Serie portadas por la cara: Dos cubos y un hacha
El DDT contra las penas era un semanario de humor español. O, por mejor decir, un semanario de humor que se hacía en España. Igual que le pasa a toda criatura viviente, su lugar de nacimiento había de condicionarle de un modo más que notorio. Hacer humor en la España franquista no sólo era posible, sino que era imprescindible. Sólo con grandes dosis de humor (socarrón, por supuesto, compañero) era posible sobreponerse a la represión, a la amargura de la derrota, a la escasez de todo. Y el humor tiene que, a poco que se le deje, resulta juguetón y va y se rebela y revela lo que la verdad oficialista calla, omite y sepulta. Como pasa en estas dos portadas del DDT.
En la primera, obra de Cifré, la del número 23, de octubre de 1951, se plantea una situación absurda a costa de las obras públicas predilectas del general Franco: los embalses. Dos operarios pobremente vestidos, pertrechados con sendos cubos deben llenar una enorme presa antes de que aparezca el mandamás a inaugurar la construcción prevenidos por un malencarado capataz que viene a la carrera. Naturalmente, la identidad del temido prócer ha sido escamoteada y se habla de un “presidente de la compañía” convenientemente neutro, pero la referencia al dictador es inevitable.
La segunda portada, debida a Peñarroya, data de abril de 1953. En ella se alude al derecho de huelga de los trabajadores en un contexto histórico en el que tal derecho no existía, ni por asomo. Ni existía en el tiempo interno del chiste (que, por los cascos de los soldados dibujados se correspondería con el siglo XVI), ni existía en el momento en que el chiste se publicó en el país donde se publicó. Lo que no quiere decir que en España no se declararan huelgas, como la huelga general espontánea que se dio en Barcelona hace ahora 55 años, en marzo de 1951, conocida como la “Huelga de los tranvías”, que fue reprimida duramente, con víctima mortal incluída (un niño de cinco años), como correspondía a los usos del Régimen.
Irónicamente, cabe añadir que si bien la huelga no estaba contemplada legalmente, sí, en cambio, la labor del verdugo, en la España de Franco (como se encargaron de inmortalizar Luis García Berlanga en su magnífica película “El verdugo”-1963- o Basilio Martín Patino en “Queridísimos verdugos” rodada en 1973) no sólo se consideraba necesaria y pertinente, sino que constituía aquello que se conoce como un “trabajo seguro”.
PD: Hoy, de aquella España negra ya no queda ni rastro...Bueno, sí, alguna cosilla hay...el otro día, en el congreso que celebró el principal partido de la oposición tomó la palabra un tal Manuel Fraga Iribarne, en su calidad de presidente honorífico del partido, quien mostró una tierna compresión para los golpistas del 23-F, el mismo individuo que en aquel lejano mes de abril de 1953 tomó posesión de su cargo como nuevo secretario general del Consejo Nacional de Educación a las órdenes del general Franco. Detalles. Bagatelas. Fruslerías.
En la primera, obra de Cifré, la del número 23, de octubre de 1951, se plantea una situación absurda a costa de las obras públicas predilectas del general Franco: los embalses. Dos operarios pobremente vestidos, pertrechados con sendos cubos deben llenar una enorme presa antes de que aparezca el mandamás a inaugurar la construcción prevenidos por un malencarado capataz que viene a la carrera. Naturalmente, la identidad del temido prócer ha sido escamoteada y se habla de un “presidente de la compañía” convenientemente neutro, pero la referencia al dictador es inevitable.
La segunda portada, debida a Peñarroya, data de abril de 1953. En ella se alude al derecho de huelga de los trabajadores en un contexto histórico en el que tal derecho no existía, ni por asomo. Ni existía en el tiempo interno del chiste (que, por los cascos de los soldados dibujados se correspondería con el siglo XVI), ni existía en el momento en que el chiste se publicó en el país donde se publicó. Lo que no quiere decir que en España no se declararan huelgas, como la huelga general espontánea que se dio en Barcelona hace ahora 55 años, en marzo de 1951, conocida como la “Huelga de los tranvías”, que fue reprimida duramente, con víctima mortal incluída (un niño de cinco años), como correspondía a los usos del Régimen.
Irónicamente, cabe añadir que si bien la huelga no estaba contemplada legalmente, sí, en cambio, la labor del verdugo, en la España de Franco (como se encargaron de inmortalizar Luis García Berlanga en su magnífica película “El verdugo”-1963- o Basilio Martín Patino en “Queridísimos verdugos” rodada en 1973) no sólo se consideraba necesaria y pertinente, sino que constituía aquello que se conoce como un “trabajo seguro”.
PD: Hoy, de aquella España negra ya no queda ni rastro...Bueno, sí, alguna cosilla hay...el otro día, en el congreso que celebró el principal partido de la oposición tomó la palabra un tal Manuel Fraga Iribarne, en su calidad de presidente honorífico del partido, quien mostró una tierna compresión para los golpistas del 23-F, el mismo individuo que en aquel lejano mes de abril de 1953 tomó posesión de su cargo como nuevo secretario general del Consejo Nacional de Educación a las órdenes del general Franco. Detalles. Bagatelas. Fruslerías.
6 Comments:
Qué gran blog han creado ustedes. Les felicito y les animo a que sigan adelante. También les sugiero que dediquen un humilde post al personaje que suscribe este comentario, cuando ustedes lo consideren oportuno, así como a mis creadores, que creo que fueron dos. Saludos.
Sí señor, compa burgomaestre. Cierto y muy bien contao. Hace unos meses Rafael Azcona dijo por la tele que la España que él había retratado en sus guiones para Berlanga y tal dejó de existir cuando todos los españoles empezaron a ir por la calle con una bolsa del Corte Inglés.
Muy bueno lo de "el presidente de la Compañía", y el del pobre condenado a muerte también tiene su gracia.
Ayer que no hubo entrada tuve la misma sensación que tenía de pequeño cuando alguna semana no llegaba mi revista favorita ¡palabra! Hay que ver qué pronto se acostumbra uno a lo bueno...
Está claro que la censura es perniciosa y algo indeseable, pero también que los mejores chistes surgen cuando se consigue burlar.
Mi buen benito, algún post caerá, sin duda dedicado a usted. Si quiere contarnos alguna confidencia, la apuntaremos cuidadosamente.
Amigo y compañero burgo, gracias por el comentario y por la cita de Azcona, que siempre tiene ese punto de vista tan atinado como afilado.
Amigo Gordito, sepa usted que el día que no hubo subida en este weblog (o lo que sea) pensé que usted la echaría de menos por esa razón me supo doblemente mal no haber "cumplido" con la obligación. Pero... ¡Ay! ¡también los burgomaestres tenemos nuestras limitaciones!... ¡Y la salud, es la salud, amigo mío!
Amigo Zero, burlar la censura es un saludable ejercicio, sí, pero no incurramos en el error de darle ni un ápice de mérito al censor o a su existencia. El mérito siempre está en el creador. Que tenga que vencer dificultades extra para realizar su labor incrementa su mérito. Estamos de acuerdo, amigo Zero. Me permito esta puntualización, a título... de, digamos, ampliación.
Amigos, la salud es lo primero... Espero que al recibo de la presente estén Vdes. ya sanotes y recuperados y sepan que aunque no hubiese en adelante más entradas en este weblog (o lo que sea) su obra sería ya considerada cumbre y magnámina por este orondo servidor.
Dicho ésto...algo del Boniato van a poner, ¿verdad?
(¡Cuán insaciables somos algunos visitantes!)
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