(Mi) minúsculo homenaje a una actriz de estirpe, María Isbert

Hoy, 10 de noviembre de 2008, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha rendido un merecido homenaje, nombrándola académica de honor , a María Isbert. Este weblog (o lo que sea) no ha querido dejar pasar la ocasión de sumarse a tal reconocimiento a una de nuestras más veteranas actrices, felizmente en activo, miembro de uno de los más distinguidos linajes de la escena española.

Con la urgencia que imprime la actualidad y con la modestia de medios que le son propios, “Lady Filstrup”, como sencillo homenaje a María Isbert, trae ante la vista de sus amigos visitantes un par de fotogramas de “La vida empieza a medianoche”, film dirigido por otro actor, Juan de Orduña, para Cifesa, estrenado hace ahora sesenta y cuatro años, casi exactos, un 9 de noviembre de 1944, y que supuso el debut en la pantalla grande de María Vicenta Ysbert Soriano, conocida (y querida) por el público con el nombre de María Isbert. En la película, una trama de enredos debida a la imaginación de Luisa María Linares, autora de la novela de la que procede, el joven músico Ricardo (Armando Calvo) construye toda una vida falsa ante los inoperantes ojos y oídos de su rico y anciano abuelo (José Isbert) para contentarle, y hasta se procura una esposa falsa en la persona de una integrante de un coro de revista y un hijo igual de falso, alquilado a su portera. Pero se cruza en los planes del joven una desconocida, Silvia (Marta Santaolalla), quien se ve obligada a mantener la superchería asumiendo el falso matrimonio. La destinada al papel no es otra que Liana (María Isbert) quien irrumpirá inopinadamente y tendrá que hacerse pasar por la cuñada del joven, Clarita. Inmersa en su rol de esposa, antes de ser desposeída de él, se dirigirá resuelta al abuelo, al que dirigirá muy cariñosas palabras y al que le plantará un entusiasta beso en la calva. Así, la gran María Isbert tendrá un debut curiosísimo en pantalla, al afirmar, dirigiéndose a su propio padre, José Isbert, en estos términos: “¡Qué ganas tenía de conocerte, abuelo! ¡Eres una monada!”

Todavía, en el escaso tiempo en que la cómica permanecía en pantalla, tenía ocasión de ejecutar unos divertidos pasos de baile, de los que aquí al lado dejo una muestra. A la conclusión del número improvisado, la actriz se gana una propina de cien pesetas que le entrega el abuelo (su papá en la vida real, como hemos dicho, Pepe Isbert). Hoy, esta legendaria actriz, tantísimos años más tarde, ha recogido aquella recompensa, como mínimo, centuplicada, que bien se la merece.

NOTA: Para aquellos amigos de Lady Filstrup que no crean en las casualidades, les cuento que este burgomaestre ha interrumpido la elaboración de la entrada dedicada a otro gran actor español que, precisamente, vino al mundo el mismo día que María Isbert, el 21 de abril de 1917, pero que por desgracia hace ya diecisiete años que no se encuentra entre nosotros. Seguro que lo identifican al vuelo.

PD: Lo del “vuelo” no es una pista, no se confundan, amigos.