Apurar el amargo cáliz hasta las heces

Pues sí, amigo y compañero, Domingón vive su vida dominguil (que no dominguera, como muy bien has explicado) en las páginas del DDT. Una vida, como corresponde a un día consagrado al descanso y al recogimiento, un tanto absurda, pero llena del encanto melancólico de una promesa que tenemos la certeza de que se verá incumplida cada siete días. El caso es que el domingo se acabó y que muchos de nosotros nos reincorporamos mañana, tras un periodo vacacional, a una vida no menos absurda también, pero, en cambio, bastante huérfana del menor encanto. En el futuro, ya trataremos en este blog el mundo laboral, tan magistralmente retratado por los creadores de la Casa Bruguera (sus páginas representan un verdadero vivero de trabajadores de todo tipo: profesionales liberales, asalariados, industriosos de la economía sumergida, de la marginal y de la "flotante". Los personajes Bruguera trabajan por tierra, mar y aire). Hoy por hoy, me he tomado la libertad (mi atrevimiento carece de límites, como las deudas de Vázquez) de machacar un bocadillo de la portada del Mortadelo número 18 porque esa expresión en la cara de Filemón, además de significar un logro sublime de dibujo, refleja con bastante precisión mi estado de ánimo ante la perspectiva de volver a ocupar, dentro de pocas horas, mi árida mesa allá, en la oficina.