidad hacia sus criaturas, a las que llamaba repetidamente, “hijos” y una implicación con su profesión que superaba toda medida. Entre Sanchís y Escobar puede decirse que es posible establecer una diferencia fundamental. Para el primero, sus dibujos (sus muñequitos) constituyen un medio de vida, para el segundo, en cambio, su vida. Con la idea de esa matización como referencia, la cuestión de la concesión de un premio importante ( Premio Nacional, Premio Nobel, tanto da) puede ser entendida en sus correctos términos.
La polémica que posiblemente entable la conveniencia (o no) de este anunciado Premio Nacional del Cómic, a la luz de estas palabras hoy recuperadas, este burgomaestre la resuelve entonando un canto al amor a la historieta. Los premios los dan quienes pueden darlos (hecho indiscutible) y deben recibirlos quienes los merezcan. Y los merecen aquellos quienes, además de realizar un trabajo excelente, sienten amor por él.
NOTA1: No pierde Peñarroya, en su intervención, la oportunidad de deslizar el concepto “hemos vivido una época anormal”, una evidencia palmaria para cualquiera, pero igualmente difícil de expresar, durante el franquismo. Su agradecimiento implícito, a los estudiosos del cómic”, no exento de alguna ingenua auto-ironía, dice mucho de su nobleza de espíritu.
NOTA 2: En lo que se refiere a enjuiciar la labor del Gobierno, es decir, en entrar a considerar el mérito del Ministerio de Cultura por haber tomado la decisión (pionera en España) de crear este Premio Nacional, este burgomaestre no dice nada, porque nada sabe de estas cosas (o sea, de enjuiciar gobiernos). Eso sí, en un mundo imposible, en el que tuviera alguna responsabilidad gubernativa, habría abogado por su creación, sin la menor duda.
NOTA 3: Las viñetas aquí seleccionadas proceden de los Pulgarcitos números 85 (la de Heliodoro Hipotenuso), 1167 (la de Carpanta) y 1640 (la de Rigoberto Picaporte), y del número 7/8 de “Bang!”, la de Ibáñez contando billetes, concretamente, es el final de una de las tiras que ilustraban las páginas en las que se publicó la entrevista de la que he tomado el fragmento más arriba reproducido.

17 Comments:

Blogger Los Burgomaestres said...

Menudo tema, amigo y compañero burgomaestre. Es muy acertada tu observación de que "un mero empleado ambiciona mejorar su retribución y sus condiciones de trabajo. Un creador aspira a algo más, busca el reconocimiento público." Y aun podría incluirse otra categoría, la del dandy, que desdeña el reconocimiento del público y de la autoridad, como Baudelaire, que fue el primero en exigirle dandysmo a los artistas, o como Sartre en su dandysmo rojo, o como Woody Allen en su dandysmo de clarinete. Para este burgomaestre, una de las cosas menos elegantes que pueden verse es la de una persona que sube unas escaleras, incluso las del cadalso. Y sin embargo, bajarlas, ¡ah, bajar unas escaleras sin haberlas subido...!

sábado, marzo 31, 2007  
Blogger Yordi (Y.) said...

¿Saben? Estoy casi seguro, después de leer esto, que a los maestros Escobar y Peñarroya les hubiera encantado entrar en este blog y ver lo que ustedes y los aficionados piensan de su obra.

Lo de Ibañez y Vazquez y sus distintos modos de enfrentarse con humor a la entrevista, me recuerda a una frase de Roberto Benigni sobre Woody Allen, decía "Yo soy un cómico y él un humorista" y añadía " Él se dirige al cerebro y yo al estómago"
Y esto lo digo sin ningún tipo de desprecio para nadie, pues ambos, humor y comicidad, son necesarios e intercambiables; he dicho.
Un saludo!

sábado, marzo 31, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Sí, amigo Choko, en otro momento del coloquio se hace referencia a estas distintas maneras de ser y de estar de los magníficos dibujantes de los que hablamos aquí. Lo que pasa es que, cuando se entrevista a alguien, en general, se pretende saber lo que piensa y eso, a veces, resulta incómodo para el entrevistado. Usted conocerá mejor que yo el caso del gran Peter Sellers, un cómico incomparable que tenía dificultades para "manejarse" con su propia personalidad, para expresar su individualidad. Los que recurren a dar un recital de "Fugas en tono de humor" cuando son entrevistados pueden ser igualmente admirados y queridos, pero difícilmente comprendidos. Como los genios, supongo.

sábado, marzo 31, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Desde la mi experiencia..., y tras svarios "palos" sufridos...

