Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

jueves, junio 08, 2006

Figuerícese aún más, si es que eso es posible








La otra tarde andábamos en la notaría archivando un papeleo antiguo, una herencia que habíamos llevado hará ya un par de años, relacionada con una extinta productora cinematográfica, la Cosmos Films, del archimillonario Rastapopulos, pero que atañía también a los derechos de autor de unos libros de Fan Se-Yeng, el especialista mundial en locura, y todo ello vinculado a un cónsul de la hoy disgregada república de Poldavia, cuando llamaron a nuestra puerta.
–Compañero y amigo burgomaestre, abre tú por favor, que no puedo soltar esta pesada caja –le rogué a mi amigo, y éste, presta y generosamente, guardó en un cajón la botella de coñac blanco y se dirigió a recibir a la visita. Al abrir, asomó de repente una mano enguantada con una porra, y le golpeó a mi compañero en la cabeza, y así el hombre, que es un pozo de sabiduría, cayó a un pozo de inconsciencia, y de ahí recayó sobre el suelo del despacho, que conserva los azulejos modernistas originales, sobre los cuales se arreó un batacazo tremebundo. Yo me abalancé de inmediato contra el intruso, pero éste me disparó visto y no visto con el revólver que llevaba en la otra mano, y me desplomé herido retorciéndome de dolor sobre un codo y con un ligero escozor en una axila. El agresor, colorado y envuelto en gabardina como una de las primeras gambas de este caluroso mes de junio, y que se cubría la cabeza con una gorra jaspeada de visera, y que además llevaba un zurrón de gamuza colgado del hombro, se apoderó de la caja con los citados documentos y desapareció en un plisplás, si bien antes tuve ocasión hacer sonar la alarma y de echarle mano a la correa de su zurrón, y fue de su interior de donde sacamos una lata abollada y de cierres oxidados, con la película que en esta entrada de este weblog o lo que sea queremos darles a conocer, si es ustedes que no la conocen ya de sobras.
La cinta de celuloide, que se hallaba muy deteriorada, la mandamos a restaurar a la Cineteca di Bologna, que actualmente dirige un compatriota nuestro de la parte de Zafra. Durante los escasos días trascurridos en esta labor, nosotros nos hemos empleado en convalecer de nuestras heridas sobre blandas almohadas de plumas de caballo y también de plumas de ganso, y, sumergidos en historietas con robots de Figueras, hemos pasado estupendamente el rato. A Figueras no nos cansamos de leerle, como tampoco nos cansamos de ver películas de cine mudo. Figueras, por supuesto, es el cine mudo cómico, pero también el cine mudo fantástico, de científicos que trabajan con aspirinas y con colodión, que es el nombre de una disolución que se empleaba antiguamente para preparar las placas fotográficas, y Figueras es también el cine clásico de robots que son sobre todo hombres con piel de lata. Cuando Figueras le da nombre a un robot le llama Roby o le llama también Robustiano, porque sus robots son personas como cualquier otra, y no merecen ser condenados a llevar un nombre de máquina o de resultado quinielístico. Los robots de Figueras son, antes que chatarra científica, seres humanos que por su nombre se ven condicionados a tener un aspecto a propósito. En Figueras, un robot no recibe el nombre de Robustiano por ser un robot, sino que al bueno de Robustiano, al tener tal nombre, se le ha quedado pinta de robot, como al que se llama Montes de Oca se le pone pinta de montecillo con ocas, desde luego. Figueras, cuando fantasea con la ciencia-ficción, está más cerca del Mago de Oz que de los cuentos de Aldiss, y por ahí le viene su punto de deliciosa sencillez y de delicado idealismo. Figueras viene del cine mudo como venían nuestros bisabuelos de los cines los domingos por la tarde, que es dando un garbeo. Antes de empezar su carrera de dibujante, Figueras se ha dado una vuelta por la industria del cine diseñando plantillas publicitarias para películas de la Metro Goldwyn Mayer y de la RKO (esto lo explica Salvador Vázquez de Parga en el libro Alfons Figueras, ed. Classic Comics Edicions, 1985, por cierto, un gran libro sobre Figueras). Y, a esto pretendíamos ir a parar, a Figueras le hemos entendido mejor, o lo hemos disfrutado más, que siempre es lo mismo, tras ver la restauración de los restos de la película italiana de cine mudo fantástico, que hallamos en el zurrón del malandrín que nos asaltó, y que fue dirigida en 1922 y se estrenó con el título de L'uomo meccanico.
