Rafael Navarro o el empaque
Dijimos al hablar de Ángel Picazo que fácilmente podía intercambiar papeles con otro actor del que habíamos hablado antes en este weblog, Tomás Blanco,sin bien destacamos los matices que en sus distintas personalidades los hacían diferenciarse. Hoy vamos a referirnos a un tercer señor “serio y con bigote” que también participa de características generales y de trayectoria profesional que le colocarían en estrecha relación con los dos compañeros citados: Rafael Navarro. Como Ángel y Tomás, Rafael hace gala de su elegancia en el impecable vestir y en la precisa modulación y dicción de su voz. Mejora en esta última característica las prestaciones del señor Blanco y rivaliza en pie de igualdad con el señor Picazo. De éste último se distingue por el matiz de mayor severidad en su carácter. La autoridad que solía representar Ángel Picazo se teñía con tintes paternalistas y no estaba exenta de calidez humana, mientras que Rafael Navarro da la imagen de un médico que sólo receta inyecciones (“con agujas de pinchar”, que dirían los hermanos Malasombra) , o de un durísimo fiscal o de un gobernador de aquellos que la calle era suya y bien suya. La capacidad de Tomás Blanco para encarnar la respetabilidad empapada de un fondo cínico y canallesco, se encuentra a veces también presente en los registros de Rafael Navarro, mientras que difícilmente se hallan en los de Ángel Picazo. Hablando en términos profesionales, de ninguno de los tres puede decirse que completara una carrera cinematográfica rutilante, como actor “de pantalla”, siendo el que reúne mayor número de intervenciones en el cine Tomás Blanco y quizá, también, en las películas más memorables, mientras que Ángel Picazo, por su parte,sería quien habría cosechado mayores éxitos en los escenarios y nuestro protagonista de hoy, Rafael Navarro, quien de los tres habría destacado más notablemente, en el campo del doblaje. Los tres desarrollaron una labor interpretativa excelente y de similar relevancia en los mejores años de la producción dramática de Televisión Española, los que median entre 1964 y 1975.
Primeros pasos
Rafael Navarro García nació en Alicante en 1912 y falleció en Barcelona en 1993, ciudad en la que se había formado. Sus inicios artísticos, aúnsin cumplir la veintena, se producen en el grupo teatral “Los Amigos del Arte”, en 1931. Cuatro años más tarde consigue un contrato profesional en los estudios de barceloneses de doblaje “Acústica”, tras superar una prueba en la que tiene que doblar al actor Gustav Fröhlich en el film “Barcarola” (Gerhard Lamprecht,1935). Pronto une a sus funciones de actor las de director de doblaje y es en este terreno donde su labor profesional se desarrolla preferentemente en su juventud. Para su debut en las pantallas ofreciendo su imagen debe esperar tan sólo un par de años, pues lo hace, todavía inmersa España en su hiriente conflicto bélico, en el film de ambientación barcelonesa “Barrios bajos”, con el que el director Pedro Puche (Yecla 1887, Barcelona 1959), un especialista en doblaje que prolongó su trabajo tras la cámara tan sólo unos pocos títulos más, hasta dejar el oficio de director de cine en 1942, adaptaba al cine la obra del mismo título de Luis Elías. Durante los años cuarenta, Rafael Navarro simultanea sus intervenciones cinematográficas (preferentemente vinculadas a producciones, como la citada anteriormente, generadas en la Ciudad Condal) con el teatro, formando parte, como primer actor, de la compañía de Irene López de heredia y en el Teatro de la Comedia, en Madrid, donde representa a Jardiel en éxitos tales como "Los habitantes de la casa deshabitada" (obra estrenada en 1942). Anotemos que, una vez más, Enrique Jardiel Poncela, como dijimos a propósito de José María Escuer, Carlos Lemos, o Ángel Picazo, vuelve a estar presente en el desarrollo de la carrera de un actor relevante.
Es con el uso de la voz como Rafael Navarro se hace con un lugar en el Olimpo actora, en mayor medida que con su propia presencia en pantalla o en escena. Tras los años en "Acústica", empresa de doblaje en la que, por ejemplo, lleva a cabo un magnífico trabajo como voz de Ronald Colman en "Horizontes perdidos" (Frank Capra, 1937), pasa, en 1949, a "Parlo Films". Cuando Ignacio F. Iquino compra estos estudios, Rafael Navarro pasa a los de Metro Goldwyn Mayer y es en este periodo (que se prolonga hasta 1962, año de cierre de
episodios de la serie “La risa española”, de los que podemos señalar el original de Jorge Llopis, “Todos eran de Toronto”, donde actuaba, incorporando el papel de un tal doctor Simpson, junto a Arturo López, Lola Herrera, Luis Varela, Mercedes Barranco, María José Fernández e Ignacio de Paul. Asimismo, emitido por el UHF, el martes 17 de agosto de 1971, el episodio de la serie “Sospecha” con guión de Óscar McQueen, “Miedo al pasado” nos mostró a Rafael Navarro en el papel de Paul Glish, jefe de una secretaria (Monserrat Carulla en el papel de Ann Donovan) que consigue seducirle para que se case con ella, hasta que la inoportuna irrupción de una antigua amiga (Carmen Ansa como Lucy Grayson), modelo de profesión, parece echar por tierra sus sueños de confort matrimonial, en lo que debió ser una producción realizada en los Estudios de Miramar de Barcelona.
Últimos años: más cine, más tele y también radio
De esta etapa, cuando nuestro protagonista de hoy ha superado ya la edad habitual de la jubilación, nos consta su actividad como actor radiofónico (aunque, con una voz como la suya, nos extrañaría mucho que no hubiera trabajado antes en dicho medio) en Radio Nacional de España, actuando en piezas del programa “Teatro Breve”, que se emitían los sábados a las doce y media de la mañana, como, por ejemplo, el titulado “Sin razón”, adaptación de Marisol Carnicero de un relado de Ignacio Sánchez Mejías, con José Caride dando la réplica a Rafael Navarro.
La última aparición de Rafael Navarro en un programa de Televisión Española se sustancia en su breve intervención en el episodio de la serie original de Ana Diosdado “Anillos de oro”, “El país de las maravillas” (emitido en 1983), que protagonizaban Ana Marzoa, José María Pou y Manuel Tejada (el, como ya hemos dicho, omnipresente, en aquel entonces), en el papel de Don Andrés, el jefe de la protagonista. Una corta aparición para, de una simple pincelada, retratar uno de sus habituales tipos de personalidad severa y fuerte.
asimismo de la confección del guión. La escena en que Rafael Navarro se adueña momentáneamente del protagonismo de la película es la del descubrimiento del cadáver de doña Margot, la madre del homosexual interpretado por Rafael Alonso. Haciendo gala de su elegancia innata, Rafael Navarro toma el mando de las operaciones en la escalera de vecinos, cortando por lo sano y en seco, la creciente inquietud que se abate sobre ella: “Calma, calma. Ante todo, una gran calma”, declama. “En estos momentos tan dramáticos asumo el mando hasta que llegue la autoridad competente”, concluye para añadir, a renglón seguido (y conseguido el necesario silencio con sus rotundas frases): “¿Han llamado a la policía?”. Envía sin dudar a don Roque (José Bódalo) a cerrar el portal para que nadie salga del edificio, y con un distinguido ademán le aclara: “Se lo pido como jefe de la casa”. Lo que en principio es tomado como un asesinato (circunstancia que, precisamente dictamina, por vía de su autoridad de “jefe de la casa”, el personaje de Rafael Navarro), termina quedando en suicidio. Antes, ante el juez que se ha personado para levantar el cadáver, declara (tras bastantes rodeos) que el hijo de la difunta es un marica “Como una catedral, sí señor”. El momento, que consigue felicísimamente remarcar el alivio del personaje al poder expresar con naturalidad lo que tantos remilgos le estaba costando, esclavo de la corrección de su comportamiento acentuada por el respeto debido a la autoridad judicial, es excepcional y sirve como excelente colofón a la carrera de Rafael Navarro, incluso aunque su personaje, en una película de interminable reparto, ni siquiera tenga un nombre.
La muestra
Libros consultados que no figuran en entradas anteriores:
“José Antonio Nieves Conde. El oficio del cineasta” (40 semana internacional de cine. Valladolid 1995).”José Luis Dibildos. La huella de un productor” Francisco Javier Frutos, Antonio Lloréns (43 Semana Internacional de Cine. Valladolid 1998). “Joseph Maria Forn. Indústria i identitat”, Ángel Quintana (Filmoteca de Catalunya, 2007).
NOTAS: IMDB atribuye la presencia de Rafael Navarro a dos films previos a “Barrios bajos”, “Don Juan diplomático” (George Melford, Enrique Tovar, 1931) y “La buenaventura” (William C. McGann, 1934), pero debe tratarse de otro actor con el mismo nombre, con toda probabilidad, ya que son producciones USA y nuestro protagonista de hoy, según las fuentes consultadas, no nos consta que participara en ellas. Tampoco intervino en la película de José López Rubio "Sucedió en Damasco" (1943), comedia musical de ambientación orientalista protagonizada por Miguel Ligero, pues el Rafael Navarro que en ella interpretaba el papel de Gran Visir era otro actor, de segundo apellido Alonso. Por otra parte, el nombre de la actriz en cuya compañía trabajó Rafael Navarro en los años cuarenta que figura en el "Diccionari " consultado es Irene Sáenz de Heredia. He corregido y he puesto Irene López de Heredia porque no me consta la existencia de ninguna actriz que llevara el nombre citado en primer lugar, por lo que he debido considerarlo una errata.
Primeros pasos
Rafael Navarro García nació en Alicante en 1912 y falleció en Barcelona en 1993, ciudad en la que se había formado. Sus inicios artísticos, aúnsin cumplir la veintena, se producen en el grupo teatral “Los Amigos del Arte”, en 1931. Cuatro años más tarde consigue un contrato profesional en los estudios de barceloneses de doblaje “Acústica”, tras superar una prueba en la que tiene que doblar al actor Gustav Fröhlich en el film “Barcarola” (Gerhard Lamprecht,1935). Pronto une a sus funciones de actor las de director de doblaje y es en este terreno donde su labor profesional se desarrolla preferentemente en su juventud. Para su debut en las pantallas ofreciendo su imagen debe esperar tan sólo un par de años, pues lo hace, todavía inmersa España en su hiriente conflicto bélico, en el film de ambientación barcelonesa “Barrios bajos”, con el que el director Pedro Puche (Yecla 1887, Barcelona 1959), un especialista en doblaje que prolongó su trabajo tras la cámara tan sólo unos pocos títulos más, hasta dejar el oficio de director de cine en 1942, adaptaba al cine la obra del mismo título de Luis Elías. Durante los años cuarenta, Rafael Navarro simultanea sus intervenciones cinematográficas (preferentemente vinculadas a producciones, como la citada anteriormente, generadas en la Ciudad Condal) con el teatro, formando parte, como primer actor, de la compañía de Irene López de heredia y en el Teatro de la Comedia, en Madrid, donde representa a Jardiel en éxitos tales como "Los habitantes de la casa deshabitada" (obra estrenada en 1942). Anotemos que, una vez más, Enrique Jardiel Poncela, como dijimos a propósito de José María Escuer, Carlos Lemos, o Ángel Picazo, vuelve a estar presente en el desarrollo de la carrera de un actor relevante.