... lo de acertar en una entrevista surge si se acerca uno con humildad; sin mostrar que se sabe (o se podría saber) más que el entrevistado.

Es por eso que un genio está en su derecho de enviar al uno (y al huno) al cuerno.

(La entrevista es casi un arte; y acá, en el terruño, apenas se practica).
--

domingo, abril 01, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Amigo jaumejoan!!! Cómo me gusta leerle decir eso!! Además de regalarnos una estupenda relación de los distintos "tipos" del dibujante de tebeos, ha explicado usted en una frase lo que yo he sido incapaz de describir en un folio. O sea, que la verdadera grandeza se sostiene sobre (y nace desde) una gran verdad: la que atesoraban los maestros del pasado, los que forjaron el armazón de los cimientos del oficio. (Entre nosotros, jaume, y hablando de otra cosa: estamos a la mitad de la lectura de su fenomenal estudio.Ya le contaremos.)
Maestro don Jesús, ya sabemos que es lunes y que llueve. No nos duele a nosotros menos (por lo menos al burgo que ahora le habla)la tristeza ambiental, pero aún así le rogamos que no se guarde para usted el relato de esas "entrevistas desastrosas". Que duda cabe, que entrevistar es un arte (en televisión, por ejemplo, lo cultivó Joaquín Soler Serrano elevándolo a esa categoría), pero la voluntad y la capacidad para contestar del entrevistado también cuentan (y mucho).

lunes, abril 02, 2007  
Anonymous Anónimo said...

>>>... capacidad para contestar del entrevistado también cuentan (y mucho).>>>

A ello quise referirme; acaso..., y una vez más, me expliqué más.

Quien cuenta es el entrevistado: el que pregunta sólo asiste como testigo y/o notario.

Quise decir que no es bueno que el el que entrevista crea que sepa la respuesta.. porque ya tiene su idea previa de lo que viene.

Y en nuestra prensa hay mogollón de ejemplos.

Es lo que quise decir.

Y, al respecto, en la Historieta, quiero decir, habrá siempre un trabajo por hacer: monografías detalladas, en formato entrevista, con las declaraciones del creador.

(Una colección teórica debiera contener las dos opciones: el ensayo y la entrevista. En "mi humilde pobreza", y para el bloque "Sin palabras" ya había empezado a preparar la segunda opción: Bielsa. Pero el dstino es cruel...).

Creo que en aquellos setenta... desperdicíamos la evidencia histórica de que algunos creadores estaban vivos; y con las facultades memorísicas con poder de rrastre.

Me parece.

Ahota ya esos gigantes... los percibo "cansados". Y sería difícil la aproximación (hablo de los Puigmiquel, Figueras, De la Fuente...).

No sé.
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martes, abril 03, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Sí, es verdad que, cada vez más, la historia de los tebeos la vamos a tener que adivinar sobre restos casi arqueológicos. Y como es verdad, amarga un poco, qué caramba.

martes, abril 03, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Este blog deberia de servirle de ejemplo a otros

martes, abril 03, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Pues yo opino que ,aunque es cierto que Sanchís no gozó tanto del favor del público, no le faltaba razón en decir que los dibujantes europeos podían "respirar" mejor con solo una o dos páginas a la semana; opino que eso no era materialismo, si a los nuestros les hubieran tenido en más consideración, quizá podrían haber creado incluso mucho más de lo que crearon (y mira que crearon)Tengo una preguntita, a ver si un alma caritativa me la responde ¿quien era el dibujante de El capitán Barlovento? Gracias de antemano.

miércoles, abril 04, 2007  
Anonymous Anónimo said...

