¡Ni hablar del peluquín!
La galería de personajes Bruguera mantiene su vigencia en virtud de la vigorosa fuente de inspiración de la que manó. Las creaciones de los Cifré, Peñarroya, Jorge, Conti, o Escobar, mantienen su poder cautivador a través de las décadas gracias a que fueron dotadas de un hálito de vida imperecedero. Y sin embargo, poner hoy estas criaturas en pie sería inviable por ser anticomerciales, por anacrónicas. Y en gran medida, ello se debería a que hoy la apariencia lo es (casi) todo. Y me refiero a una buena, espléndida apariencia. Hoy, los personajes gordos, bajitos, cabezones, entrados en la ancianidad y calvos (precisamente calvos) son desechados por la industria del entretenimiento desde la fase inicial de su concepción. Ciertamente, cuesta imaginar nada más alejado del modelo metrosexual imperante hoy que el Don Bollete de Raf o el Cucufato Pí de Cifré.
El drama moral de la calvicie masculina
Mientras la tragedia se desarrolla en un plano de privacidad, es soportable por quien la padece, pero, inevitablemente, un día se produce una escena como la que describe Peñarroya en su chiste de la página temática titulada “¡Qué simpáticos!” del DDT 462 de fecha 21/03/1960 (una magistral muestra de la penetrante y aguda observación peñarroyesca de los usos sociales en la vida cotidiana, concretamente de sus elementos más despreciables). Es entonces, cuando la deforestación de nuestro cuero cabelludo se convierte en un tema del dominio público, cuando la decadencia física, heraldo del imparable declive vital, se manifiesta en todo su alopécico horror.
¡Nos estamos quedando calvos! Nos estamos empezando a convertir en la sonriente e inerte calavera que fatalmente seremos. No es de extrañar que el pánico se apodere de nosotros y que intentemos, recurriendo a fantásticos sortilegios si preciso fuere, poner remedio a tan amarga circunstancia. Es preciso que volvamos a parecernos al chico joven provisto de lustrosa pelambrera que fuimos antaño.
El remedio más socorrido
Tan parecido a un milagro que difícilmente podemos describirlo de otro modo, la imposición de una peluca, peluquín, postizo o bisoñé sobre una despoblada superficie esférica obra efectos prodigiosos. Dota de renovado vigor juvenil al repelente y caduco alopécico justamente rechazado por el bello sexo y comprensiblemente menospreciado por un Consejo de Administración garante de los dividendos de sus accionistas.
Tal como podemos constatar en estas dos fotografías confrontadas, entre el globo desértico mostrado en la primera instantánea y el ubérrimo vergel de la segunda, la elección es obligada. El mundo ama al segundo individuo y repudia despectivamente al primero. Así las cosas, nuestros queridos Don Pío o Don Rosendo Cebolleta, o el tiránico Apolino Tarúguez, miembros de la comunidad calva de Bruguera, en distintos momentos de sus azarosas existencias, sirviéndose de medios mecánicos o químicos, han interpuesto un artificial apósito capilar entre la intemperie y sus cráneos.
La peluca como exponente de la lucha de clases
Apolino Tarúguez, vil déspota, no pierde la ocasión que se le presenta en la historieta del DDT 462 (de fecha ya reseñada) para torturar psicológicamente a su secretario, mediante la humillación de restregarle su peluca de “treinta mil dólares”. El desdichado empleado no se resigna y se toma la revancha en forma de un “secuestro de peluquín” consiguiendo así, además, impresionar a su novia. Esta historieta revela la mente científica y pragmática de la que Conti disponía, pues cada objeto que en ella aparece cumple una función de índole práctico, se emplea persiguiendo la consecución de un fin. Apolino usa la peluca para pisotear el ego de su secretario (lo cual es, aparte de pisotearle directamente, su diversión favorita, tal como no tiene ningún reparo en reconocer él mismo). El insignificante empleadillo utiliza un somnífero que suministra con el café vespertino como excipiente mediante el cual deja fuera de combate a su negrero particular y, por último, se vale del piloso postizo así adquirido para sumar puntos ante su novia (de la que, por cierto, jamás habíamos sospechado su existencia en todos los años de vida de la serie, que no fueron pocos).