Excelente doblador
Es con el uso de la voz como Rafael Navarro se hace con un lugar en el Olimpo actora, en mayor medida que con su propia presencia en pantalla o en escena. Tras los años en "Acústica", empresa de doblaje en la que, por ejemplo, lleva a cabo un magnífico trabajo como voz de Ronald Colman en "Horizontes perdidos" (Frank Capra, 1937), pasa, en 1949, a "Parlo Films". Cuando Ignacio F. Iquino compra estos estudios, Rafael Navarro pasa a los de Metro Goldwyn Mayer y es en este periodo (que se prolonga hasta 1962, año de cierre de
DIPENFA, empresa que se había subrogado las actividades de la MGM), cuando cosecha sus mayores triunfos y, de paso, puebla la memoria del espectador español con sus actuaciones prestando la voz a Robert Taylor, Glenn Ford y, muy especialmente (por la relevancia mítica de los papeles adjudicados) Charlton Heston, quedando para la historia del espectador hispano la voz de Rafael Navarro como la de Moisés o Ben Hur, con lo que puede hacérsele, en buena medida, responsable de la imperecedera huella que tales personajes dejaron en la memoria colectiva y de la grandeza que para el cinéfilo ganaron las estrellas hollywoodienses. Nunca Glenn Ford estuvo tan convincente como cuando se benefició de la voz de Rafael Navarro, ni Robert Taylor derrochó mayor calidad dramática como cuando era el actor alicantino quien hablaba por él. El propio Paul Newman, a pesar de no ser la voz de Rafael Navarro la que se identifica más habitualmente con él, fue doblado en alguna ocasión muy remarcable por nuestro protagonista de hoy, como en “La gata sobre el tejado de zinc” (Richard Brooks, 1958). La popular adaptación de la obra homónima de Tenesse Williams, que contaba con los valores seguros para la taquilla de las bellezas insólitas de Elizabeth Taylor y Paul Newman combinadas, más la excelencia interpretativa de grandes actores de carácter como Judith Anderson, Burl Ives y Jack Carson, contenía, para beneficio del público español, algunos parlamentos de recuerdo perenne a cargo de Rafael Navarro, como el monólogo que podríamos denominar como “Mendacidad”, hacia el final de la obra, cuando el personaje de Brick se enfrenta dialécticamente a su anciano y enfermo padre tratando de explicar su autodestructiva actitud.
Dando la cara en el cine
Rafael Navarro protagoniza “Alas de la paz”, película estrenada el 16 de agosto de 1943, aunque producida dos años antes. Se trata de una comedia cuyo argumento, guión y diálogos son del propio director, Juan Parellada Estelrich protagonizada por su esposa, la actriz Lys de Valois, y que merece, por todo comentario, una frase desabrida y definitoria en el libro editado por el Instituto Samper, “El cine en 1943”: Nada en nuestro favor dice esta película, que, bien orientada, pudo ser aceptable”. El esforzado creador del fiasco no volvió a dirigir ninguna otra película (fracasando en el intento de llevar a la pantalla una historia de José María Pemán sobre la batalla de Lepanto) y se convirtió en un teórico del cine “exiliado” en la dulce arcadia de París, llegando a ser profesor de español en la Sorbona.
De aquellos años, destacable es “Se le fue el novio” (1945), por suponer el debut de su director, el notable Julio Salvador y por contar con el protagonismo del gran Fernando Fernán-Gómez, además de una intervención de la posteriormente universal Sara Montiel. A las órdenes de Julio Salvador, Rafael Navarro vuelve a ponerse en el film “Duda” (1951) que tenía a Conrado San Martín, Elena Espejo y Francisco Rabal como protagonistas. Si los guionistas del film precedente eran Manuel Tamayo y Julio Coll, el primero había sido el director de “Un soltero difícil” (1950), quedando el segundo al cuidado de la redacción del guión, en colaboración con Juan Aguilar Catena. El resto del equipo, otra producción de Emisora Films, de la etapa en que Ignacio F. Iquino ya había abandonado la empresa y ésta había quedado a cargo de su cuñado y ex-socio, Francisco Ariza, es similar, repitiendo Conrado San Martín y Elena Espejo, además de Rafael Navarro, entre otros, con la adición del magnífico Ángel Picazo, a quien también encontramos en una película anterior de la misma productora, “Pacto de silencio”. A Rafael Navarro le reparten el papel de fiscal en este film de 1949 dirigido por Antonio Román (seudónimo de Antonio Fernández García de Quevedo) , que citamos con ocasión de la entrada dedicada a Ángel Picazo, y del que destacamos entonces que supone el único guión en el que aparece la firma del gran crítico cinematográfico Alfonso Sánchez.
En la sensacional “Mi adorado Juan” (1950), película firmada por Jerónimo Mihura pero que cuya responsabilidad máxima de su existencia cabe imputar a su hermano Miguel (autor no sólo de guión y diálogos, sino también director de actuación), Rafael Navarro personifica al tipo sensato y mediocre del envidioso doctor Manríquez, quien, encarnación de lo mediocre, aburrido y “recto” (en unos parámetros similares a los que representaba Guillermo Marín en su papel de “La vida en un hilo” –Edgar Neville, 1943-) aspira al amor de la exquisita Eloísa Palacios (Conchita Montes), subyugada a su vez por el extravagante encanto del excéntrico Juan del título (Conrado San Martín). La personal creatividad del autor de “Maribel y la extraña familia” otorgan a esta producción de Emisora Films una entidad diferente al resto con las que, por otra parte, tantos recursos técnicos y artísticos comparte. Recordemos que también dijimos alguna cosilla de esta cinta cuando nos ocupamos del gran Juan de Landa, quien compone en ella uno de sus tipos más memorables.
En 1955, Rafael Navarro obtiene un papel en una de las películas que realizara el matrimonio formado por el director Gonzalo Delgrás (colega, además, del actor, por su dedicación a la dirección de doblajes) y la guionista y actriz Margarita Robles, “El hombre que veía la muerte”, que citamos aquí con motivo de la entrada dedicada a Camino Garrigó. En el reparto, además de a José Suarez, Alicia Romay o Félix de Pomés, encontramos también a otro viejo amigo de este weblog, al que acabamos de recordar, Juan de Landa.
En los sesenta, antes del desembarco en TVE
Sin abandonar sus actividades sobre el escenario , Rafael Navarro recala en los años sesenta en la pequeña pantalla, pasando a formar parte del excelente cuadro de actores de los espacios dramáticos de TVE. Pero antes, ha participado en algunas películas ciertamente interesantes, encuadrables en el género negro, como “Muerte al amanecer” (1959, Josep Maria Forn) y las dos estrenadas en 1961 “Los cuervos”, de Julio Coll y “Regresa un desconocido”, de Juan Bosch.
“Muerte al amanecer”, una adaptación de la novela “El inocente”, de Mario Lacruz constituye uno de los títulos más conseguidos de toda la filmografía de su director, el catalán Josep Maria Forn (Barcelona, 14/4/1928). En ella se narra la acusación de asesinato de su padrastro que recae sobre el director de orquesta Delise (Antonio Vilar) en base a pruebas falsas que prepara Doria, un ambicioso agente de seguros que busca su rehabilitación profesional (José María Rodero) y a los testimonios tendenciosos de su interesado cuñado, el abogado Costa (José María Caffarell). El acusado, finalmente cae abatido por los disparos de un policía cojo (Pedro Porcel) del que había logrado huir antes, cuando su inocencia ha quedado demostrada, fatalmente, demasiado tarde. En el film, que tuvo muchas dificultades en su producción, casi arruinó a su director y productor (el propio Forn), que tuvo que hacer frente a un rodaje muy complicado financiera, administrativa y artísticamente. Por un lado, la “estrella” Antonio Vilar se declaró en rebeldía tras comprender que le habían contratado para
hacer el papel de sospechoso y no el de policía y se mostró poco colaborador hasta abandonar definitivamente el rodaje, tras lo que se dedicó a pleitar con Forn (y hasta a pelearse a puñetazos), quien tuvo que terminar rodando sus escenas de interiores (en los estudios IFI de Iquino, por cierto) utilizando hasta cinco dobles a los que no se les veía el rostro. Por si esto fuera poco, por otro lado, la censura se encargó de entorpecer la producción al no aceptar que el personaje del investigador fuera un representante de las fuerzas de orden público, lo que obligó a convertirlo en un agente de seguros y a “desdoblarlo” en el policía que dispara contra el “inocente” al final del film. Estas demoras en el proceso de confección del film casi arruinan a
su responsable, que se veía obligado a dilatar el periodo de gastos sin obtener ingresos cuando, precisamente, acababa de adquirir la productora Teide y más necesitaba rematar prontamente el rodaje. La participación de Rafael Navarro en el film es, por último, meramente episódica.
“Los cuervos” trata de describir el deshumanizado y cruel mundo de los negocios mediante la narración de las suicidas decisiones (desde el punto de vista mercantil) de un magnate al que se le diagnostica una enfermedad incurable. Sus socios tratarán de apoderarse de la riqueza antes de que esta desaparezca. El héroe del film, encarnado por Arturo Fernández, intentará por todos los medios adoctrinar al atribulado desahuciado (Jorge Rigaud) para que la empresa siga a flote, generando bienestar para la
sociedad. Con Francisco Morán, Ana María Noé, Rafael Durán, Santiago Rivero, José María Caffarell y Rosenda Monteros en papeles destacados, la intervención de Rafael Navarro es meramente episódica pero convincente.
“Regresa un desconocido” cuenta nuevamente con el protagonismo de Arturo Fernández, quien en los primeros años sesenta (y habitualmente doblado) fue cabecera de cartel en un buen número de “films noir” españoles, y narra las desgraciadas vicisitudes de un individuo al que, en el transcurso de una timba, hacen creer que ha sido autor de un homicidio para encubrir un asesinato real. La película reunía un plantel de especialistas en el género, como Jorge Rigaud o Luis Induni, a la guapa Edith Elmay en un papel de mujer fatal con dos caras que cumple con la misión de perder y auxiliar alternativamente al héroe, y al incipiente Pedro Osinaga, víctima ficticia primero y real después de la trama criminal. Pero el verdadero hallazgo de la película es Rafael Navarro en el papel del malvado Mario, jefe del gang de delincuentes, atracador, extorsionador y desalmado sin escrúpulos que exhibe una dureza
cortante, seca, espectacular. Es el Mario de Rafael Navarro uno de esos villanos despiadados que no dudan en remangarse y emplear los puños para vapulear al entrometido insecto que se les presente (en este caso, el pobre Arturo Fernández), aunque luego deje que sus sicarios (dos gorilas con maneras de boxeadores) terminen el trabajo. En el climax final del film, protagoniza un tiroteo crudo y negrísimo en el asedio a la cabaña en la playa donde se refugian Arturo Fernández y Luis Induni. Como es obligado en todo villano que se precie de serlo, Rafael Navarro termina mordiendo el polvo entre horribles estertores, culminando así una creación brillante.
