Cifré y el problema de la vivienda
Pórtico
En la medida en que el hombre se diferencia del caracol o de la tortuga, siempre ha encontrado que en su ánimo anidaba la preocupación por hacerse con una protección permanente para su frágil osamenta y un cobijo que lo librara de los rigores de la intemperie. Tal vez eso explique cómo es posible que, transcurridos cincuenta años, y dadas unas circunstancias sociopolíticas prácticamente opuestas, la sociedad civil española actual perciba como uno de los problemas más acuciantes el de poder disponer de una vivienda, del mismo modo que se percibía en pleno franquismo. La coincidencia, no obstante, cabe calificarla de paradójica, ya que se trata de mera apariencia. Las diferencias de matiz son tan pronunciadas que, vistos con la debida perspectiva, los problemas de hoy no lo son tanto. Testimonio de la inquietud que producía la falta de una vivienda digna es la obra de Guillermo Cifré Figuerola (Cifré), un dibujante de bonhomía casi angelical que disponía de una sensibilidad social que evidenciaba en cada página.
Tremendamente consciente
Así era Cifré para las penurias económicas y por el modo en que éstas podían inmiscuirse en el feliz desarrollo de la existencia humana. Nadie como él sabía retratar, con comprensiva delicadeza y exquisito gusto, las más humildes condiciones de vida. Suyas son las chabolas de Bruguera y sus aledaños (el Tio Vivo independiente). Lo vimos en una historieta de Don Tele, hace unos meses, y lo podemos contemplar hoy en diversas muestras que hemos traído. Cifré fue, probablemente, de todos los fundadores de la llamada Escuela Bruguera, el que tuvo mayor predisposición para retratar la realidad social en su esencia. Sus personajes románticos, los enamorados del amor Cucufato Pi y Golondrino Pérez, debían arropar sus enardecidos corazones con modestas economías; a su Furcio Buscabollos, la indigencia más absoluta le azotaba cruelmente; el reporter Tribulete no le hacía ascos al reportaje de corte social, y dos de sus creaciones más personales(no olvidemos que la paternidad de los anteriormente citados, con excepción de Golondrino, cabe atribuírsela a Rafael González), Filiberto y Amapolo Nevera eran auténticos buscavidas, cazadores furtivos de duros y pesetas que bien pocas piezas cobraban.
Dentro de esta particular sensibilidad para lo social, Cifré reflejaba en su trabajo una especial atención hacia el problema de la vivienda. Las ciudades españolas, en los años cincuenta, están recibiendo un flujo migratorio que en modo alguno pueden absorber. Se construye poco en España y la vivienda disponible escasea y no está al alcance de los bolsillos de la gente trabajadora, que llega en muchos casos a las ciudades provinentes del mundo rural, carente de recursos, y se encuentra obligada a alojarse precariamente en chabolas, o como realquilados en una habitación con derecho o no a cocina. O bien, como fue el caso del propio dibujante, tal como relata Francisco González Ledesma en su libro de memorias “Historia de mis calles”, se ven obligados a vivir en casa de los padres, en la de los suegros, en el caso de Cifré (lo que explicaría desde un punto de vista personalista, la perfecta comprensión de la dimensión del problema). Esta realidad cotidiana (de la que, por cierto este burgomaestre puede dar fe, casi de primera mano, pues sus padres fueron de esos españoles que se vieron en la necesidad de, allá por los cincuenta, habitar, por algún tiempo, una tan modesto domicilio, como lo fue una chabola) halló expresión y acomodo en las imágenes de los tebeos Bruguera, de manera indirecta en muchas ocasiones y, en otras, en forma explícita.
Tener una casita
Del modo que sea, el hombre medio aspira a poseer un lugar al que llamar hogar, o, la menos, un sitio que le sirva para recogerse y medrar en lo posible. Este anhelo, que recoge la Constitución Española vigente en forma de derecho fundamental, era, en los años cincuenta, mucho más inalcanzable de lo que es hoy. Un españolito contumaz, inguo, ilusionado, expectante y heroico en su afán, sostiene una plaquita con el número de la casa que confía en habitar algún día, en la portada del DDT 508, publicado el 6 de febrero de 1960. Cifré lo ha dibujado con la maestría habitual y sin subrayar la nota grotesca o ridícula de la situación (cosa que habría podido quizá aumentar la comicidad de la escena). Al contrario, reviste a su personaje de dignidad y derrocha comprensión hacia él.
