Oda a Venus

Para celebrar que el satélite europeo Venus Express, primito del Mars Express, se ha colocado hoy en la órbita de nuestra vecina Venus, ahí va la simpática portada de Escobar para el Olé núm. 254, dedicado a Zipi y Zape, y un poco a Carpanta.
Venus, como quien dice, está a la vuelta de la esquina, es el planeta más próximo a la Tierra, y, por tanto, también a la finca donde estuvo la redacción de Bruguera. Se encuentra a penas a 400 millones de kilómetros, metro más, metro menos. ¿Qué es eso para Anacleto, que ha atravesado tantas veces el desierto... pasando por el polo Norte?
Venus es también el planeta del sistema solar, y posiblemente del resto del universo, que más se parece al nuestro: ambos tienen aproximadamente la misma masa y el mismo radio; pero en Venus las cosas pasan más despacio; pues el movimiento de rotación de ese planeta es doscientas cuarenta veces menor que el del globo terráqueo. Dos días de Venus duran lo que 486 días terrestres. ¿Se imaginan toda una tarde leyendo tebeos en Venus? Sólo por esta razón, Venus es ya candidato principal a ser nuestro planeta favorito.
A Venus, el astrónomo Carl Sagan le dedicó buena parte de su tesis doctoral, y a menudo alude a este planeta en sus libros. En La conexión cósmica, que nos ha dado hoy por repasarlo, le dedica varios capítulos, y a uno de ellos lo titula: "Venus es el infierno". Esto ha quedado explicado con precisión en estas cuatro frases (o así) del diario de hoy: "temperatura media en la superficie, 465 grados centígrados, presión atmosférica 90 bares (en la Tierra es de 1 bar* al nivel del mar); nubes de ácido sulfúrico y vientos huracanados..."
Esas temperaturas de brasa viva, esa presión aplastante, el olor a azufre permanente que emana el ácido sulfúrico, los gases corrosivos y, como dice Sagan, "un paisaje inmerso en oscuridad rojiza": todo esto es Venus.
Entre otras misiones, se ha mandado el satélite a Venus para estudiar el efecto invernadero; pues aquello puede servir de veraz y extremo ejemplo de lo que podría llegar a ser la Tierra, si los gobiernos no deciden tomarse en serio los acuerdos internacionales que de tanto en tanto van firmando.
Venus es, para los pastores de ganado, la última luz de la noche, o la primera del alba, y es también el infierno para Carl Sagan, y asimismo es, en plan ecologista, un poco nuestro espejo puesto en el futuro. De momento, ya lo hemos tocado, el futuro, con nuestros dedos de metal. (Ah, no hemos podido resistirnos a escanear unas viñetas tomadas del álbum citado y procedentes de una historieta de fenomenal título: "¡No a Darwin!"; tan fenomenal como el adjetivo que le aplica Zipi a su hermanito en una de estas viñetas, aunque tratándose de Venus...).

* NOTA de los burgomaestres: Otra de las razones por las cuales señalamos a Venus como nuestro planeta favorito es que, así lo dice la estadística, por cada bar que hay en la Tierra, ¡en Venus hay 90!