Participando del brillo de la “Edad de Oro” de TVE
Con un prestigio cimentado, fundamentalmente, sobre su trabajo de doblador, Rafael Navarro accede a la plantilla de actores de Televisión Española y se ve inmerso en la vorágine (hoy prácticamente inconcebible) de espacios dramáticos que en Prado del Rey de Madrid se realizan diariamente. Junto a fenomenales compañeros, de los que ya hemos hablado aquí y al lado de otros, de los que hablaremos en el futuro, Rafael Navarro participa en diferentes espacios tales como “Ficciones”, “Novela” (con títulos tan memorables como “El hombre de la oreja rota”, “La dama de blanco” o Raffles”) o “Teatro de siempre”. En el mítico “Estudio Uno” hace, por ejemplo, el cínico Algernon de “La importancia de llamarse Ernesto”, de Oscar Wilde,
al lado de Francisco Valladares, Lola Herrera, Margot Cottens, Alberto Fernández, Alfonso del Real, María Julia Díaz y Rosario García Ortega, en versión adaptada por Juan Guerrero Zamora y emitida en diciembre de 1968 . También ese año se emite el “Julio César” de William Shakespeare (versión de José Méndez Herrera) en el que Rafael Navarro, bajo la dirección de Pedro Amalio López interpreta un Casio magnífico, tan soberbio que no desmerece del que John Gielgud ofreció a las órdenes de Joseph L. Mankiewicz. Un insólito Rafael Navarro, sin su característico bigote, ni sus gafotas, ni su habitual e impecable traje cruzado se muestra al espectador revestido de una categoría nueva, especial, de artista superior, que recuerda al gran actor sueco, habitual de Ingmar Bergman, Gunnar Björnstrand. A su lado, Luis Prendes, como Bruto, resulta algo inseguro, quizá por el carácter más dubitativo de su personaje, y el Marco Antonio de Arturo López, se revela un tanto pueril. Ismael Merlo, como César, permanece al margen de las comparaciones, como su propio personaje.
Además de las dos muestras previas del trabajo de Rafael Navarro en obras clásicas e intemporales, podemos destacar sus participaciones en series más cercanas a las coyunturas cotidianas, como, sin salir del mismo espacio “Estudio Uno”, en la obra reseñada en la entrada dedicada a Valeriano Andrés, la original de Alfonso Paso, emitida en mayo de 1971, “De profesión sospechoso”, o, ya en lo que denominaríamos “comedias de situación”, sus varias apariciones en la serie original de Luis Emilio Calvo Sotelo, protagonizada por Juanjo Menéndez, “Historias de Juan Español”, emitida en dos temporadas, en los años 1972 y 1973; o en la serie “Si yo fuera rico”, protagonizada por Antonio Garisa, original (una vez más) de Alfonso Paso y con guión suyo y de Romano Villalba, en el episodio “Si yo fuera inteligente”, emitido el miércoles 20 de febrero de 1974, con realización de Manuel Aguado, donde hacía el papel de “Julio” y con Luisa Sala, Alfonso del Real y Alberto Bové como compañeros de reparto. También, por citar algunos ejemplos más, en el verano del año 1969, participó en 3
episodios de la serie “La risa española”, de los que podemos señalar el original de Jorge Llopis, “Todos eran de Toronto”, donde actuaba, incorporando el papel de un tal doctor Simpson, junto a Arturo López, Lola Herrera, Luis Varela, Mercedes Barranco, María José Fernández e Ignacio de Paul. Asimismo, emitido por el UHF, el martes 17 de agosto de 1971, el episodio de la serie “Sospecha” con guión de Óscar McQueen, “Miedo al pasado” nos mostró a Rafael Navarro en el papel de Paul Glish, jefe de una secretaria (Monserrat Carulla en el papel de Ann Donovan) que consigue seducirle para que se case con ella, hasta que la inoportuna irrupción de una antigua amiga (Carmen Ansa como Lucy Grayson), modelo de profesión, parece echar por tierra sus sueños de confort matrimonial, en lo que debió ser una producción realizada en los Estudios de Miramar de Barcelona.
De estos años, primeros de la década de los setenta, es el episodio de “Pequeño estudio” que adaptaba el relato de Ramón Gómez de la Serna “EL cólera azul”, publicado por vez primera en 1923 y recogido en un volumen de relatos del mismo título en 1934. La versión televisiva era de Pedro Gil Paradela y la realización del aragonés Alfredo Castellón. Se trata de la historia, prácticamente un mito universal, que podríamos llamar “la dama desaparecida” o “la habitación de hotel desaparecida” que ha dado lugar a un buen número de narraciones y películas, que, en su versión más habitual, cuenta cómo dos inglesas, madre e hija, llegan a un hotel del París de la Exposición Universal de 1889 y cómo la madre muere en su habitación al poco de instalarse
mientras su hija está dando un paseo. A su regreso, nadie reconoce haber visto a la difunta y hasta la habitación en que falleció ha desaparecido. Se trata de ocultar una terrible epidemia para evitar el pánico de la numerosa concurrencia. En el espacio del que nos ocupamos, Mercedes Prendes y Silvia Tortosa (guapísima) encarnan a la Viuda de Teixeira y a su hija María de la Concepción, que llegan al hotel “Los Restauradores” de Lisboa, procedentes de sus propiedades en Angola.
Marcelo, el elegantísimo gerente del hotel (Rafael Navarro), las recibe atento, como viene haciendo cada año, por la misma época. Un joven, encarnado por Francisco Valladares, se dedica a flirtear con la recién llegada, cuando esta sale a dar un paseo. Después, de vuelta al hotel, el terrible desconcierto, la pesadilla, las incomprensibles negativas y la cruel revelación final.
De esta etapa cabe señalar que, a pesar de figurar en la IMDB en el reparto del “Don Gil de las Calzas Verdes” del Estudio Uno emitido en junio de 1971, lo cierto es que Rafael Navarro no forma parte del reparto. En el elenco recogido en la socorrida base de datos de internet de este espacio figuran también Luis Varela, Victoria Vera , Félix Navarro y Lola Herrera, pero ninguno de ellos intervino en tal programa. Se subsanará.
En la serie original de Agustín Ysern (que igualmente era responsable de la canción de cierre, “¡Oh, Pili, oh!”), “Pili, secretaria ideal” (de formato, por cierto, muy semejante al de una historieta cualquiera de las típicas de una página de los tebeos de la editorial Bruguera de los años setenta) Rafael Navarro figura en diversas intervenciones en el papel del director de empresa don Arturo, como, por ejemplo, en el titulado “Magnetismo”, emitido el 5 de abril de 1975 o en el de una semana más tarde, que llevaba por título “Bodas de plata”, en lo que se califica, al igual que en el caso de su compañero de reparto, Venancio Muro en su papel del
conserje Eulogio, de “colaboración especial”. Su personaje de esta serie, el adusto don Arturo representa al jefe máximo de la empresa en la que trabajan los dos protagonistas, el don Ramón Menéndez de José María Prada y su secretaria, la atolondrada Pili Pérez del título a quien encarnaba la idónea Elena María Tejeiro, en un escalafón que, como hemos dicho, recuerda a algunas historietas bruguerianas con duplicidad de mandos, como son las de Francisco Ibáñez“.El botones Sacarino” o la misma “Mortadelo y Filemón”, desde la incorporación del Superintendente Vicente. En el episodio citado en segundo lugar, en el que también colabora el anciano Emilio Espinosa, como don Olegario, el homenajeado don Arturo, para cuyo discurso laudatorio se presta la protagonista de la serie, se ve finalmente cazado para otorgar una gratificación para todos sus empleados por la hábil y osada secretaria. La realización de la serie, una “sitcom” intrascendente que pasó sin demasiada pena ni mucha gloria, corría a cargo del ubicuo en aquellos años de TVE Enrique Martí Maqueda.
Rafael Navarro es requerido por Narciso Ibáñez Serrador para actuar en su serie “Historias para no dormir” con relativa frecuencia (3 episodios), tal como dijimos de Estanis González, con quien coincide en los repartos de dos: “El cuervo” (1967) y “El televisor” (1974), siendo el restante “El cumpleaños”, emitido en 1968. De entre los tres destaca muy especialmente el citado en primer lugar, pues en él Rafael Navarro se erige como protagonista absoluto, encarnando magníficamente a un inolvidable Edgar Allan Poe romántico, retador, orgulloso, brillante y finalmente trágico. Le secundan grandes intérpretes, como Luis Peña, Javier Loyola, Nélida Quiroga y la muy hermosa Paloma Valdés.
Con simultaneidad a esta vorágine laboral en la pequeña pantalla, el actor alicantino, casado con la actriz Maruja Montesinos, tiene tiempo para hacer sus pinitos como autor teatral, tarea que le lleva a estrenar una obra, escrita en valenciano, la titulada “Lo que’s deu venerar”.
También continúa actuando en los escenarios, siendo uno de los integrantes, por ejemplo, del reparto del montaje escénico del Teatro Nacional de Cámara y Ensayo de la obra “La baíííía”, de Philippe Adrien, que se estrenó el 30 de enero de 1968 en el Teatro Beatriz de Madrid, con las sensacionales Irene Gutiérrez Caba, Maria Luisa Ponte y los estupendos Manuel Galiana y Arturo López en el reparto, bajo la dirección de Daniel Bohr y que fue calificada por algún crítico como "comedia casi hippie y ejercicio verborreico".
Últimos años: más cine, más tele y también radio
José Antonio Nieves Conde le reclama para que participe en dos de sus películas tardías, lejanas ambas de la meritoria, inspirada e influyente “Surcos” o de la muy perseguida “El inquilino” . El director falangista, en los tiempos del tardo-franquismo y la transición realiza un cine desmañado y sin pulso, producto estas deficiencias, tal vez, de la desorientación que por causa de la lucha con la censura había ido sustituyendo a sus convicciones. El caso es que rueda “Casa Manchada”, que adapta una novela de Emilio Romero, en 1975 y “Volvoreta”, trasunto cinematográfico de la obra homónima de Wenceslao Fernández Florez, en 1976. Mientras la primera tarda cinco años en estrenarse en Madrid en los cines Bilbao, Vergara, Princesa y Windsor B (el 9 de junio de 1980), la segunda, “amparándose” en el gancho de la reciente Miss Universo, Amparo Muñoz, tiene mejor suerte y se estrena en la capital de España el año de su realización, concretamente, el 18 de agosto, en el cine Palafox.
De la adaptación de “Volvoreta”,José Antonio Nieves Conde explica que fue un encargo que se vio obligado a aceptar en condiciones muy negativas para la buena marcha del proyecto. Rafael Gil, que había sido su maestro y mentor y quien le había brindado su primera oportunidad de dirigir cine, le pidió que se hiciera cargo del rodaje cuando despidió al director con quien había contado inicialmente, Rafael Moreno Alba, por discrepancias artísticas irreconciliables. Gil, admirador desde siempre de Wenceslao Fernández Flórez (cuya obra había trasladado reiteradamente a la pantalla, llegando incluso a ofrecer dos versiones de la misma historia, caso de “El hombre que se quiso matar”) era el productor de “Volvoreta”, film que pretendía llevar al cine una de las primerísimas novelas del escritor gallego, anterior incluso a que éste hallara su definitivo estilo fundamentado en el humor. La personalidad de Fernández Flórez, que podía conocerse con bastante exactitud a través de las numerosas adaptaciones al cine que de su obra realizó el mismo Rafael Gil (en este sentido, es paradigmático el título “Huella de luz”, en el que el protagonista, Antonio Casal, es un hombre sensible y tímido que vive con su madre, en parecidas circunstancias vitales a las que el propio autor vivió con la suya) todavía exenta de la deriva humorística que le habría de encumbrar,
impregnaba la trama tristona de la novela. Pero, por encima de este tono, lo que ha quedado es una película fallida, en la que se impusieron las dificultades impuestas por la premura de tiempo con que se rodó (especialmente, un guión sin perfilar que Nieves Conde iba modificando sobre la marcha y, también, las exigencias artísticas de la “diva” Amparo Muñoz). Como el propio director reconoció, sólo fue posible concluir la filmación merced a los buenos oficios y a la comprensión del equipo técnico y artístico, con especial mención para los actores secundarios que colaboraron “más allá del cumplimiento del deber”, entre los cuales se hallaba Rafael Navarro.