Las casas de antes
Cifré parece sufrir la nostalgia de los hogares de antaño, esos que hoy se nos presentan ya lejanísimos. Su insistencia en menospreciar las construcciones modernas por su endeble condición o sus minúsculas dimensiones se refleja en diversas portadas.
Las casas prefabricadas, que podrían parecer una solución barata y eficaz al problema planteado por la escasez de viviendas, a Cifré le suponen una fuente de incomodidades y conflictos. En la portada del DDT 17, de septiembre del 51, retrata a un matrimonio desigual, en el que el marido ostenta el rango inferior, acoquinado ante el creciente enojo de la esposa ocasionado por el retraso de la empresa que debe instalarles la casa prefabricada. La belleza pictórica de la escena, en la que se presagia una temible tormenta, confiere un clima poético a la angustiosa situación. El hombrecillo, rodeado de sus escasas pertenencias y bajo la amenaza de una feroz represalia por parte de su cónyuge, presenta un expresión de una humanidad emocionante. La riqueza de los detalles nos traslada un verismo inusual, demoledor en algunos casos (ese retrato del personaje femenino, de cuando aún era joven y hermosa), y tierno en otros (el minino que dormita beatíficamente, ajeno al drama).
Bastantes años después, en enero de 1962, año del fallecimiento del dibujante, otra portadas, esta vez la del DDT 557, vuelve al tema de las casas prefabricadas para recordarnos lo frágiles que son. Un pelotazo de un niño ha reducido a escombros una de ellas. Una llamada desde un teléfono público exigiendo responsabilidades, con el resultado del derrumbe como fondo, constituye el núcleo de la ilustración. La expresión de estupefacción del niño, causante involuntario del desastre, pone de manifiesto lo absurdo que resulta pretender hacer una vida “de verdad” en “casas de mentirijillas”.
El otro inconveniente de las viviendas modernas (del “ahora” de hace cincuenta años) que encontraba Cifré y que le hacía añorar las antiguas, era la falta de espacio. En las portadas de los Tio Vio número 2 (2ª época) y DDT 415 (de fechas de marzo de 1961 y abril del 59, respectivamente) nos encontramos con socorridas y chocantes soluciones a esta carencia. Con gran resignación por parte del anfitrión que debe sorber su sopa, paraguas en ristre y, más animados, por parte de los que reciben a sus invitados en un tablón añadido al balcón, los personajes de Cifré se valen del ingenio para paliar la evidencia de que, a diferencia de las espaciosas casas de otros tiempos, los tiempos modernos y la especulación del suelo no permiten tener invitados en casa.
El muerto al hoyo...
La desesperación lleva a encontrar ventajas hasta a los más luctuosos acontecimientos. El abismo de la defunción de un semejante puede abrir la puerta a un nuevo morador de su vivienda vacía. El lecho mortuorio que ocupará el cadáver ha dejado libre el recinto en que confinaba su cuerpo animado. El dolor de la pérdida quedará mitigado por el beneficio de la ganancia. Este razonamiento, así expuesto en distintas oportunidades en el celuloide (“El pisito” –Marco Ferreri, 1958-, “El inquilino” –J.A. Nieves Conde, 1958-) ya se recogía en la historieta de Cucufato Pi del Pulgarcito 170, de junio de 1951, titulada “El difunto es un vivo”, en la que ante el inminente suicidio de un conocido, el protagonista encuentra la oportunidad para acceder a una vivienda y poder, al fin, casarse con su adorada novia, Laurita. Es una historieta, como todas las de esta época, preñada del humor verbal de Rafael González, con unos diálogos que apenas dejan sitio a los muñecos de Cifré. Como para resarcirse, el mago del lápiz que fue Cifré, se descuelga con dos viñetas antológicas de formato panorámico, una en la que diseña magistralmente un escenario (el piso en cuestión, sito, naturalmente, en la calle del Besugo, 13), y otra en la que retrata un espléndido y variado grupo de figurantes callejeros. Anotemos que la historieta lleva el mismo título que dos películas producidas por Ignacio F. Iquino, sendas versiones de la misma historia, la primera de las cuales, dirigida por el mismo productor en 1941, Cifré debía conocer y admirar en el momento de dibujar su historieta. En la segunda versión, de 1955, dirigida esta vez por Juan Lladó (el prematuramente desaparecido cineasta, que este burgomaestre barrunta quizá hermano del redactor de Bruguera y guionista de Cifré, José María Lladó) Armando Matías Guiu es co-autor del guión.