José Castillo.

De nada.
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miércoles, abril 04, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Muchísimas gracias, Don Jesús.

miércoles, abril 04, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Amigo Petiso, le pongo un punto negativo en la libreta de "Lady Filstrup". ¿No estuvo usted en clase el día que dimos la Barloventada?
Bromas aparte, no querría quedar como "El tipo que llamó materialista a Blas Sanchís". Efectivamente, la retribución de un trabajador es fundamental y el principal motivo de reivindicación. Los dibujantes españoles, seguramente, como él dice y sus colegas corraboran, estaban mucho peor pagados que los extranjeros (que algunos extranjeros, supongo) y sin duda les sobraban motivos para ver en ese hecho un agravio comparativo. También es verdad que, en términos generales, los productores españoles estaban peor pagados que sus colegas europeos (y todavía lo están), con lo que su situación no era distinta de la del resto de sus conciudadanos. En cualquier caso, lo que intentaba exponer era, valiéndome de un aspecto, digamos concreto, que el sentido de un premio, tal como yo lo entiendo, en un ámbito como el que nos ocupa (en el que junto al trabajo, se da la creación) tiene sentido de verdad cuando se concede a alguien que cree íntimamente en lo que hace y le da importancia como obra de creación más que como mero producto laboral-mercantil, sin quitar por ello un ápice a la dignidad de esta última postura, por supuesto. El burgo verborreico.

miércoles, abril 04, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Como siempre, amigo burgo, tiene usted razón en todo lo que dice, es muy cierto que un premio se le debe dar al que realmente lo merece en ese aspecto que usted cita, la verdad es que sería inmoral dáreselo a quien solo busca dinero y no siente lo que hace. y, no, ays, no estaba el día de la barloventada, tengo suerte de que el amigo Don Jesus esté al quite... jo, espero que no me deje para septiembre señor prefe burgo. Gracias, como siempre, un saludazo.

jueves, abril 05, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Quería decir "Profe", pero también es mi "prefe" en esto de los blogs jajaja.

jueves, abril 05, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Muchas gracias, amigo Petiso, por considerarnos su profe y su "prefe". Es un honor que no creemos merecer. Y gracias, por supuesto, siempre al maestro Cuadrado, que, como usted dice, es lo bastante torero como para estar siempre al quite y lo bastante sabio como para constituirse en todo un lujo para este modesto weblog (o lo que sea). Por otra parte, este burgo se declara contentísimo por haber conseguido explicarse y ser entendido, dos cosas que (en los tiempos que corren) se le antojan complicadísimas.

jueves, abril 05, 2007  
Blogger Gordito Relleno said...

"Peñarroya: Si se logra el día de mañana otorgar el Premio de que habláis, en parte se lo deberemos a esa gente erudita del cómic. Ellos intentan demostrar que somos unos tipos estupendos, que tenemos unas ideas clarísimas, que hemos vivido una época anormal, y que a través de nuestros personajes hemos reflejado lo que estaba pasando en nuestra sociedad...."

Amén, Maestro. Siendo servidor,sin duda, más aficionado que erudito, eso lo afirmo donde haga falta.

martes, abril 10, 2007  
Blogger Los Burgomaestres said...

Pues este burgo, también más aficionado que otra cosa, se siente agradecido por el reconocimiento implícito que Peñarroya hace a la labor de los que somos incapaces de hacer un tebeo, una historieta o ni siquiera un dibujo, pero que prestamos alguna atención (siempre menos que la que merecen)a los que sí saben,y dedicamos algún esfuerzo a explicar y difundir su labor. La suave ironía que destilan las palabras de Peñarroya, reflejo del típico estupor del creador hacia las conclusiones de quien analiza su trabajo, resulta gratificante por su baja intensidad. Otros creadores se dedican al sarcasmo y aparecen, a los ojos de este aficionado, como bastante ingratos, la verdad.

martes, abril 10, 2007  

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