La otra mitad de este díptico de lo que podríamos llamar “Nieves Conde Tardío” la compone “Casa Manchada”, adaptación de la novela de Emilio Romero en la que se narra la especie de maldición que persigue a los sucesivos propietarios de la propiedad del título que les lleva a ser suprimidos violentamente por causa de las convulsos vaivenes que sacuden la historia de España desde 1867 hasta la posguerra. Con tal premisa de fondo, la película cuenta, más en primer plano, los esfuerzos amatorios de su protagonista (encarnado por el hollywoodiense Stephen Boyd, el mítico Messala del Ben Hur de William Wyler) para beneficiarse a su propia enfermiza y santa mujer (con la apariencia respetable de la “deborahkerriana” Carmen de la Maza), a la hermosa, turbadora y misteriosa buscavidas Laura (Sara Lezana) y a la advenediza Rosa (interpretada por la italiana Paola Senatore). La película presenta un acabado tosco en la forma y cierto innegable y grosero simplismo en la exposición de sus tesis. Con todo, como suele ser norma en el cine producido en España, vale la pena por el desfile de secundarios, alguno de ellos ya en los últimos compases de su trayectoria, como Jorge Rigaud (que tuvo un final, dicen, bastante patético, próximo a la indigencia por causa de su adicción al juego) en el papel del médico del lugar, don Jerónimo, o Roberto Camardiel, que, en su papel de guardia civil, lleva muy dignamente el tricornio, el mismo, probablemente, que portará en la rodada posteriormente aunque estrenada antes, “Guerreras verdes” (Ramón Torrado, 1976). No menos recordable es la intervención de Alfonso del Real, que con admirable entereza efectúa un lamentable número de “loca” ataviado con un tu-tú. En su papel habitual de sinvergüenza encontramos a Ricardo Merino y al orondo Cris Huerta lo hallamos caracterizado como el jefe del “maquis” que secuestrará al protagonista, en cuya operación de rescate, perderá la vida. El gobernador de la zona, al que vemos participando en una montería al gusto tradicional del régimen franquista y luego advirtiendo al protagonista de los peligros de las incursiones de los “maquis” y, finalmente, provocando su muerte al desoír las advertencias de los delincuentes haciendo intervenir a las fuerzas del orden, es el papel que corresponde a Rafael Navarro el cual, se muestra acertadísimo e idóneo a partes iguales. “Da el papel” a la perfección y cuando asegura, presumiendo, que él “ha sido legionario” (a lo que Stephen Boyd apostilla: “Sí, hombre, pero en las oficinas de Salamanca”) resulta extraordinariamente convincente.
En Televisión Española, a finales de los años setenta y principios de los ochenta, la producción de dramáticos vive un no muy airoso intento de reverdecer viejos laureles. Se desentierra el “Estudio uno” y los resultados no prenden entusiasmos. Ejemplo de ello sería la versión de “Los ladrones somos gente honrada” (emitida en 1979) en la que Rafael navarro incorpora el papel de Felipe Arévalo, el futuro suegro del protagonista, Daniel “El Pelirrojo” (Manuel Tejada, una presencia constante en esos años televisivos). La sensación general del programa es que ha envejecido mal, tanto el formato, como la realización, como sus intérpretes. El ritmo que debía ser enloquecido para resultar gracioso, se amolda cansino a una realización desangelada (debida al zaragozano Alfredo Castellón) y a unos intérpretes demasiado pasados de edad. Francisco Sanz, por ejemplo, siempre eficaz hasta unos años antes, aparece, en el papel del inspector de policía, bastante apolillado. Queta Claver o José Riesgo (éste, especialmente) no parecen tampoco lo suficientemente ágiles como para servir los febriles diálogos de la intrincada comedia. Juanito Navarro, en el papel de “El Tío del gabán”, con sus tics, Antonio Medina, siempre antipático, o Pepe Ruiz, que desempeña el agradecido rol de “El Castelar”, se limitan a cumplir.
De esta etapa, cuando nuestro protagonista de hoy ha superado ya la edad habitual de la jubilación, nos consta su actividad como actor radiofónico (aunque, con una voz como la suya, nos extrañaría mucho que no hubiera trabajado antes en dicho medio) en Radio Nacional de España, actuando en piezas del programa “Teatro Breve”, que se emitían los sábados a las doce y media de la mañana, como, por ejemplo, el titulado “Sin razón”, adaptación de Marisol Carnicero de un relado de Ignacio Sánchez Mejías, con José Caride dando la réplica a Rafael Navarro.
La última aparición de Rafael Navarro en un programa de Televisión Española se sustancia en su breve intervención en el episodio de la serie original de Ana Diosdado “Anillos de oro”, “El país de las maravillas” (emitido en 1983), que protagonizaban Ana Marzoa, José María Pou y Manuel Tejada (el, como ya hemos dicho, omnipresente, en aquel entonces), en el papel de Don Andrés, el jefe de la protagonista. Una corta aparición para, de una simple pincelada, retratar uno de sus habituales tipos de personalidad severa y fuerte.
Un año antes, Rafael Navarro se despedía de las pantallas cinematográficas con una intervención en la superproducción de José Luis Dibildos, “La colmena”. Este productor, uno de los últimos que merecieron tal nombre en el cine español, ya había contado con el actor en sus proyectos “Los nuevos españoles”(Roberto Bodegas, 1974) y “Hasta que el matrimonio nos separe” (Pedro Lazaga, 1977), dos muestras de aquel cine que se dio en llamar de “La tercera vía” que el marido de Laura Valenzuela se prodigó en fomentar y en las que nuestro protagonista de hoy tuvo sendas colaboraciones de escasa entidad. En la película que había de suponer la despedida de Rafael Navarro de la gran pantalla, la dirección corrió a cargo del especialista máximo del cine español en trasladar novelas al cine, el siempre correcto, y a menudo algo más, Mario Camus. Si he destacado el papel del productor de este film, que fue multipremiado con el Oso de Oro de Berlín y también, en casi todas las categorías de los premios concedidos por el Círculo de Escritores Cinematográficos (cosechando los galardones correspondientes a mejor película, mejor director, mejor guión, mejor música (Antón García Abril), mejor actor principal (Rafael Alonso), mejor actor secundario (Luis Barbero), mejor actriz secundaria (Mari Carrillo), es porque una película de tal complejidad exige de un productor un grado máximo de implicación y de capacidad resolutiva, a lo que no es ajeno el hecho de que se ocupó
asimismo de la confección del guión. La escena en que Rafael Navarro se adueña momentáneamente del protagonismo de la película es la del descubrimiento del cadáver de doña Margot, la madre del homosexual interpretado por Rafael Alonso. Haciendo gala de su elegancia innata, Rafael Navarro toma el mando de las operaciones en la escalera de vecinos, cortando por lo sano y en seco, la creciente inquietud que se abate sobre ella: “Calma, calma. Ante todo, una gran calma”, declama. “En estos momentos tan dramáticos asumo el mando hasta que llegue la autoridad competente”, concluye para añadir, a renglón seguido (y conseguido el necesario silencio con sus rotundas frases): “¿Han llamado a la policía?”. Envía sin dudar a don Roque (José Bódalo) a cerrar el portal para que nadie salga del edificio, y con un distinguido ademán le aclara: “Se lo pido como jefe de la casa”. Lo que en principio es tomado como un asesinato (circunstancia que, precisamente dictamina, por vía de su autoridad de “jefe de la casa”, el personaje de Rafael Navarro), termina quedando en suicidio. Antes, ante el juez que se ha personado para levantar el cadáver, declara (tras bastantes rodeos) que el hijo de la difunta es un marica “Como una catedral, sí señor”. El momento, que consigue felicísimamente remarcar el alivio del personaje al poder expresar con naturalidad lo que tantos remilgos le estaba costando, esclavo de la corrección de su comportamiento acentuada por el respeto debido a la autoridad judicial, es excepcional y sirve como excelente colofón a la carrera de Rafael Navarro, incluso aunque su personaje, en una película de interminable reparto, ni siquiera tenga un nombre.
La muestra
Del arte interpretativo de Rafael Navarro, hemos seleccionado una pequeña muestra procedente del film “Regresa un desconocido”. Le dan réplica Arturo Fernández (auxiliado con la voz de Arsenio Corsellas) y Edith Elmay (a la que presta su voz Roser Cavallé). En apenas un minuto, Rafael Navarro hace un ajustado alarde de empaque, de dominio, y eso tan complejo que llamamos “saber estar”.
Libros consultados que no figuran en entradas anteriores:
“Diccionari del cinema a Catalunya”, obra dirigida por Joaquim Romaguera i Ramió, de la que me han sido especialmente útiles, la entrada dedicada al actor Rafael Navarro, escrita por David Ferrer i Campuzano y también la dedicada a Juan Parellada, escrita por Carles Còdol i Soler.
“José Antonio Nieves Conde. El oficio del cineasta” (40 semana internacional de cine. Valladolid 1995).”José Luis Dibildos. La huella de un productor” Francisco Javier Frutos, Antonio Lloréns (43 Semana Internacional de Cine. Valladolid 1998). “Joseph Maria Forn. Indústria i identitat”, Ángel Quintana (Filmoteca de Catalunya, 2007).
NOTAS: IMDB atribuye la presencia de Rafael Navarro a dos films previos a “Barrios bajos”, “Don Juan diplomático” (George Melford, Enrique Tovar, 1931) y “La buenaventura” (William C. McGann, 1934), pero debe tratarse de otro actor con el mismo nombre, con toda probabilidad, ya que son producciones USA y nuestro protagonista de hoy, según las fuentes consultadas, no nos consta que participara en ellas. Tampoco intervino en la película de José López Rubio "Sucedió en Damasco" (1943), comedia musical de ambientación orientalista protagonizada por Miguel Ligero, pues el Rafael Navarro que en ella interpretaba el papel de Gran Visir era otro actor, de segundo apellido Alonso. Por otra parte, el nombre de la actriz en cuya compañía trabajó Rafael Navarro en los años cuarenta que figura en el "Diccionari " consultado es Irene Sáenz de Heredia. He corregido y he puesto Irene López de Heredia porque no me consta la existencia de ninguna actriz que llevara el nombre citado en primer lugar, por lo que he debido considerarlo una errata.