Tal vez sea interesante en este punto comparar las tres obras citadas que comparten el tema de lo que podríamos llamar “vivienda heredada”. Tenemos la película de Nieves Conde, “El inquilino”, en la que la pareja protagonista (Fernando Fernán Gómez y María Rosa Salgado) ha de vivir la angustia de verse desahuciada y la desesperación de no encontrar una vivienda. Tan es así, que en un momento concreto, llegan a seguir un séquito funerario con la esperanza de dar con una. La amarga visión de la situación que la cinta ofrecía (con retrato de tintes negativos para los constructores incluido) le valió ser considerada peligrosa y una verdadera afrenta para el ministro de la Vivienda, el señor Arrese, por lo que fue mutilada, desvirtuando su final (se añadió uno triunfalista en el que el Régimen intervenía milagrosamente, proporcionando una furgoneta rotulada "La Esperanza" que transportara a los protagonistas hasta su ansiada vivienda) y retrasando su estreno varios años (entre tres y siete, según las fuentes consultadas). Ello no impidió que la película se alzara con un premio internacional en el Festival de Karlovy-Vary, pero, no obstante la obtención del galardón, la película y la carrera de su director se vieron gravemente perjudicados por la acción de la Censura franquista, la cual, por otra parte, en nada benefició a los ciudadanos que buscaban un piso en el que vivir dignamente.
En la película de Nieves Conde, el tema, realmente, es sociológico. Los personajes no pasan de ser un reflejo de una situación coyuntural y su interés consiste, fundamentalmente, en testimoniar y denunciar un realidad económica, política y social concreta, de forma parecida a cómo, en un film anterior, “Surcos” (1951), había retratado el éxodo del mundo rural al urbano (en gran mediad, génesis del problema subsiguiente, por lo que podría considerarse “El inquilino”, como una consecuencia de “Surcos”). Para lo que interesa en esta entrada, la anecdótica persecución de la comitiva del funeral, valga decir que, en este caso, el difunto no es ningún vivo, y que, el pobre, no se entera de nada, como es obligación de todos los fallecidos.
En cambio, en “El pisito”, la película cuyo guión escribieron Rafael Azcona y Marco Ferreri (el propio director), mucho más conocida y difundida que la de Nieves Conde (tanto es así que hasta se ha beneficiado ya de su lanzamiento en DVD), se nos cuenta una historia de personajes ( que, sí, evidentemente, se desarrolla en un contexto determinado, el cuan condiciona sus acciones) cuyas relaciones constituyen el eje fundamental de la película. En este caso, el papel de la futura fiambre se revela amucho más protagónico y es esencial en la acción. Revelando un error de cálculo de sus “herederos activos” (Mary Carrillo, genial como una especie de Lady Macbeth y José Luis López Vázquez, enorme como el manipulado varón –en una tradición argumental que va desde Adán hasta el propio Macbeth), la anciana “donante” goza de mucha mejor salud de lo deseable y si termina cediendo la vivienda no es por efecto de la inercia del transcurso del tiempo, precisamente.
Otro que no deja así como así el mundo de los vivos es el suicida aficionado de la historieta de Cifré. Tras prometerle a Cucufato Pi que podrá habitar su desalojado domicilio, el que había de pasar a mejor vida, lo hace, en efecto, pero sin dejar por ello de respirar. Pasa de vivir las angustias de pagar un alquiler a vivir de gorra en casa de Cucufato y Laurita. Como compensación, promete contar graciosísimos cuentos checoeslovacos.
