Un pobre y un rico de Barcelona
Al leer la historieta "Mosca" de Carpanta, publicada en el Álbum Infantil Pulgarcito núm. 75, con planchas firmadas en 1948, uno descubre en la última viñeta que Carpanta es un pobre de Barcelona. Y encima, empieza a sospechar, también al empezar dicha historieta, que un antepasado del padre de Zipi y Zape, un tal Federico Pantuflo, tuvo una calle en algún lugar. Don Pantuflo, y ya elucubraremos al respecto otro día largo y tendido, es el padre de familia burgués de antes de la guerra civil. Si algo es Don Pantuflo por encima de filatélico y colombófilo, es masón y republicano. Don Pantuflo es el hombre que quiere para los suyos y para su nación un progresismo en zapatillas de cuadros, que es todo lo contrario a una dictadura de botas. Con Don Pantuflo entra de extranjis en el tebeo del franquismo una idea vaga de lo que fue la vida antes de que todo se fuese a la mierda. La diferencia entre Don Pantuflo y los militares que gobiernan el tiempo de sus aventuras es que el primero quiere explicar el mundo con palabras de tres sílabas y los otros han le impuesto a todo el mundo el monosílabo. Don Pantuflo es el hombre que da la II República y que ha dado también la I República, y por eso parece tan antiguo y tan del siglo XIX. En su porte están más retratados Figueras o Salmerón o Pi y Margall que Azaña. Don Pantuflo no es el burgués modesto que proporciona a su hogar un calor familiar de catalítica, sino es más bien el burgués federalista y autoritario, partidario de echarle toda la leña al fuego, como lo fue, por ejemplo, el padre notario de Dalí, y es Don Pantuflo sobre todo el burgués autoritario de su propia autoridad, y no de la de un cabo gallego ascendido a generalísimo. Al gordo y buen ciudadano Don Pantuflo, Escobar le ha creado un mundo paralelo o un antimundo, que es Carpanta, un pobre que no llega a ciudadano y también previo a la guerra. El hambre de Carpanta no viene del racionamiento sino del hambre de la gallofa. Carpanta es demasiado alegre para haber conocido una guerra civil. Él está antes de todo eso. Carpanta tiene más que ver con el bohemio hambriento, y por eso tan a menudo se le ve pintando cuadros. Pero del mismo modo que a Escobar, por razones de supervivencia, se le olvida detallar que Don Pantuflo es republicano viejo, también se le pasa por alto especificar por escrito que Carpanta es un bohemio. Quizá Escobar haya pensado que, si se conociese su secreto, Carpanta dejaría de ejercer sobre el lector su connatural simpatía; porque no hay nada más reprochable que pasar hambre por gusto o por romanticismo en un país de tísicos y muertos de hambre, en el sentido más estricto y riguroso de la palabra muertos. Carpanta es un romántico del hambre como Don Pantuflo es un romántico de la burguesía republicana, y cada uno ha decidido más o menos lo mismo, que es llevar una vida de tebeo, el primero sin pegar sello, y el segundo despegándolos; pues, en la España de posguerra que les ha tocado, los sellos sólo los van a pegar los lamesellos y otros enchufados del Movimiento. Carpanta, al vivir en Barcelona, le hace pensar a uno, por ejemplo, en un Nonell, y Don Pantuflo, que tiene todas las de ser también catalán, hace pensar, como, ya se ha dicho, en Salvador Dalí Cusí, el irascible notario federalista y republicano de Figueras. (Ah, el tipo de la foto es Pi y Margall, y los de la otra foto son los amigos bohemios de Dalí, en Toledo, en 1925. Salvador Dalí es el segundo por la izquierda, y el tercero, en el mismo sentido, es Luis Buñuel. Las viñetas de Don Pantuflo conminando a sus hijos a favor de la tripa ostentosa, y la de Carpanta con chambergo, proceden respectivamente de las historietas de Zipi y Zape "Ayudad al prójimo" y de Carpanta "Casi se da un banquete", editadas en el libro Escobar. Rey de la historieta, Varios Autores, ed. Brugera, Barcelona, mayo de 1985, ISBN 84-02-10591-2. Mmm... no quería decirlo, pero al final lo voy a soltar: Carpanta tiene un notable punto de hijo descarriado de Don Pantuflo, hay algo en todo esto de Dalí padre y de Dalí hijo...)
10 Comments:
Magnífica entrada, amigo y compañero!! Y mira por donde, hemos coincidido en el autor. Claro que tú nos descubres a todos el fondo de la cuestión escobariana y yo me detengo en la anécdota tontaina. ¡¡En fin, cada uno a lo suyo!!
PD: especialmente genial me ha parecido el retruécano ese a costa de los sellos. Inspirado.
Ja, ja, ja, qué va, compañero, todo me lo copio de ti.
¡Qué alegrías me está dando este blog últimamente!
Yo siempre había visto en Don Pantuflo a un representante de los que ganaron la guerra civil...la casita, profesión y pensamientos que tenía el personaje eran tan rimbombantes como su acomodaticia panza.
Una curiosidad más: en algunas de las viñetas de Carpanta que han subido ustedes al blog, se ve a una señora preguntando por la dirección de una calle a Carpanta...¿se han fijado cuántas veces ha utilizado Escobar este recurso a lo largo de toda su carrera?
Reflejo de un mundo algo desorientado, oigan.
Es curioso, y reflejo del final de del dibujante, sin saber bien en qué calle y en qué mundo estaba. Gracias, amigo Chespiro, por su pertienente comentario.
El hecho decisivo para ubicar a don Pantuflo son las patillas: esas pilosidades son decimonónicas. A partir de 1914, todo el mundo se rasuró, y los pelos no volverían hasta 50 años después.
Por supuesto, querido amigo Rancio. Como muy bien ejemplifica nuestro personaje, a partir de la fecha que ud. indica el siglo xix se quedó en un siglo de andar por casa, con sus patillas y zapatillas.
>>>A partir de 1914, todo el mundo se rasuró, y los pelos no volverían hasta 50 años después.>>>
Esto...
... que se lo pregunten a Valle.
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Hubo que decidirse entre ser Valle y ser Valentino. Y se decidió.
No, que lo que digo es que Valle iba "sin rasurar" antes de esas fechas.
(¿Recuerdan aquello?: Valle llega a la puerta del teatro y dice "Soy el crítico de "tal y tal". Y el portero soltó lo de "Con esas pintas tendrá que demostrarlo").
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Con esa pinta lo que demostró a todas luces es que era ¡Valle Inclán!
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