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61 Comments:
Es posible que ese "Don Juan diplomático" se trate de una errata. Aunque no sé hasta qué punto. Melford por aquellos años había dirigido una versión curiosísima del DRACULA de Browning, con equipo hispano-mexicano, que a decir de muchos críticos es muy recomendable. El español Carlos Villarías hizo el papel del conde sangriento (dicen que fue superior al de Lugosi)y la mexicana Lupita Tovar (que luego casaría con un agente artístico de Hollywood) era la heroina.
Sería interesante agenciarse una copia de ese filme de Melford. Como de SUCEDIO EN DAMASCO. Me ha puesto los dientes largos con ese pastiche de orientalia y musical. Y, encima, Sarita Montiel encabezando tanto dislate.
Veo que venera los doblajes. Habría que ser prudentes con tanto atentado cultural que sufrió nuestro país a partir de la dictadura. De todos modos, siempre exigiremos los "exigentes" la calidad ante cualquier adulteración. En mi infancia, aprendí que mi maestra Bette Davis sin la voz de Matilde Conesa era menos ella. Soy un hijo de las impurezas del siglo.
Es una gran escena esa de la GATA sobre el tejado de cinc. Me ha emocionado recordar fugazmente a Burl Ives (estupendo cantante de country, además)y ese momento de feliz embolia (¿Por que le da una embolia, no?. ¿O es una metástasis de éxtasis?). Prácticamente lo único que se entiende tras tanto tijeretazo (si señores. Que la censura no fue un invento español. Hollywood también olía ha podrido).
Navarro es el empaque. Como tantos. ¿Es dificil conseguir una copia de ese JULIO CESAR que usted menta con tanto derroche de detalles?. De shakesperianos, estoy bajándome un REY LEAR, me parece que por Bódalo de mediados de los sesenta. Y un Mercader de Venecia. Pero poco hay circulando en la red. En cuanto a reediciones de incunables seguimos estando tan subdesarrollados como los argentinos o brasileños.
Muy benévolo lo veo en su defensa del papel de Navarro en LA COLMENA. Ese Rafael Alonso inconmensurable, de mariquita tan franquista como sus verdugos. Entre fascisbrutos andaba el juego (Cela incluido).
Un saludo.
Hace tiempo, leyendo este "blog" o lo que sea, que me quedé sin adjetivos para calificar su labor, joven. De ahí que me limite hoy, simplemente, a darle mi más sincera enhorabuena. Adiós ... adiós. :-)
Amigo Maciste II, no pongo en duda que Melford dirigiera ese "Don Juan diplomático", sino que Rafael Navarro (el de esta entrada) estuviera en ella. Por lo poco que he podido averiguar, reuniendo la información disponible, el debut cinematográfico debió ser "Barrios Bajos" (1937) de Pedro Puche. En cuanto al Drácula de Carlos Villarías, que está disponible en DVD (como extra del film de Browning)coincido en parte con la opinión que dice que es mejor que la película protagonizada por Bela Lugosi, sí, al menos, en lo que se refiere a los movimientos de cámara, mucho más fluidos e innovadores que los empleados en la película rodada en inglés (si es que puede llamarse así a lo que hablaba Lugosi).
En cuanto a "Sucedió en Damasco", le diré, para su consuelo, que uno tampoco ha visto esta película, que debe ser, por lo que sé de ella, una cosa "seria". No perdamos la esperanza de verla un día de estos, en algún canal de esos, como "Somos" (desconozco si hay otro en la plataforma digital, antes sí lo había).
El controvertido tema del doblaje lleva provocando discusiones desde que se impuso, en los negros tiempos de la dictadura de Franco. Es de esas cosas que uno rechaza por convicción pero que, con el uso, ha llegado a amar. Las películas no deberían ser dobladas, pero...¡¡nos las han doblado tan bien!! O, como mínimo, nos ha gustado tanto cómo nos las han doblado... En fin, usted mismo: esa Matilde Conesa, lo dice (lo dijo)todo.
Sí, amigo, Burl Ives (cierto: gran cantante de country) estaba siempre INMENSO y EMOCIONANTE. Un día, cuando haya acabado con todos los actores españoles, empezaré con los americanos y quizá, con él.
El "Julio César" del que hablo se ha editado en DVD. Si no recuerdo mal, lo compré en un quiosco. En el Corte Inglés se vende formando parte de un pack con otros Estudios Uno que van acompañados de algunos episodios (creo que, lamentablemente, no TODOS) de la serie de documentales "Protagonistas del recuerdo". La edición es de TVE y lo distribuye "Proyectos Ziel S. L.". Si quiere telefonear para informarse, puede llamar al 915 59 25 27. Pero si luego no le gusta la función, a mí no me eche la culpa, ¿eh?
Lo de "La Colmena"... hombre, benévolo es poco. A mí me parece que Navarro está soberbio en su breve papel. Y sí, desde luego, y así se le premió, Rafael Alonso, magnífico, aunque también el papel le permite mayor lucimiento. Lo de los fascibrutos, pues qué le vamos a hacer. Son (eran) (eran y son) así. Me gustaría que desaparecieran definitivamente, pero de momento, sólo se transforman.
¡Amigo Trabucaire, cuánto lo siento! Era tan largo el comentario del compañero maciste que olvidé contestar al suyo. Discúlpeme y muchas gracias por su amabilidad.
Abrumador, como siempre, su trabajo.
Voy a darle, no obstante, un disgusto. Siendo como soy probablemente el último hombre vivo sobre la Tierra al que le ha sido dado ver “Sucedió en Damasco” (José López Rubio, 1942)… puedo asegurarles que el Gran Visir está interpretado por Rafael Navarro… Alonso.
La película fue una propuesta del productor Saturnino Ulargui dentro de su campaña e coproducciones con la Italia fascista en un momento en que los estudios españoles estaban bajo mínimos. Ulargui alquila las instalaciones de Orphea y centra en Barcelona sus producciones. Tras el éxito logrado por López Rubio con “Pepe Conde” (1941), sobre la comedia de Pedro Muñoz Seca –el de “Don Mendo”- y con Miguel Ligero como protagonista, productor y director retoman el viejo proyecto de la adaptación de la zarzuela “El asombro de Damasco” como vehículo para lucimiento del actor. La factura es impecable: camellos, miles de figurantes, el cuerpo de baile de la Ópera de Roma, decorados de las Mil y una noches… El enredo amoroso, el móvil económico y la corrupción política se entreveran para culminar en un final feliz centrado en el personaje de Ben-Ibhén, servido por Miguel Ligero con todo su repertorio bufo. Los ligeros tintes políticos de la farsa son perfectamente adscribibles al periodo republicano y nadie sueña siquiera con atribuir a la realidad contemporánea el cuento de las corruptelas. Sin embargo, el travestismo, heredero directo de la revista y del cine cómico, levanta ampollas entre los pacatos nacionalcatolicistas dispuestos a escandalizarse de cualquier cosa. Un bandido tuerto le tienta las carnes a la lozana hurí en que se ha convertido Miguel Ligero y se congratula de que no responda: con la falta que me está haciendo a mí una muda”.
En cuanto a la batalla entre los Dráculas de Melford y Browning, hay dos puntos en los que vence –a mi modesto entender- la versión hispana.
El erotismo descarado de Lupita Tovar, destacable tanto en la escena en la que camina por el jardín a reunirse con Drácula, tratada por Browning en un discretísimo plano general, en tanto que la cámara del equipo de Melford la precede en un largo travelling en el que el deseo va in crescendo según se aproxima al Conde, como en la conversación con Harker en la terraza, donde los mohines sajones de Helen Chandler se trocan en una ninfomanía latina galopante.
El otro gran beneficiado es Renfield (interpretado por Pablo Álvarez Rubio), personaje al que se han añadido algunas consideraciones morales sobre la salvación del alma, que lo convierten, casi literalmente en protagonista de la escena final. Mientras que la versión de Browning culmina con el salvamento de Mina por parte de Jean, la hispana nos regala un plano final granguiñolesco en el que Van Helsing se queda solo para acabar, estaca en mano, con los sufrimientos espirituales de Renfield.
Tanto “Regresa un desconocido” (Juan Bosch, 1961) como “Los cuervos” (Julio Coll, 1961) tienen anunciada su aparición en DVD para este verano. Recemos porque las ediciones sean correctas porque a pesar de la endeblez de la escena del atraco y de su final moralizante, la primera me pareció bastante potable y Rafael Navarro compuso en ella un estupendo villano.
¡¡¡YO QUIERO VER SUCEDIO EN DAMASCO, YO QUIERO VER SUCEDIO EN DAMAASCOOO!!!!. Cosas así no las veo desde que encontré una copia destartalada de LA CORTE DEL FARAON (1944) hecha por el mexicano Julio Bracho con la divina Mapy Cortés de odalisca de bazar.
Me sereno. En cuanto al DRACULA.
Sin embargo era costumbre en lo de las dobles versiones, el copiar plano a plano, con el mismo emplazamiento de cámara (en el caso de la española) la original norteamericana. Me asombran esos cambios que apunta Feliú.
Fenomenal la dicción de Villarias. Y el Rendfield de Alvarez Rubio no desmerecería en nada al de Frye (qué proceso de locura tan impresionante, locura auténtica.... que de aquella no había Strasberg, siempre si la vemos como se debe: que estamos en los early talkies). Por no hablar de la apostura del jamoncito Barry Norton (que era un pijín argentino y que encandiló tanto a Murnau, hasta el punto de ponerle el teutón mallas de trapecista para su inconclusa THE FOUR DEVILS), en nada inferior en encanto a David Manners (al que le apodaron "el hombre más apuesto del mundo").Hasta le dio un arranque que no tenían otros personajes masculinos de la sesión, que parecían muy "parados".
Lo de los policíacos made in Barcelona fueron todo un filón a principios de los sesenta. Adolecen de cierta sequedad y embarullamiento, pero no dejan de tener partidarios. De todas formas no eran los tiempos de EMISORA FILMS, de Conrado San Martin y Elena Espejo (Apartado de correos 1001) y Julio Salvador. Pero resulta gracioso (y conmovedor)como Arturo Fernández se adhirió a este tipo de cine noir (él, que era un poco Noiret) para perderse posteriormente en lo boulevardier más decadente.
Quizá lo que mejor sabor de boca me dejan las cosas de Julio Coll y otros son esas estupenda música de JOSE SOLA (casi siempre) que no en vano estaban introduciendo timidamente el jazz en nuestras producciones (tenían que ser los catalanes, siempre más avanzados). Tal como los franceses de la nouvelle vague hacían con Miles Davies (por ejemplo) pero más a nuestro nivel.
Muchas gracias, burgomaestre por sus contestaciones. Y en especial por los datos aportados de la colecciónnm de ESTUDIOS 1. Ahora que viene el calorcito, no hay como refugiarse en las oscuras y claustrofóbicas celdas de Talía. Ya le contaré.
Coincido con lo manifestado por Tabucaire, se acaban los adjetivos elogiosos.Únicamente, aclarar en la despedida "Adios, adios...." que no sea en el sentido que le da Don Manuel Fraga Iribarne cuando dice "Y no tengo nada más que añadir, y no tengo nada más que decir, mi querido amigo, adios, adios, adios........"
Hasta la próxima, un abrazo.