Conti debía tener un aprecio especial por esta serie, ya que fue la que eligió para las páginas del Tio Vivo independiente nacido en 1957, que dirigió artísticamente, y sin embargo, es una de las menos populares de todo el universo Bruguera de entre las de los dibujantes, llamémosles, mayores. De una violencia descarnada y un sadismo atroz, la serie de Apolino Tarúguez difícilmente podía cosechar simpatías entre el público. La mente analítica de Conti, que se planteaba las peripecias como problemas a resolver más que como divertimentos (muy alejado, por ejemplo, del espíritu juguetón que animaba las creaciones de Vázquez, siempre dispuestas a hacer el oso) diseccionó las miserias de la relación entre jefe y empleado como un enfrentamiento sordo, constante y más bien angustioso.
La pócima milagrosa
Si la peluca resuelve eficaz, sencilla e instantáneamente el drama de la calvicie, esto queda especialmente de manifiesto en la historieta de Don Pío que hemos recogido del tomo editado por Bruguera en 1986 titulado Genios de la Historieta, en la que el más chaplinesco oficinista de la historia intenta poner en práctica la receta de una pócima milagrosa que le recomienda un amigo y que le habrá de llenar el cuero cabelludo de ebúrneas matas de pelo. La efectividad del preparado es nula y la intervención del sobrinito de Don Pío, que deposita sobre su esférica cabeza una resultona peluca (por cierto, que en la historieta de Conti el sueño servía para quitar pelucas y aquí se usa para ponerlas, curioso) hace que el ingenuo Don Pío (que cree a su amigo a pies -en su caso, piececillos- juntillas) adopte un aspecto más chaplinesco que nunca y, a la par, napoleónico, pues se siente dueño de un secreto que le dará poder ilimitado, como nuevo benefactor de la Humanidad Calva. Su “descubrimiento” (parece haber olvidado que la receta no era original suya) le hace ganar prestigio y habanos ante su jefe, pero un inoportuno golpe de aire de un ventilador deja al descubierto la desalentadora realidad: Don Pío sigue calvo y terminará la historieta siendo degradado al rango de señora de la limpieza, barriendo la oficina provisto de escoba y mandil.
La imagen de Don Pío con juveniles guedejas en esta historieta, que datamos, año más o menos, entre 1955 y 1956, atesora una gracia chispeante y nos regocija y nos comunica una bobísima “joie de vivre”.
Un problema de identidad
En los tebeos es posible convertirse en otra persona, asumir otra personalidad, por el sencillo procedimiento de cambiar de peinado o, como sucede en esta historieta de la Familia Cebolleta dibujada por Blas Sanchís, adquiriendo una renovada mata de pelo.
Una vez más, como suele enseñarnos con frecuencia la Biblia Brugueriana, conseguir aquello que deseamos suele acarrear consecuencias mucho más catastróficas y dolorosas que mantenerse en la frustración. Rosendo Cebolleta quiere dejar de ser calvo y para conseguirlo recurre a un método del antiguo Egipto (detalle de cierto exotismo, poco habitual en las historietas de la casa) del que le ha dado noticia el abuelo. La puesta en práctica del ancestral sistema corona el experimento con un éxito en pleno siglo XX, pero, como decíamos, ese triunfo atrae desgracias mayores que las que querían resolverse. Si don Pío, tras su aparente éxito, se veía reducido a la humilde condición de señora de las faenas en su oficina, de manera análoga, don Rosendo, tras saborear las mieles del éxito, también sufre sus consecuencias y concluye la historieta refugiándose en su propia casa para evitar el acoso de la autoridad ya que, ahora que tiene pelo sobre su habitual calva, se ha convertido en la viva imagen de un delincuente perseguido.