Por último, dada la coincidencia temporal y que trata de un tema relacionado con esta entrada, anotemos que sobre las deficiencias de las modestas viviendas a las que un matrimonio joven podía aspirar a obtener en estos años, es testimonio una memorable secuencia de película más de este mismo año 1958, la genial “La vida por delante”, de Fernando Fernán Gómez. Cuando al personaje interpretado por Analía Gadé, el pisito que habita con su pareja se le cae a trozos y se revela en toda su paupérrima dimensión, se está efectuando ante el espectador una atinada (y divertida) disección de una situación social. Lo mismo que Cifré hacía con sus ilustraciones en estas portadas para el Tio Vivo número 36 (de marzo del 58) y del DDT 264 (de mayo del 56). En la primera, la situación tiene mucho que ver con la descrita en “El inquilino”, en la segunda, esa pareja que sale de la iglesia en la que se acaban de casar, buscando afanosamente piso en la sección de anuncio clasificados por palabras participa del espíritu emprendedor y esforzado de los (anti)héroes de Fernán Gómez.
...y en el 3000, también
Cifré mantuvo su preocupación por la consecución de un techo bajo el que cobijarse hasta el fin. Y más allá, porque en el DDT dedicado al año 3000, publicado en 1961, haciendo una previsión que parece que nos obstinamos en hacer cumplir, entregaba media de chistes sobre su tema recurrente. Las circunstancias podrán cambiar con el paso de los siglos, parece decirnos, pero algo le estaba diciendo al bueno de Cifré que el hombre siempre querría poseer un lugar seguro en el que descansar, gozar y protegerse a él y sus seres queridos y sus propiedades y que de esa necesidad imperecedera, siempre habría alguien dispuesto a aprovecharse para enriquecerse, a abusar, en suma. De momento, hay que ir dándole la razón, ¿no?
Nota: el Tio Vivo 26 se publicó el 18 de diciembre de 1957. El guión de “El inquilino” lo firmaron Manuel Suarez Caso, José Marí pérez Lozano y José Antonio Nieves Conde, aunque la versión que pudo verse (poco) tenía un cuarto guionista en forma de censor (no acreditado).
Nota2: Creo haber resuelto el enigma del señor calvo con puro de la redacción de Bruguera que aparecía en una imagen de la entrada anterior, extraída del Almanaque del DDT para 1956. La calvicie y el puro, además de su situación, cerca de Matías Guiu (o sea, de redactor), me inclinan a creer que se trata de José María Lladó, a quien Francisco González Ledesma describe admirablemente en su libro de memorias “Historia de mis calles” (2006, Ed. Planeta). Todo un personaje: escritor, rojo represaliado, mujeriego, ocurrente genial, rebelde y vividor. Si fue hermano o no del director Juan Lladó, no he podido comprobarlo, todavía.
17 Comments:
Mirando la portada del DDT 17 me viene a la cabeza una historia aparecida en la magistral recopilación Barrio de Carlos Giménez, en la que una familia y amigos se fabrican una vivienda por la noche. Ya de día llega la guardia civil, pero al estar alojado un matrimonio con su hijo, no pueden mandar derribar el edificio. Una terrible realidad de la época de posguerra.
Muy acertado, amigo mortadelón, su recuerdo para la historieta de Carlos Giménez, que este burgomaestre leyó en el Papus correspondiente hace ya una eternidad... Memorable, sin duda alguna.
Genial entrada, como siempre. Y además qué bonito es disfrutar de esa maravilla de portadas antiguas con esos fondos tan cuidados y esa acuarela...
Ah, y qué vigentes resultan algunos de estos chistes con eso de los minipisos.
Felicidades también por descifrar el enigma del calvo fumador, lo que ustedes no consigan...
Les he leido desde el trabajo porque viendo el tema era lo más adecuado (una oficina de arquitectura) Las portadas de Cifré son geniales, qué expresiones, qué fondos... ¿Saben hasta qué punto influyó Cifré en dibujantes más jóvenes? Es que mirando las portadas he encontrado recursos expresivos que creo que les he visto a Segura y a Vazquez muchas veces...