Bueno, mis queridos amigos, realmente este weblog no podría hacerse sin vuestra colaboración. En este caso, el dato que nos ofrece el estimado Sr. Feliu no puede ser más pertinente. Otro resbalón más de IMDB que ha precipitado la caída de este burgo. Suprimiré el parrafito de "Sucedió en Damasco" y borraré de mi imaginación a un juvenil Rafael Navarro con disfraz de gran visir. La verdad es que no encajaba demasiado con la trayectoria del actor alicantino...
En cuanto a lo de Drácula, creo que ya ha quedado bastante claro lo que pensamos de la comparación entre una y otra versión. Y sí, es cierto, amigo Maciste, que no era lo habitual que se rodaran con movimientos de cámara diferentes, mas así fue, en este caso. Lupita Tovar, sí, sí,sí..
Gracias a los tres por vuestros amables y documentados comentarios.
Por cierto, cuando se jacta de haber sido legionario y Boyd le contesta que "en las Oficinas de Salamanca", se refiere a Salamanca (Ciudad Capital de Provincia) o Salamanca (Barrio de la Capital de España) ?
Hasta donde yo sé, la capital de la provincia.
Gracias por la información
Tal y como Filomeno, y sin que sirva de precedente en lo del amor..., me siento fragoroso.
JC
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Pues se le agradece el comentario, maestro, como la alhaja que es.
(Oiga Burgo, casi fuera de contexto: en más de tres tercios de su artículo, éste último, digo, el tipo de letra se dispara a la de... cartelón. ¿Es mi problema de torpe usuario? ¿No?)
JC
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¡Ya creía que, por causa de su gentileza, nadie me iba a hacer ningún comentario sobre el inopinado cambio de tamaño de letra! Pues, admirado maestro, la responsabilidad del desaguisado debe recaer exclusivamente sobre las espaldas de este torpe burgomaestre, pero ¡que ma aspen si sé cual es la causa! Yo creo haber hecho la entrada como siempre, pero... en algún momento, al subir una imagen, se desconfiguró la fuente de la letra o cosa parecida, con los efectos que se pueden apreciar. Sólo volviendo a escribir todo el texto y volviendo a subir todas la imagenes de nuevo parece que podría arreglarse el problema y... la verdad, no me encuentro dispuesto a ello. Ha quedado más feo que de costumbre, pero... uno no da para más.
La calidad del texto hace que no haya lugar a ningún reproche por el tema del tamaño de la letra.
Por otro lado, se menciona de pasada, creo, a otro gran actor de teatro y TV (Estudio Uno), con empaque y discreción como el Sr. Navarro, Don Pablo Sanz.....¿Qué fué de él?
Un abrazo.
Pues permítame, amigo Filomeno que le corrija (después de agradecerle la amabilidad con que disculpa mi torpeza en relación a lo del tamaño de la letra): a quien menciono es a Francisco Sanz y no a Pablo Sanz. La confusión es muy comprensible, por otro lado, pues el de Pablo Sanz es uno de los nombres que acuden a la memoria cuando se habla de la "Edad de Oro" de los dramáticos en TVE. Desde los primeros años sesenta, y el programa "Escala en Hi-Fi", pasando por innumerables "Novelas" y "Estudios Uno", Pablo Sanz fue uno de los más habituales y sensacionales primeros actores con los que contó TVE. Si no lo he mencionado, ha sido por pura casualidad, porque casi seguro que debió compartir con Rafael Navarro más de un reparto, y con Jesús Puente, con Tomás Blanco, con Ángel Picazo, con Elisa Ramírez, con Agustín González, Pedro Osinaga, Ana María Vidal, Maria Luisa Merlo... y tantos otros. Investigaré lo que pueda y le dedicaré una entrada lo más cercana posible a lo que se merece don Pablo Sanz (otro actor con una voz de aúpa, grave, profunda, como forrada de terciopelo negro).
Amigo Burgomaestre: también trabajó Pablo Sanz, creo, en la versión televisiva de "El Conde de Montecristo", allá por 1969 o 1970.
Un abrazo.
Pues sí, esa sea, probablemente, la "Novela" en la que trabajó que alcanzó mayor popularidad y que convirtió, para siempre, a su protagonista Pepe Martín, en Edmundo Dantés, "El conde de Montecristo". Por cierto, ahora que han ido sacando unos cuantos "Estudios Uno" en DVD... ¿para cuándo alguna "Novela" que otra? Con gusto pagaría por ver esta, o "Los Miserables" o "Grandes esperanzas" o "David Copperfiel". Veremos.
A mi voces voces, como salidas de una cueva donde viviera un ermitaño cien por cien íbero o tal vez un guerrillero batasuno, siempre me sobresaltó la de ANTONIO IRANZO. Quien le haya visto en LA PIEL QUEMADA jamás lo podrá olvidar.
Ja,jajajaja! Amigo Maciste, usted siempre con sus salidas! Sí, desde luego, Antonio Iranzo y su cavernosa voz son una cosa seria, que le dan a "La piel quemada" una entidad especial y única. Pero, vamos, que tiene usted la costumbre de esgrimir sus "cosas" como si le estuviera llevando la contraria alguien o como si uno no pudiera decir "X" sobre Fulano sin que usted salte como un resorte para decir "Y" sobre Zutano. Por supuesto, no le estoy recriminando esa costumbre, no faltaba más. Me limito a señalarla porque me resulta harto curiosa. Eso sí, siempre es enriquecedor y distraído. Gracias por estar ahí.
>>...Con gusto pagaría...>> (Burgo).
Yo, por "La saga de Los ríus".
JC
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Ah, pues esa tiene posibilidades, porque es en "colorines". A ver si hay suertecilla...
Yo la vi sin colores: no había tele de ésas. (Fue un pelín antes de mi exilio; creo).
Luego salió en VHS; pero la quiero en dividí...
JC
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Pasar por aquí es asistir a una clase de cine español. Muy bueno como siempre. Saludos!
Tremendo burgo. Cuando tome el café con los compañeros les diré quien era el auténtico Moisés. Me ha gustado mucho. Por cierto me encanta la historia y odio la política. Una pregunta dejo en el aire. Sólo había fascisbrutos? No había comunisbrutos? No creeís que el cine de hoy en día está lleno de polítiqueo y que actores que no piensan como los comunisbrutos que son (eran y son ) del cine, no tienen papeles dignos?. Quisiera recalcar para que no se mal interpreten mis palabras que no me gusta la política y que amo la democracia.
Un saludo
Estimado burgomaestre:
En justa compensación por el disgusto que le produje con "Sucedió en Damasco", me congratulo en confirmarle la presencia de nuestro Rafael Navarro en "Barrios bajos" (Pedro Puche, 1937) -si es que necesitaba tal confirmación-.
Acabo de verlo sin bigote, atribulado por el crimen del amante de su mujer. Se refugia en un cafetín portuario con las solapas del abrigo ocultándole el rostro y el flequillo caído con la mejor estampa de héroe trágico, calcado de Jean Gabin.
En la película, producida por el anarquista Sindicato de la Industria del Espectáculo, la interpretación es en general bastante pobre, aquejada por una arritmia en los diálogos que recuerdan al primer cine sonoro, pero la voz de Rafael Navarro ya está aquí en plenitud de forma.
Aparece acreditado en cuarto lugar en los títulos de cabecera.
Salud, Liberto Feliú
A Oscar , dicho esto a lo SOPRANO (o sea, con el debido respeto):
Me parece que esta serie filstruposa va dedicada a los actores clásicos, pre-democracia. Y por entonces los comunistas eran comunisbrutos por antonomasia, por definición y por decreto ley. Hasta llevaban rabo y cuernos (con resultados estéticos de lo más pintureros y graciosos: a Doré le hubieran encantado).
Mientras, los fascistas (brutos o fisnos, un poco como yo)... ¡es que no existían!(en realidad, apenas hubo cine de propaganda pura y dura en la posguerra.Un equivalente hitlerjünger para los cachorros, fieles lectores de FLECHAS, como en el cine nazi (digamos que fue en el mundo de la historieta donde más se propició un espíritu nacional). Y en el caso de los colonialismos mussolinianos miramos con melancolía lo perdido en Cuba. Pero, sobre todo, nos fuímos directamente a las épocas de los Reyes Católicos o las gestas antifrancesas del período napoleónico. Reconstrucciones seudo históricas, añorantes de siglos pasados, más bien)
(Vaya, se me han amontonado los comentarios! Ya disculparán)
Empiezo por los facilitos:
Amigo Budokan, gracias por estar ahí y por la gentileza de su comentario.
Amigo Maciste (1ª parte): voto con usted por la recuperación de Maruja Callaved. ¡Aquello eran recetas! y aquello (con todas sus limitaciones) era televisión. Más pura y menos adulterada, imposible.
Amigo Óscar: agradecerle su amable comentario en primer lugar, en segundo, para contestarle a su pregunta me obliga a hacer una reflexión profunda y un examen de conciencia (política) que no sé si este es el lugar más indicado para exponerlo. Como el amigo Maciste ya le ha contestado con bastante extensión, me limitaré a decir al respecto (de su pregunta y de la respuesta de nuestro amigo forzudo) algunas consideraciones:
Todas las creaciones artísticas que se hicieron durante el periodo de la dictadura franquista estaban sometidas a los mecanismos de represión propios del régimen, que se sustanciaban en la Oficina de la Censura y en las actuaciones del Sindicato del Espectáculo, que primaba los proyectos "de interés nacional". Ideológicamente, el franquismo no tenía ideología, sino un líder militar que fue reinventando la imagen de España de acuerdo a sus intereses. En general, puede afirmarse que trabajar en el cine, en España, suponía estar a bien con la Falange o con el Clero, o con el Opus Dei, sucesiva o alternativamente, conforme los años pasaban y, por ejemplo, en política exterior, se pasaba de abrazar a Hitler a abrazar a Eisenhower. En lo que siempre fue constante el régimen fue en el anti-comunismo, pretexto que sirvió para justificar el alzamiento contra el gobierno legal de la República y para, luego, buscar el apoyo internacional, cuando la Guerra Fría. En todo caso, este no es un blog político ni pretende serlo. Se habla de los actores y de su trabajo. Las condiciones en que tuvieron que desarrollarlo las dieron las circunstancias políticas, tan especiales y penosas, que vivió España durante cuatro décadas. No hay ninguna voluntad, por parte de este burgo de glosar elegíacamente el periodo citado. Es, simplemente, el trozo de memoria que uno tiene...¡qué le vamos a hacer!!
Abundando en el tema, que Rafael Gil, Nieves Conde o José Luis Sáenz de Heredia fueran afectos a Franco, como eran, no impide a este burgo ver que, en sus películas hay elementos buenos y hasta excelentes. Basta aplicar el principio de que lo que uno está viendo es "sólo una película" y que la realidad (fea, triste y dramática) en que se concibió y vio la luz y las intenciones propagandísticas que encerraban, afortunadamente, uno puede obviarlas.
¿Qué decir de Edgar Neville, Miguel Mihura, o Jardiel Poncela? Todos ellos apoyaron, fueron complacientes o, como mínimo, comprensivos con las acciones de Franco. Tener eso presente mientras lee su obra o ve las películas y comedias debidas a su ingenio es, para este burgo, un error. Las cosas son como son. Es como esa cantinela que crucifica a Elia Kazan. Pues bien, nadie apoya la delación...¡pero vaya películas que hizo!!