De esta voluntariosa y trabajada historieta de Blas Sanchís para el DDT 660, de 6 de junio de 1964, quisiéramos destacar la casi sórdida ambientación del domicilio de la familia titular, con la telaraña en el rincón y la garrafa de panza de mimbre, tan nuestras. Sería interesante establecer quien fue el primer dibujante que colocó una tela de araña así, en un rincón, porque hizo una aportación fundamental a la construcción del Universo Bruguera. Por otra parte, para ser justos con Sanchís y con Peñarroya, tenemos que anotar aquí que, del mismo modo que ver a Don Pío con pelo nos comunicaba una agradable sensación, el Rosendo Cebolleta de Sanchís con repeinado flequillo (aunque le haya brotado así espontáneamente) no nos transmite ninguna sensación análoga o equiparable. El trabajo honrado no siempre viene acompañado de una dosis de magia.
La apariencia supone el 99% de la identidad de un personaje y en las historietas, la caracterización de un personaje se obtiene combinando muy escasos elementos. El cabello , o la ausencia de él, supone una importante proporción del total. Si Supermán (al que incomprensiblemente el mundo sigue prestándole atención y, por cierto, este weblog lo hará también, muy pronto) puede sostener un “vis à vis” con Louise Lane sin revelar su identidad se debe a dos mínimas variaciones de su aspecto, que serían totalmente ineficaces en el mundo real: una es que se quita las gafas y la otra, más insignificante aún, que se coloca un resultón rizo en mitad de la frente cuando actúa como superhéroe, al estilo de la desaparecida tonadillera Estrellita Castro.
El caso es que, por la interposición de una simple peluca, Leovigilda, tras veinte años de convivencia con ella en las páginas de Pulgarcito, puede tomar a su hermana Hermenegilda por una intrusa y que, pócima egipcia mediante, Rosendo Cebolleta puede convertirse en un peligroso fuera de la ley. Por otra parte, los dibujantes saben que pueden convertir a un personaje en otro empleando este método. Así, por ejemplo, Don Pío, pierde una letra y se transforma en el señor Pi, cuando Peñarroya le coloca una peluca figurada (¡Bueno, y una nariz postiza!) para las páginas del Tio Vivo original, de 1957. No es cuestión baladí esta de los cabellos, sino bien peliaguda, aunque esté traída, amigos míos, por los pelos y no os guste un pelo, no vamos a mesarnos los cabellos, que venimos de unas vacaciones y estamos algo fuera de forma. Así que: ¡pelillos a la mar!
NOTA: las viñetas de las hermanas Gilda son de la portada del Pulgarcito número 1991, de 30 de junio de 1969, y la de Don Pío reclamando respeto para canas y calvas, está tomada del Pulgarcito número 1648, de 2 de diciembre de 1962. Las fotos publicitarias de una peluquería de Barcelona, están escaneadas del libro de TF Editores, “Foto Ramblas”, publicado en el 2002.
21 Comments:
Estupendo y divertidísmo post, compa y amigo burgomaestre, ¡y eso que te has ido de vacaciones! Y el tema elegido..., no me hables, no me hables...
Para los personajes citados en el artículo, como para el resto de mortales, el quedarse calvo es toda una desgracia, aunque la solución que intentan, la de ponerse un bisoñe que les queda como un gato dormido en todo el tarro, es una solución incluso más humorística que los propios comentarios o formas de pensar de personaje acerca de su calvicie. Como siempre estupendo el análisis sociológico a través de las historietas.
Ay! amigo y compañero burgo, no necesito hablarte del tema...!! ¡mis entradas hablan por mí! y por una vez, no me refieron a ninguna entrada en el weblog!! Gracias por el comentario.
Gracias también a rosaspage por su comentario. En efecto, un bisoñe da risa por sí solo, sin necesidad de comentarios que pueden resultar hasta postizos. Por eso no me resistí a la tentación de poner unas fotos que ilustraban con mayor rigor científico (si cabe) el alcance del tema tratado.
Peliaguda vuelta en escena del señor burgo (Comentario nada original por otra parte)
Yo también sufro de la alopecia, ya no tan, juvenil y de eso que en las comidas familiares te digan:
"Te estás quedando calvo"
En fin, estupendo artículo, y a mí, por cierto, siempre me gustaron las aventuras de Apolineo Taruguez y me resultó muy simpático, de toda la vida, Celedonio.
