Un Corsario lleno de referencias, a modo pretexto

Hemos vuelto de los Encantes con un buen puñado de Corsarios de Hierro bajo el brazo, y al sentarnos al huidizo solecico de este mediodía, Campari en ristre, para enfrascarnos el álbum "El poder de Tenebris" (Joyas Literarias Juveniles, Serie Roja, núm. 7, 1977), nos ha asaltado la sensación de habernos metido de lleno en una filmoteca, pero también en la biblioteca de Alejandría, o en cualquier otra de la extensa y muy bien provista red de bibliotecas de la Diputación de Barcelona, que todo hay que decirlo ¡caramba! Y eso que, a nosotros, para alcalde, el del pueblo de Agamenón, desde luego. Hay qué ver qué cantidad de referencias cinematográficas que se acumulan en estas páginas. Desde "Los tres mosqueteros", de Sidney, con Gene Kelly haciendo de D’Artagnan, hasta la formidable "El mundo en sus manos", de Raoul Walsh, con aquel indígena, Ogeechuk, que arremetía a cabezazos contra las puertas, y aquel oso que tanto le hubiese encantado a Segura; pasando por alguna viñeta digna de formar parte de los "55 días en Pekín" de Nicholas Ray. Y sin contar las que parecen salidas del "Viaje al centro de la tierra" de Henry Levin, y, por seguir en Verne, de "La isla misteriosa" de Cy Endfield.
En fin. El asunto es que, animados por la cubierta, la del tebeo, no la del barco, nos prometíamos un Corsario bien literario, con ese pedazo de homenaje al pasaje de Gulliver en Llilliput, y nuestras expectativas no han sido decepcionadas, sino al contrario, exaltadas al descubrir a nuestro Corsario de Hierro tumbado en la cama y leyendo en voz alta ¡¡¡un fragmento del monólogo del "ser o no ser" de Hamlet!!! En cualquier caso, todo esto ha sido un emocionado pretexto para, ¡por todos los Mac Meck!, poder escribir las siguientes cuatro palabras: ¡qué grande era Ambrós! (y qué abordajes se marcaba...). (Ah, el dibujo de la cubierta es de Antonio Bernal Romero)