Y bueno, sí, la propaganda se basaba más en la ensalzación de un pasado "glorioso e imperial" que en ilustrar la política "del momento". Pues no faltaba más, al Régimen le interesaba que la realidad estuvera cuanto más lejos, mejor.
Estimado sr. Feliu: sí, sí... le envidio a usted. ¿Cómo consigue ver esas maravillas? Los datos que me ofrece, por otro lado, los he podido obtener en algún libro que cito en la entrada... pero, como la película uno no la ha visto, no quise extenderme demasiado en el comentario. Muchísimas gracias por contárnoslo. Sin usted, mis entradas se quedarían en nada, la verdad.
En una ocasión anterior desvelé mi condición de funcionario. Vista la galopante politización que ha sacudido este blog -o lo que sea- en las últimas horas me veo legitimado para confesar que nuestro sueldo era, en las postrimerías del Régimen, vergonzoso. Y más el de un modesto empleado público del Ministerio de Información y Turismo dedicado a organizar los Festivales de España. Debo confesar y confieso que los mil duros que entonces recibíamos como plus por calificar películas en el departamento de Censura nos caían como agua de mayo. Gracias a ellos cambié el cochambroso 600 por un flamante Renault 5.
Luego, con la UCD, la hecatombe. Marcados por nuestra ocupación los "censores" nos vimos obligados a escondernos. ¿Qué refugio nos quedaba? Lo han adivinado ustedes. La torre de los siete jorobados donde en su día se ocultaron los judíos expulsados por los Reyes Católicos. Recién creado el Ministerio de Cultura y trasladadas sus dependencias a la Casa de las Siete Chimeneas, accedimos desde una de las criptas a la torre invertida que se hunde en la tierra en lugar de elevarse hacia el cielo. Allí trasladamos nuestras latas de celuloide censurado y, sobre todo, los preciosos fragmentos olvidados. Allí trabé amistad con el arqueólogo Sindulfo del Arco, que resultó ser el inefable Antonio Riquelme, con quien juego al dominó a diario.
El Wifi nos ha permitido acceder a su universo paralelo. Así nos enteramos del interés que suscitan entre ustedes estas viejas películas que custodiamos celosamente y volvemos a proyectar cada tanto.
Obligados a ver ante cada película nuestro correspondiente No-Do, hemos abolido la nostalgia. ¿Aquellos éramos nosotros? Imposible. Éramos López Vázquez o Fernán Gómez buscando piso y no esos que agitan la banderita cuando llega el generalito a inaugurar una nueva barriada. En la torre de los siete jorobados, entre latas de viejo celuloide, encontramos razones nuevas para mirar al futuro con optimismo y al pasado con sana ironía.
Ya saben dónde está su casa, Edgar Feliú
Su magnífica fantasía (que juega en sus partes más "ficticias" con la memoria del cinéfilo de buen corazón: Neville, Fernán Gómez, Ferreri...)en cambio se empaña en buena parte por un sentido ambiguo que una moral como la mía no admitirá jamás. Me ha parecido que su autojustificación lo único que serviría es para "restregarnos" a los apasionados que sobrevivimos gracias al DVIX nuestra condición de pobres de solemnidad. Un ex censor, aunque ni siquiera sea nostálgico de su pasado, debería democratizarse de una vez y poner al alcance de los demás (no pido para mi, mismamente páselo al Burgo) esas joyas que guarda (subrepticia e ilegalmente).
¿Alguien me explica qué ha pasado con tanto buen cine que lleva almacenándose en los archivos de TVE, qué hace el Ministerio de Cultura al respecto...?... Y luego viene la puta SGAE a jodernos con la piratería).
Pero centrándonos en la censura. Bien está que se defienda desde la brillantez fabuladora (sería espantoso verlo paladín de la libertad creativa (los malos eran los demás)como aquel curita con gafas que traía siempre a su tertulia el señor Garci y cuyo nombre he olvidado... como se han olvidado el nombre de tantos tijereteros, bragetones grises de la dictadura mientras los actores, los directores, las películas que masacraron o intentaron masacrar permanecerán siempre en el recuerdo de los que amamos el cine.
No me meto en la censura actual. Que es mucho más puñetera porque en el fondo ya no parece partir del absurdo total como la otra, porque entre otras cosas ya no me interesa el cine español que se mal hace hoy. Y porque sobre todo ahora la censura se ha focalizado hacia los medios de información y de opinión (político-social). Al cine ya no va nadie, esto que era un entretenimiento asombroso ya no influye en una sociedad, como antes lo hacía ¿para qué censurar?.
Pero, repito, que de su afortunada apropiación retro futurista del universo Carrere, lo que más me ha dolido es esa ambiguedad moral. No se puede estar con el verdugo y con la víctima a la vez. No se puede ser censor y ser Fernán Gómez(este último uno de los artistas más agobiados por el sistema represor, por cierto. Sus películas salieron adelante, eso sí. Pero a cambio de una nula distribución, de una exhibición casi fantasma.¿Cuántos españolitos vieron en su momento esa absoluta maravilla que es LA VIDA SIGUE -de insólitas influencias aldrich-hitchcockianas,picoteo genial entre lo grandguiñolesco de PSICOSIS y del más reciente BABY JANE para traducir la novela de Zunzunegui?. En cuanto a Berlanga, otro de los genios damnificados,es curiosa su opinión sobre el tema. Se lo tomaba con humor. Aun cabría otra posibilidad de castración que fue la autocensura como uno de los terrores personales del creador: conociendo las normas, no tocar ciertos asuntos y situaciones. Quizá el más penoso de los efectos secundarios de la falta de libertad expresiva fuera éste último).
Un saludo.
Maciste hace un mutis precioso.Eco con sonido a bóveda: ¡QUIERO VER SUCEDIO EN DAMASOOO, QUIERO VER SUCEDIO EN DAMASCOOO...
Compañero Maciste:
Sin afán de polemizar, que ya veo que es usted un púgil de raza dispuesto al cuerpo a cuerpo y probablemente no sea este el foro adecuado para nuestra diatriba, mi ambigüedad es una actitud saludable en estos tiempos de adhesiones inquebrantables.
Ambigüedad literaria, no ideológica. Ni mucho menos moral. Los derrotados siempre contarán con nuestra simpatía y, además, son mucho más interesantes que los vencedores. Pero si algo aprendimos de tanto insigne actor de reparto es que por encima de todo está la supervivencia. ¿Que puede malearnos? Desde luego. ¿Que el humor y el lirismo son nuestro salvavidas? No lo dude. Pregunte si no a Antonio Vico, nuestro tío Jacinto.
No les aburro. Si me indican un buzón en la superficie les haré llegar gustosamente cuanta información obra en mi poder sobre las películas de su interés. Desgraciadamente, por ahora, ni yo ni nadie puede disponer de una copia de "Sucedió en Damasco", película que, como ya les dije, tuve ocasión de ver en circunstancias excepcionales.
PD.- Hágase mirar lo de la telepatía porque me ha pillado usted en plena lectura de la novela de Zunzunegui.
"Buzón en la superficie", indiscutible hallazgo terminológico del Sr. Feliú........
En primer lugar, debo pedir disculpas por no atender como debiera a mis obligaciones como anfitrión en este foro. Ustedes lo están haciendo muy bien sin mí, desde luego, pero, como mínimo, déjenme que les agradezca su presencia y sus sabrosos e interesantísimos comentarios.
Al Sr. Feliu, quiero agradecerle muy expresivamente que nos haya confiado su ocupación, que le confiere una autoridad en la materia innegable, nacida de la posesión de unos conocimientos que tiene la inmensa generosidad de compartir con nosotros. Sentiría mucho, dicho sea de paso, no estar a la altura de tan notable visitante. Me conformaré, en lo sucesivo, a provocar sus intervenciones que, a buen seguro, darán sentido a las torpes entradas que vaya subiendo.
En cuanto a los reproches que el amigo Maciste efectúa en su comentario, debo asegurar que no encuentro el motivo que los genera. La postura del señor Feliu está muy clara y, como él mismo ha explicado, no es distinta de la de tantos y tantos que, por encima de todo, quisieron trabajar y salir adelante. Su excelente disposición actual, presente en este foro, confirma que por mucho que se ganara el sueldo con ello, el Sr. Feliu no tiene "alma de censor". Por otra parte, el mismo Fernán Gómez, al que cita el amigo Maciste, tuvo dificultades para estrenar algunas de sus mejores obras (el caso de "La vida sigue", la cual puede ver, en la televisión pública de la Transición es quizá el más sangrante, pero había sido una auténtica estrella de cine de la etapa más dura del franquismo, protagonizando la nada sospechosa "Balarrasa", del falangista José Antonio Nieves Conde, con guión de Vicente Escrivá, otro afecto al régimen de Franco. Cuando, con toda libertad, decidió dirigir "La venganza de Don Mendo" (aunque luego declarara que, en realidad no le gustaba la obra), no tuvo en consideración la filiación de Pedro Muñoz Seca. El mismo Paco Rabal, por citar otro ejemplo resonante, a pesar de su militancia izquierdista, se inició en el cine de la mano de Rafael Gil y destacó actuando en doctrinarios guiones de Vicente Escrivá. Su prioridad era trabajar, según explicó cuando pensó que tenía que dar explicaciones. Y además, me parece un poco desproporcionado, tratar de inculpar al Sr. Feliu de la pésima gestión que de los fondos culturales han venido haciendo una administración tras otra. Por cierto que, ahora dicen que van a digitalizar todo el archivo de TVE y hasta que lo van a poner todo a disposición del público en general a través de internet. ¿Es verdad esto que digo o lo he soñado?
En fin, amigos (y no le olvido a usted, Filomeno), permítanme que me felicite de tenerles como invitados. No discutan, sigan dialogando, por favor. ¡Ah! y háganme saber si algo no está a su gusto, que trataré de mejorarlo.
Por último, tomo nota de su oferta, Sr. Feliu, pero... es tanto lo que querría saber, que no sabría ni por dónde empezar. Una cosa más: Ese ¿Antonio Riquelme con el que juega a diario al dominó tiene algo que ver con el insigne actor Antonio Riquelme? Sé que tuvo un hijo que hizo carrera artística (bastante breve) que se llamaba Antonio o Juan Antonio... pero no sé...
Abundando en lo dicho por el Sr. Burgomaestre, Fernán Gómez interpretó también "Botón de Ancla", basada en la novela del marino Don José Luis de Azcárraga y Bustamante, asimismo autor de libros sobre los corsarios o piratas de la Rubia/Old/Pérfida/Poderosa Albion.......
Un saludo.