La caracterización de gestos de Don Pío son geniales...
Un abrazo y feliz vuelta!
Habrás supuesto quizá, amigo Choko, que este burgo se ha quedado calvo pensando el tema durante las vacaciones, pero no, la despoblación capilar ya venía de antes. Gracias por el comentario. Aquí estamos nuevamente, a ver qué pasa. ¡Oh, un tebeo!
Por fin he dado con el último día escrito... es que nunca había entrado en un blog, llevo dos días en este y he dejado ya algunos comentarios, pero no creo que los mireis ya, puesto que los últimos vuestros son de marzo o por ahí... bueno, solo deciros que un blog (o lo que sea) genial, que crecí con bruguera, tengo pelo aúny tebeos para parar un tren; ah, y que me emociona leer al señor Rovira por aquí. Seguid así Burgomaestres.
¡¡Bienvenido, amigo petisoetcétera!! y muchas gracias por la felicitación que nos da ánimos para continuar con nuestra proba labor. Repasaremos esos comentarios, que seguro que son muy interesantes.
PD: figúrese lo que nos emocionó a nosotros que el amigo jaume nos honrara con su presencia en este vuestro weblog (o lo que sea). Nunca se lo agradeceremos bastante.
Hombre, ¿ya de vuelta? Espero que estas minivacaciones hayan disfrutado de lo lindo. No esperaba para su reentré un tema tan "peliagudo", pero sin duda se agradece bastante poder descubrir a Hermenegilda con un look distinto al moño que siempre lució. Me alegra mucho volver a leerles y deseo que tengan un buen retorno a la dura rutina. Aquí estaremos sus amigos prestos a leerles y agradecidos siempre por sus brillantes entradas (no las de la cabeza, claro)
Para entradas "de cabeza", monsieur Zidane, ¿no le parece, amigo Gordito? Pues sí, más o menos estamos de vuelta, más calvos cada día, pero con ganas de continuar con el weblog donde lo dejamos, al borde del abismo. ¿Se nos ocurrirá algo mañana? Gracias por seguir en sintonía, amigo.
Estava eu relendo alguns números do “Pulgarcito”, cuja colecção conservo com todo o carinho, quando me ocorre aceder ao extraordinário e mágico Google onde encontro este blog. Foi uma emoção grande para mim que recebi na minha juventude, por subscrição, o “El DDT” e “Pulgarcito” (Anos 59/62). Como se nota sou português, nasci e vivo em Lisboa, e espero que me entenda tão bem como eu entendo o castelhano, que nunca estudei, mas me habituei a ler com alguma facilidade. Penso que é notável como numa determinada época se reuniram tantos e tão talentosos desenhadores humoristas da qualidade de Vásquez , Cifré, Nadal, Escobar, Peñarroya, Raf (grande), Jorge, Ibañez, Conti e tantos outros, formando uma verdadeira escola Bruguera. Tenho lido que a censura de Franco não lhes dava vida fácil. Li algures que Manuel Vázquez foi incomodado por uma das hermanas Gilda ser uma figura algo erótica. Será verdade? É incrível!
Nós por cá também tivemos o Salazar e uma censura feroz. Mas penso que não chegou a tanto. Parabéns pelo seu blog que passo a seguir com todo o interesse.
Gracias por la bienvenida, señores burgos. Con respecto a la historieta de las hermanas gilda, yo juaría que la tengo, pero con hermenegilda con pelucón rubio; aunque tal como es mi cabeza... tengo que mirarlo
Respecto a lo de la censura, en alguna parte leí que incluso se metieron con el personaje de Doña Urraca porque bajo las faldas enseñaba la falda interior de color blanco y claro... ¡Eso se ve que era muy erótico pues Doña Urraca era toda una "top-model"!