Y, coincido, estos chistes no son, para nada, antiguos
Gracias, amigos Gordito y Choko, por los amables comentarios. Al leerlos me doy cuenta de que he descuidado bastante comentar el estilo del gran Cifré, concentrándome en el tema. Menos mal que están ustedes ahí.
Me tenéis absolutamente fascinado. ¡Esto sí que es una crónica sentimental de España! Deberías -y lo digo totalmente en serio- participar con una comunicación, ponencia, representación, acción o pasión, en el Coloquio sobre "Arquitecturas Celestiales" de la próxima semana en el CCCB.
¡Espléndido, amigo y compañero burgomaestre! Y de paso, esclarecedor, si es que se trata de Lladó; y si te lo hueles tú, seguro que no falla. Hay qué ver con qué necesidad, pero también ganas de salir y de pulsar el mundo se vivía la vida y la calle hasta hace no tanto. El mismo Ledesma titula sus memoria Historia de mis calles, clarol
Excelente.
(Con perdón por la redundancia...).
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Por lo demás... creo que no: el segundo apellido del guionista era Figueres; y el del cineasta era Bausili.
Hasta donde yo sé...
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¡Que lástima no llevar sombrero, pues no me lo puedo quitar en honor a este nuevo artículo! Realmente excelente.
Meditando sobre el humor y los mini-pisos... Como habrían disfrutado estos dibujantes con la polémica de los pisos de 30 metros cuadrados. Estoy seguro que le habrían sacado punta al tema y hubieran rebañado el plato a gusto con este asunto.
Gracias, amigo rosaspage por su amable comentario y por traer a colación los famosos pisos de protección oficial de 30 mts. la alusión es muy oportuna. Gracias, maestro don Jesús por iluminar a este zángano burgomaestre con su conocimiento. Reconoce este burgomaestre que se pierde por fantasear tanto como adolece de falta de rigor. Entono un mea culpa y me atrevo a aventurar, todavía, si Juan y José María Lladó no sería primos. Ah, y gracias por el "excelente". Tenía que haberle tenido a usted de profesor en la Universidad y no habría colgado la carrera.
Gracias, amigo Luri, por su entusiasta comentario. Lo de participar en foros y conferencias, como esa del CCCB está un poco fuera de la órbita de los burgomaestres. Consideramos que aún no hemos alcanzado el status necesario para hacer galas. Y no es que no hayamos recibido alguna invitación, que conste. Más bien es que somos unos indecisos, como todos los notarios burgomaestres.
Y gracias a ti, amigo y compañero, por tu amistad y compañía. Ya ves, que no soy de fiar. Formo familias con más facilidad que Zapatero las deshace (según la versión de la Realidad del partido de la oposición, claro).
Bueno, no le "rechazo" lo de la primada.
Y sería un tema complejor porque el Lladó cineasta, quien, en principio, tenía un punto de izquierdas, parece que tuvo un hermano (tambien de nombre Josep Maria) que fue falangista...
Pero, ya le(s) digo (dije): hasta donde yo sé.
O creo saber al día de hoy (porque la redacción del tercer "Atlas" está en eso, en fase de cimentaje).
..
Más quisera yo, por lo demás, que tener alumnos como usted en mi ex catedra.
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Pues a mí me han demolido el pisito hace bien poco (mi blog hackeado), pero ya estoy construyendo otro en esta calle:
http://elblogdelrincondetaula.blogspot.com
Hagan el favor de cambiar la dirección en su libreta.
Muchas gracias.
Dionisio
¡Hecho, Dionisio!
Pues, muchas gracias!!!
Mi primera vivienda cuando emigramos a Rubi (Barcelona) fue realquilados en unos minusculos cuartitos en el patio del Sr. Mariano. Gracias amigos Burgomaestres por la memorable entrada.
Os anuncio que estoy poniendo cronologicamente las historias de La Gorda de las Galaxias de Nicolas en el siguiente blog.
http://gordadelasgalaxias.blogspot.com/
Pues muchas gracias, amigo rebote, por compartir vivencias y viñetas con estos sus burgomaestres.
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