Amigo Burgomaestre:
Mi compañero de dominó no es otro que el ectoplasma de quien usted cita. Lo califica de insigne y yo, con la impudicia que da la intimidad, lo adjetivé un día de "actor extraplano", ajeno por completo a cualquier intento de cine en 3-D. Heredó la figura y el salero de su padre, el cómico Pepe Riquelme, que a su vez había recibido el testigo del abuelo Antonio, y así hasta el siglo dieciséis, cuando ya andaba un tal Alonso Riquelme escribiendo comedias. No tengo el gusto de conocer a su hijo pero haré lo posible por entablar conocimiento con el heredero de tan ilustre linaje. (Un libro que caso le interese, titulado "Sagas españolas del espectáculo", obra de Antonio J. Castro Jiménez y editado por el Centro Cultural de la Villa de Madrid en 2003, no da noticia de dicho vástago)
Para mí Antonio Riquelme es el epítome del actor de reparto. Sus apariciones en pantalla me valen por una película de casi culaquier otro. Como confío en que en su día nos proporcione usted uno de sus documentados comentarios sobre él, no doy más la lata y me sumerjo en la lectura de "El mundo sigue". Acabo de arrancar con la segunda parte que se abre con esta cita de Quevedo: "Y porque veáis cuáles sois los hombres de desgraciados y cuán a peligro tenéis lo que más estimáis, hase de advertir que las cosas de más valor en vosotros son la honra, la vida y la hacienda; y la honra está junto al culo de las mujeres, la vida en manos de los dotores (sic.) y la hacienda en la pluma de los escribanos".
Pasen ustedes una buena noche, Sindulfo Feliú
Sí, amigo Filomeno, Fernán-Gómez fue inmenso y su carrera procelosa, como el mar ese donde navegaban los piratas y corsarios del señor Azcárraga y Bustamante.
Estimado Sr. Feliu, gracias por la sustanciosa cita y no dude que al admiradísimo don Antonio Riquelme se le dedicará no una entrada, sino un entradón.
Que me parece, y humildemente lo digo, que no es lo mismo un primo de José Antonio (un tipo de doble actuación en lo personal: de misa y adulterio, por así decir) y que se rueda lo de "Franco, ese hombre"... que un otro personaje, el que fuere, que sobrevive en aquella España brutal de las posguerras varias haciendo lo que sabe hacer: rodar.
Que cuando un Azcárraga (jurista de pro, aunque militar), es un poner, se escribe lo de "Botón de ancla" está haciendo novelitas amorosas como "Profesor de amor". Es un estudiante en la órbita de toda caya troyana; creo.
Y que el asunto de la delación... no puede aplicarse a todo el que trabajara, de la forma que fuere, para/en/con/desde los Ministerios del golpista general y así.
Las historias de censores son infinitas: en mi caso... mi torso desnudo fue prohibido porque el tipo lo estimó pornográfico; textual.
Ahora bien: aunque el hombrecillo me pareciera un piernas de 1970... dudo mucho que hubiera fusilado a mi abuelo... por así decir. Los recónditos meandros de su sexualidad quedaron en su propio misterio.
Me parece.
JC
--
Discúlpeme, señor Feliu. Me acaloro en un pis pas. De todas formas ando ahora leyendo cosas del codigo Hays y de su derivación, "el código de autorregulación" y me ha cogido de mala manera. Siento si le he ofendido,no era mi intención, pero en esto de las calificaciones morales de las películas uno cuando era adolescente terminó aborreciendo a quienes catalogaban las películas, porque las que más me aptecían no las podía ver. Es por eso que para mí el señor Klaus Kinski nunca tendrá el poderío mítico qyue se merecería en mi imaginario por culpa de habérseme impedido verlo de Nosferatu en aquel memorable filme de Herzog (era para mayores de dieciocho,yo era aún mocito. Curiosa moral cuando estuve a punto de ser pajeado vivo una vez que fui a ver KRAMER CONTRA KRAMER yo solito).
Por cierto, ¿se han fijadop que los autores hacen sus grandes obras en regímenes que le son hostiles?. Por ejemplo,Jardiel nunca fue tan bueno como cuando mandaban las izquierdas republicanas, ni Berlanga o Fernán Gómez como cuando lo hacía la extrema derechona?. A lo mejor algo tendrá el censor cuando lo crucifican (cuestión de a partir de esta circunstancia, tirar de elusiones y, sobre todo, muchas alusiones... a la narrativa fílmica. Habría pues más agudeza).
Un saludo afectuoso.
Tremenda la anécdota, maestro Cuadrado, que nos relata. En cuanto a sus consideraciones, por la parte que me pueda tocar, manifestar mi total acuerdo con usted y que si se entendió otra cosa ello fuere debido a mi torpeza en el explicar y no a otra causa.
Amigo Maciste, agradezco (en calidad de anfitrión) sus disculpas y no dudo que el sr. Feliu las aceptará sin el menor resquemor. Creo que su punto de vista es perfectamente comprensible por todos los que por aquí transitamos y compartido. Como ninguno de nosotros somos políticos profesionales, podemos decir sin vergüenza que estamos por la libertad de expresión. Eso no nos impide tratar de obra hecha bajo las duras condiciones de la dictadura franquista y su odiosa Censura. Las habilidades de los talentos creadores para fructificar en tan duras circunstancias debe ser puesta de relieve y hace usted muy bien en señalarlo.
Gracias a los dos por sus comentarios.
No es necesaria ninguna disculpa porque no hubo ofensa.
Tres apuntes documentales que a lo mejor les convienen:
a) la caricatura satírica, al modo de Grosz, que Ilya Ehremburg aboceta del omnímodo Hays en "La fábrica de sueños", recientemente reeditado por Editorial Melusina.
b) la biblia de los desatinos censoriales en España, por Gubern y Font, "Un cine para el cadalso", que si no poseen tendrán que buscar en bibliotecas o libreros de viejo. Sólo por la reproducción de la carta de Sánchez Bella desde Roma a propósito del pase de "El verdugo" en Venecia ya merece la pena.
c) la guía Filmor, sólo localizable en las catacumbas, en las que la Iglesia colocaba calificaciones a las películas. Estas no tenían nada que ver con la Censura y sí con el peso que el nacionalcatoliscismo tenía en lo tocante al cine como configurador del imaginario popular. Aquí es donde se marcaban las películas como para "mayores con reparos" o "gravemente peligrosas". Es lectura sólo apta para masoquistas contumaces.
Poco tiene todo ello que ver con la trayectoria profesional de Rafael Navarro, pero...
Estimado sr. Feliu, efectivamente, al bueno de Rafael Navarro nos cae, a estas alturas de la conversación, un poco lejos. Pero así son las conversaciones, que discurren y se salen del cauce. En cuanto a las "lecturas recomendadas", este burgo sólo dispone (desde hace sus buenos veinte años, eso sí)del libro de Gubern y Font. Los otros dos, pues ya veremos... uno parece inencontrable y el otro, todo lo contrario. Se procederá, según se pueda.
Cuando salió el de Gubern/Font lo recomendé (estaba en "En Punta") y me suena -no podria concretar cómo o qué- que el original era más "grueso". (No sé, que igual no, y es sólo mi memoria; al fin y al cabo, el sello Euros era "filial" de Planeta...).
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Coincido en lo del gigante Kinski.
JC
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El sr. maciste ii dijo...
"Veo que venera los doblajes. Habría que ser prudentes con tanto atentado cultural que sufrió nuestro país a partir de la dictadura".
Ya se doblaban películas en España antes de la dictadura, Sr. maciste ii. Entre en Adoma.es y léase la historia del doblaje en España.
Por lo demás, excelente trabajo del autor del blog. Siga así.
Menuda semana, mi adorado Juan... Carlos; pensé que la semana pasada no se iba a acabar nunca; pero ha durado sólo hasta hoy. Estás haciendo un blog que forma parte del cine español, antes que de la blogosfera. Bueno, ¿nos vemos este sábado? Tengo unas ganas terribles... ¡Felicidades!
Estimado don Anónimo:
No es necesario acudir a otro sitio. Uno se pasa por aquí para aclarar estos entuertos.
Con la implantación de las películas habladas, la industria norteamericana intentó diversos modos de desembarcar en el mercado europeo. La primera, las versiones idiomáticas múltiples, ya que el registro de sonido se hacía directamente sobre el negativo y el doblaje era impracticable.
Hubo entonces subtitulado y, más adelante, los estudios de la Paramount en Joinville (París) se reconvirtieron en centro de doblaje de películas para el mercado español. Hacia 1933 o 1934, MGM fue el primer gran estudio en poner casa de doblaje en Barcelona.
En Madrid, en la CEA, trabajaron en comandita los hermanos Mihura, Miguel a la traducción y Jerónimo dirigiendo. Durante bastante tiempo ha corrido la especie, al parecer difundida por Rafael Gil, de que Mihura era el responsable de "Una noche en la ópera" (1936). Ésta fue la primera película de los hermanos Marx que se estrenó doblada en España y fue en vísperas del 36.
Todo ello no empece para que en 1941 o 42, no recuerdo el año, se implantara el doblaje "por decreto", en una ley calcada de la dictada por Mussolini en la que se hacía defensa de la raza gracias al idioma.
Hablábamos ayer, frailuisianamente, de la Censura. No se reducía ésta a la tijra. Durante años el doblaje fue una de las formas de censura más utilizada.
Empiezo por lo más cercano y urgente: Sí, Javier, este sábado nos hemos de ver y hemos de trasegar nuestras buenas "pintas" (aunque sean "rubias" -es por la fidelidad al "Ave Turuta").
Gracias, amigo Anónimo, por su amable comentario. Intentaré seguir más o menos como hasta ahora: acertando por casualidad y errando a pesar de mi buena voluntad.
Señor Feliu, es usted una autoridad de esas que ennoblecen el término. Recuerdo, a propósito de esto del doblaje pre-franquista, que Félix Fernández trabajó en los estudios que usted menciona en el París de la Francia, en los que, precisamente, conoció a la que hizo su esposa, otra destacada profesional del doblaje. "Y ustedes pudieron leerlo aquí, en Lady Filstrup"
Gracias a los tres por vuestros comentarios.
"Pili, secretaria ideal" era una serie DELICIOSA. Recuerdo con especial agrado el episodio en el que Rafael Navarro le canta un aria de zarzuela a un niño pequeño para que se duerma.
"Los ladrones somos gente honrada" es una excelente adaptación de la obra de Jardiel Poncela y TODOS los actores (sin excepción) están magníficos.
En la adaptación de "Julio César" de Shakespeare para Estudio 1 están magníficos TODOS los actores, además de Rafael Navarro. Y tanto Ismael Merlo como Luis Prendes como Arturo López hacen soberbias interpretaciones. No tiene usted ni puta idea, amigo.
Detecto en sus comentarios cierta enfermiza agresividad completamente innecesaria. Su opinión es respetabilísima y, muy probablemente, le asiste toda la razón. Por favor, respete a este pobre indocumentado que hace gala de su ignorancia y que solicita sus disculpas para la misma. Adiós, amigo anónimo. Siempre serán bien recibidos comentarios educados y mesurados como el suyo.
De nada. A mandar.
P.D.: Pero ¿usted no había dejado el blog?
Pues sí, pero no me evaporado.
En fin...
No me "he" evaporado.
Pido disculpas por el lapsus dactilar. Tengo el certificado de escolaridad que prueba que poseo conocimientos básicos de la gramática española, por si tiene usted dudas al respecto. Le deseo que siga pasándolo bien, ocupándose en la muy noble tarea de emponzoñar todo aquello a lo que se aproxima.
Yo no emponzoño nada, señor mío. No soy comentarista de cine.
No sé lo que es usted. Y sí, le pido disculpas por haber dicho que iba usted empozoñando por ahí. Reconozco que me hizo perder la paciencia y ahora me retracto de lo dicho. Pero admita que es usted muy "chinchón"
Sí, como el anís. Y usted muy "peleón", como el vino.
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