Un chorro de cordialidad

De vez en cuando, en “Lady Filstrup” nos dejamos impresionar por la actualidad. Levantamos la vista de los tebeos porque escuchamos algún estruendo (de una explosión, casi siempre) y no podemos evitar comentarlo de alguna manera. Ante la noticia que se ha producido hoy (justamente todo lo contrario de una explosión) del anuncio del “Alto el fuego permanente” de la banda terrorista ETA, este burgomaestre es incapaz de decir nada inteligente. De hecho no es capaz de decir nada, pero en su tremenda ingenuidad (que expone ante el lector a modo de escudo protector) ha pensado en las historietas publicitarias que Ibáñez realizó para Pepsi Cola. Y es que, por terribles que sean las consecuencias de un conflicto, ello no debe ser un impedimento para que el conflicto deba poder resolverse pacíficamente. Si hay que recurrir a una maravillosa bebida refrescante o a un chico con superpoderes que se transforma con un fogonazo, como el Capitán Marvel, pues adelante. Uno está dispuesto a creer en los milagros con tal de que las personas dejen de comerse los hígados los unos a los otros.
No existe ofensa ni reivindicación que justifique el uso de la violencia, tan sólo la defensa de la propia existencia o la de los tuyos. En ningún caso (y si cabe, menos aún, para los Gobiernos de los Estados) ni la extorsión ni el asesinato pueden sustituir a la argumentación razonada como método de alcanzar la solución a los conflictos. Cualquier acción conducente a sustituir la violencia por diálogo es una acción loable y positiva. Y eso es más verdad hoy que nunca, cuando se recuerda el asesinato de Ernest Lluch (uno de los políticos más comprometidos con la comprensión entre las personas que este burgomaestre haya conocido)a manos de ETA. Estas evidencias que a menudo no parecen serlo tanto (sobre todo, escuchando a quienes con sus declaraciones se descalifican como interlocutores) conviene tenerlas presentes cada día, para evitar que la ira atice el odio y que éste engendre dolor de cuya putrefacción nacerá el rencor, sobre cuya base ninguna cosa buena podrá nacer nunca.
En fin, pongamos que no estoy hablando en absoluto de terrorismo, ni de la realidad española, para que nadie se dé por aludido y ofendido. Si hoy hablo de tebeos también es porque es de lo que hablo cada día. Repasando estas viñetas entiendo que los humanos necesitamos de la intervención de lo fantástico, de lo mágico, para abandonar la violencia. Querría creer que hoy ha cambiado un poco eso, que el encendido discurso de la violencia se ha quedado apagado, empapado por un refresco lanzado por un niño con traje de super-héroe... Dejando a un lado la noticia que se ha producido hoy y hablando en términos generales, creo que si la gente está deseando encontrar una excusa en cada esquina para abrirse el cráneo, es necesario que Pepsi man haga llover la Pepsi-cola sobre ella. Por cierto...¿Pues no me recuerda a mí a Zapatero el Pepsi man, este?
NOTA: Esta tan benéfica como comercial labor publicitaria que llevó a cabo la estrella fulgurante del cómic español, Francisco Ibáñez (a quien aprovecho para felicitar con un elegante retraso por su septuagésimo aniversario) estuvo realizada con encomiable esmero (en la línea más franquinianamente detallista del autor) y publicada (para las viñetas aquí expuestas) en los Pulgarcitos 1902 (16-10-67), 1910 (11-12-167), 1915 (15-1-68) y 1924 (18-3-68).
Nota 2: Anotar el extraordinario parecido del señor de la historieta del loro con Jacquez Chirac y confiar en que el triste papel del lorito, devorado por los reconciliados contendientes en alegre compañía y amistad, no le toque nunca a nadie.
Nota 3: Citando al ilustre músico británico Nick Lowe: “What so funny ‘bout peace , love and understanding?”