L'uomo meccanico fue una película fantástica dirigida por un actor cómico, André Deed, y esta mezcla de fantasía y humor aparece asimismo en la composición química del talento de Figueras. André Deed se inició en el cine de la mano de Méliès, mago de baraja y de palomas y de bella señorita serrada por la mitad, y pionero de la cinematografía, y pionero sobre todo de rodar imaginarios viajes a la luna y al fondo del mar. A André Deed se le conoció en España con el nombre de Toribio Sánchez, pero si uno se fija en sus películas en seguida verá que ese hombre no tiene para nada cara de llamarse Toribio, y mucho menos Toribio Sánchez. En Italia se le puso el nombre de Cretinetti, lo cual es otra barbaridad aún mayor. André Deed fue muy popular, sobre todo, durante el periodo previo a la primera guerra mundial, y luego se le olvidó, porque hubo un momento en que fue necesario olvidarlo todo y empezar de nuevo. También se ha olvidado relativamente a su compañero y compatriota Max Linder, al cual Charles Chaplin había señalado como maestro. De la antaño abultada obra de André Deed hoy a penas quedan ejemplos. Entre los restos que se conservan figuran estos fragmentos de su cinta tardía L'uomo mecánico, que fueron hallados en la Cinemateca Brasileira de Sao Paolo, unos 740 m, de los 1.821 m originales, y que proyectados duran unos 30 minutos.
L'uomo meccanico es, entre tantas cosas, una historia de robos a lo Fantomas, con doctores locos y con robots que se anticipan en más de un lustro a Metrópolis de Fritz Lang y también, aquí en un par de años, a L'Inhumaine, de Marcel L'Herbier, película de la que se hablará probablemente en este weblog o lo que sea. L'uomo meccanico es para estos burgomaestres el colmo de la originalidad, pues hace ya ochenta y cinco años que viene satisfaciendo el gusto de la cultura popular de nuestros días, sin que tampoco se haya reparado demasiado en ello. Poder disfrutar de casi media hora de L'uomo meccanico, disponible en los programas de intercambio que andan por internet, es asomarse a los orígenes de un arquetipo (en este caso, un arquetipo pop), gustazo por el que C.G. Jung hubiera dado su brazo derecho si no es que lo necesitase ocasionalmente para alzarlo al compás del redoble de tambor.
En L'uomo meccanico no sólo hay un mad doctor fluctuando arriba y abajo en la trama, como fluctúan los vilanos arriba y abajo en las mañanas de primavera, sino que la protagonista es, a su vez, otra doctora loca con un parche en el ojo, que se inyecta una misteriosa droga en una pierna para poder evadirse de la prisión donde la tienen confinada. El mundo de esta malévola mujer es un mundo subterráneo, un sótano de maquinaria eléctrica, de interruptores y cortocircuitos, de enormes manivelas, de fantásticas pantallas luminosas para controlar lo que ocurre en el exterior, todo ello destinado a dirigir mediante un inexplicable control remoto el robot con el que comete sus crímenes. Y su robot arranca cajas fuertes de las paredes, y secuestra a muchachas con un punto de amor fou y de erotismo fou, que luego sólo va volver a verse en la peli de King-Kong, y encima es un robot que lucha a brazo partido con otros robots semejantes, como diciéndole a los años venideros: "hey, vosotros, los japos de Mazinger Z, ¡mirad lo que sé hacer!". En L'uomo meccanico además de robots antropomorfos (¡con nariz¡), hay nutridas patrullas de polis trajeados que persiguen en bicicleta a los villanos, y galanes que disparan con revólver y que tienen madera de saltimbanqui, y trepedidantes carreras entre robots y automóviles de antes de la gran guerra, y montones de gags sacados del cine cómico. Ya decimos, viendo muellemente en nuestros lechos de convalecencia esta película de L'uomo meccanico hemos creído durante todo el rato estar leyendo una deliciosa y fascinante historieta de nuestro adorado Figueras. Y por eso ahora le queremos más, si es que eso es posible.(Ah, los fotogramas proceden, claro, de la peli L'uomo meccanico. La viñeta a todo color del robot vestido de soldado ha sido tomada de una aventura de "Cine locuras", publicada en el almanaque para 1971 del Din Dan, la plancha lleva fecha de 1970; las otras viñetas a todo color vienen una historieta de "Apirino y Colodión" aparecida en el DDT, núm. 194, año XX, época III, fecha del 5 de abrl de 1971; la tira de "Roby" pertenece al Gran Pulgarcito núm. 60, año II, fecha del 16-3-1970; la viñetas en bitono rojo salen de una historieta de "Topolino" publicada en el Super Mortadelo núm. 30, la revista lleva fecha de 1975, pero la plancha está firmada en 1968, y el resto de las viñetas así como la exquisita fotografía del dibujante revisando al trasluz una película proceden del libro Alfons Figueras, VV.AA., coordinado por el gran Albert Mestres, ed. Classic Comics Edicions, 1985).

























































































12 Comments:

Blogger Yordi (Y.) said...

