Un motivo menos para reír. Adiós a Pepe Rubianes.

Hoy nos ha asaltado la noticia del fallecimiento de Pepe Rubianes (José Rubianes Alegret, Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, 1947). Y aún cuando la sociedad catalana en general era consciente de su grave enfermedad, que le tenía apartado de la escena desde hacía casi un año, saber de su muerte ha supuesto un impacto innegable. Quizá porque si a alguien conocía todo el mundo en Catalunya del que no tuviera ninguna duda de que estaba vivo, ese era Rubianes.

Nunca ha sido este burgomaestre un buen público para Rubianes. A pesar de ser un entusiasta del humorismo y de lo cómico, algo en el discurso del este actor, escritor y director le mantenía ajeno a él. Algo que una verdadera legión de espectadores fieles y jubilosos encontraban en los espectáculos del cómico galaico-catalán, desde los ya lejanos “Pay-pay” (1983), “Ño” (1984) o “Sin palabras” (1987), o los más recientes “Sssscum!”(1992) o el longevo “Rubianes solamente” (1997), que se mantuvo 9 temporadas en el teatro Club Capitol de la capital catalana. El reconocimiento oficial le llegó también, sumándose a la aclamación popular, en forma del Premi Ciutat de Barcelona d’Arts Escèniques 2001, por esta última obra.

Con el silencio de Rubianes, un silencio más sombrío por ser la suya una de las risas más musicales del paisaje sonoro, se agosta una fuente vital para todos, una fuente de carcajadas. Irreemplazable, insustituible, el cómico hace mutis antes de tiempo, dejando la herencia de su recuerdo como figura irónica hasta el causticismo, en su público fiel, y también en los que, como uno, pensaban que los espectáculos de Rubianes no eran para él, y que, sin embargo, le veían con simpatía, diciéndose que, siendo grande su arte, mayor parecía su calidad humana. Por eso hoy, en la hora del adiós, lamentamos la pérdida del artista, y compadecemos muy especialmente a quienes tuvieron la suerte de poder llamarle amigo.