A mi siempre me ha hecho muchisima gracia este tema que tocan ustedes:
"La apariencia supone el 99% de la identidad de un personaje y en las historietas, la caracterización de un personaje se obtiene combinando muy escasos elementos. El cabello , o la ausencia de él, supone una importante proporción del total. Si Supermán (al que incomprensiblemente el mundo sigue prestándole atención y, por cierto, este weblog lo hará también, muy pronto) puede sostener un “vis à vis” con Louise Lane sin revelar su identidad se debe a dos mínimas variaciones de su aspecto, que serían totalmente ineficaces en el mundo real: una es que se quita las gafas y la otra, más insignificante aún, que se coloca un resultón rizo en mitad de la frente cuando actúa como superhéroe, al estilo de la desaparecida tonadillera Estrellita Castro." Yo soy incondicional de EL COYOTE de J. Mallorquí, pero este para cambiar de personalidad, amen del antifaz, variaba el tono de su voz. ¡Ahhh! Divina ingenuidad.
Por cierto muy bueno el libro de Foto Ramblas, y curioso...
Ah, pues: BENVIDO, amigo Diógenes, a este su weblog. Nos ha emocionado mucho su comentario porque nos hacemos la ilusión de haberle proporcionado la reactivación de un grato recuerdo. Mientras se nos ocurren temas nuevos, le sugerimos que vaya repasando los antiguos, que ya hay ...¡¡212 entradas, desde que empezamos!! Nos alegra que la Escuela Bruguera traspasara fronteras, aunque fuera aquí al lado, tan cerca, porque creemos que en la España de Franco, los tebeos era de lo mejor que podíamos ofrecer al resto del mundo. Hablando de la censura, cabe comentar que Franco le hacía la vida difícil a los dibujantes de Bruguera y a todos los españoles, aunque algunos de ellos ni se dieran cuenta.
Las posibilidades eróticas de Doña Urraca (discutibles) o de Hermenegilda (supongo que se referirán a la gordita, no sé...) están en función de lo calenturienta de la mente del censor o del estudioso de los tebeos. Como pasa siempre.
Amigo rincón de taula, estaba usted poniendo su comentario mientras yo respondía a otros amigos. Gracias por estar por aquí, por leernos y por echarnos una mano, con sus comentarios. Uno, al que no ha alcanzado el hechizo de otro Coyote que el que perseguía al Correcaminos, agradece especialmente el dato relativo al héroe de Mallorquí. En cuanto a lo del libro de Foto Ramblas, verdaderamente es un volumen especialísimo, lleno de una imágenes desconcertantes y , por qué no decirlo, mágicas, precisamente por ser mera exposición de una realidad determinada. Seguro que aparecerán más de sus fotos por aquí, a la menor oportunidad.
Me alegro de volver a verles el pelo, o el peluquín, por esta su casa, señores burgomaestres, después del breve parón vacacional. Espero que hayan disfrutado del descanso.
Y entre los últimos posts del blog del amigo elrincondetaula, aquí presente, podrán encontrar los habituales de este otro, por cierto, un par de ellos de su interés; uno por mostrar cierto cartel dibujado por Vázquez con motivo de determinada exposición y otro por presentar una breve historieta de Casanyes, digna del Franquin más siniestro, que bien podría enlazarse, como allí se explica, con su traumática experiencia como negro de Ibañez.
Un saludo.
Hombre amigo Alfred, gracias por tu comentario, aunque te las de aquí en este blog (o lo que sea). También diré que en la misma entrada de la exposición de Sevilla (en mi blog) hay un raro dibujo de Ibáñez. Saludos.
¿Se imaginan que Mortadelo no hubiese perdido el pelo por un invento de Bacterio?. Sin duda el volumen de trabajo de los dibujantes Bruguerianos marcó un precendente en la "calvificación" de los personajes. Ahora está de moda el rapado al cero de los calvos, les da un aire moderno y "metrosexual". Por eso los habitantes de Bruguera nunca pasarán de moda. Me alegro volver a leerles en pleo agosto. ¡Un saludo!
Gracias por la visita y los comentarios, amigos Alfred y Mortadelón. Tomamos nota de las recomendaciones del primero y de la reflexión del segundo. Saludos.
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