El rey Peña

Noche de Reyes, y “El País” trae que la mitad de los chinos fueron felices en 2005. Claro, la otra mitad está en eso de la emigración. O casi. Peñarroya fue uno de los cinco Reyes Magos que siguieron una estrella fuera de Bruguera, pero al final acabaron en la editorial de siempre. Bruguera no se sabe si era una estrella o un agujero negro. Hay dos Españas (la de los fumadores y la de los no fumadores) como hay dos Peñarroyas: el de las chicas Peña y el de doña Benita. Cuando se acercan los Reyes Magos, a Peña le sale una doña Benita que es la quintaesencia de la clase media Barcelonesa. Vean qué viñeta, qué expresión tan típica, tan de estar empachada de patata hervida, sin apenas trazos de dibujo. Doña Benita es la señora joven del Ensanche que sólo le gusta ir a misa el día de la Palma. Doña Benita se desvive por una abriguito de pieles y don Pío se muere por cambiar de piel; pero en Peñarroya todo el mundo está condenado a ser lo que es. Don Pío y doña Benita son el piso de Barcelona, y encima son Barcelona a secas y son Barcelona en persona; a diferencia de la familia Ulises, que vienen de una rama, la de la abuela, que es de afuera. Habiendo nacido en Valencia, Peña es un dibujante barcelonés hasta la médula, como lo fueron muchos de los dibujantes de Bruguera. En esta historieta (“Al pie de la letra” Pulgarcito, almanaque para 1977), bueno, y en casi todas las historietas, Doña Benita está esperando todo el año que vengan los Reyes para pedirles un abrigo de marta, o de marmota, que tiene que ser como una marta más gorda. Doña Benita lleva a su sobrino Luisito a un centro comercial para darles la carta a los Reyes. En Peñarroya la clase media va a la deriva y lo busca todo en un centro comercial porque no sabe muy bien de dónde vienen o dónde están las cosas. Hay dos Peñarroyas, el de los escotes y el de los jerséis de cuello redondo, que acaban encontrándose en el infinito de un centro comercial. Y mientras tanto, eso, un 47,6 % de los chinos se sintió muy feliz o feliz en 2005.