Madre mía! El texto más surrealista que se han marcado en tiempo amigos burgomaestres. Me da en la nariz (roja, of course) que a parte de André Deed y Figueras se han tomado un trago largo de Ramón Gómez de la Serna, porque si no no se explica que hagan ustedes estos artículos que hacen...

viernes, junio 09, 2006  
Blogger Los Burgomaestres said...

Por supuesto, querido amigo Choko, para estos dos burgomaestres el ramonismo es disciplina obligatoria. ¡Y muchas gracias por su amistad y sus visitas!

viernes, junio 09, 2006  
Blogger Los Burgomaestres said...

Bueno, bueno, compañero... Sencillamente, a-pa-sio-nan-te y genial, tu entrada!!! De esas que justifican la existencia de este weblog (o lo que sea). Además, que me ha servido para paliar la amnesia sobrevenida después del porrazo. Ahora me explico de dónde me viene el chichón este que tengo en la mitad del coco. Así que soy notario, nada menos...vaya, vaya.

viernes, junio 09, 2006  
Blogger Los Burgomaestres said...

¡Glups! ¡¡¡La cabina!!! ¡¡¡Todo lo que nos gusta viene de Figueras!!! Admirado amigo Jaumejoan, sus comentarios no sólo nos ilustran, sino que nos ayudan a concernos un poco más, o cuando menos a comprender por qué nos gusta lo que nos gusta. Por cierto, acabamos de llegar del Saló del Cómic, y volvemos alucinados con el álbum que Glénat le ha dedicado a Puigmiquel compañero de fatigas, por supuesto, de Figueras.

sábado, junio 10, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Y lo de mi Madriz...

... ¿les gustó?
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sábado, junio 10, 2006  
Blogger Los Burgomaestres said...

Pues , don Jesús, ¡¡cómo no nos iba a gustar?? ...Mas...¡ay! ¡harto escaso lo encontramos! Oséase: lo que había bien estaba, pardiez, pero poco pareciónos. Y no lo tome a mal, que se lo decimos desde el cariño y la admiración que usted ya nos conoce.
En cuanto a la historia de "La cabina", amigo jaumejoan, sin ánimo de rebajar la estimación que Mercero pueda despertar en sus fans (o la de José Luis Garci, que creo recordar que figuraba como guionista, sobre la idea merceriana), "La cabina" resulta un acierto sospechosamente aislado en su carrera (o así le parece a este burgomaestre). Si la historia que Figueras contó a Perich contenía a un señor atrapado en una cabina telefónica, mucho me temo que... la relación es una evidencia. Gracias por contarlo, amigo jaumejoan.

domingo, junio 11, 2006  
Blogger Gordito Relleno said...

Magnífica disección del universo figueriano. Y es que cuando Vds. sacan el bisturí... He disfrutado cuán enano visigodo con esas rancias imágenes de robots clónicas de las que hacía Figueras. Y sí, resulta muy creible que la historia de la cabina pudiese tener su antecedente en el extraño mundo de los surrealistas personajes que acompañaban a Aspirino, Colodión, Topolino o Mr. Hyde. Gracias por la anécdota y por hacernos conocer un poco más el mundo interior de los dibujantes, sr. Jaumejoan.

lunes, junio 12, 2006  
Anonymous Anónimo said...

>>>pero poco pareciónos>>>

Pero es que sólo quedan cuatro...

No querrán ustedes que nos inventemos editores.

Pero, bueno, que hablaba yo de estética...
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lunes, junio 12, 2006  
Blogger Los Burgomaestres said...

Sí, si nos gustó mucho..., ya le decimos...; pero si ud. hubiera visto dónde instalaron la parada, en una sala lateral, apartada de los stands... Y con dos azafatas para atender..., y ya sabe ud. lo de las azafatas..., chicas que cobran por ir a las ferias..., pero que no viven el asunto... Era esto en concreto lo que desclucía el estand. El recorrido histórico por las editoriales estaba muy bien..., pero daba la sensación de que todo eso estaba pasando desapercibido, la gente se iba de cabeza a lo de V de Vendeta... Aunque en este aspecto..., era el Salón en sí lo que cada vez está más profesionalizado en el peor, pésimo, sentido del término.

lunes, junio 12, 2006  
Anonymous Anónimo said...

Todo post que incluya fotogramas de cine mudo merece aplausos enfervorizados. Y este, especialmente.

martes, junio 13, 2006  
Blogger Raul Sensato said...

Excepcional documento sobre la prehistoria de los robots. Sí señor.

jueves, junio 15, 2006  
Anonymous Anónimo said...

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jueves, abril 26, 2007  

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