Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

sábado, julio 27, 2013

¡Hasta aquí llegó la psicodelia!


Manolo Galván, a la par moderno y campestre
 en la portada de Lily
“Un grito solitario”, tituló con la maestría que otorgaba a Armando Matías Guiu su experiencia milenaria cuando escribió para el nº 669 del semanario brugueriano Lily de fecha 30/09/1974 un artículo sobre Manolo Galván (Alicante, 13/03/1947 – Buenos Aires, 15/05/2013), a quien recordamos hoy, que nos hemos enterado, con dos meses largos de retraso, de su fallecimiento en tierras argentinas. El título del artículo de don Armando hacía referencia a su liderazgo del conjunto “Los Gritos”, grupo malacitano que saltó a la fama cuando conquistó en 1968 el por aquel entonces influyente festival de la canción de Benidorm, con su versión del tema de Julio Iglesias (igualmente ganador del certamen) “La vida sigue igual”, un afortunado himno al conformismo perfectamente adecuado a las circunstancias sociopolíticas españolas, en las que el mensaje procedente del modernizado Imperio franquista (y, en consecuencia, imperante) consistía en tomar a cosa de poca sustancia (cuando no directamente a guasa) cualquier atisbo de avance social liderado por una juventud melenuda e inconsciente. Podíamos ganar Eurovisión, los americanos llegar a la luna, los peluqueros podían desesperarse viendo crecerle el pelo a la gente, pero todo se mantenía atado y bien atado. Bastaba ver la televisión para entenderlo. “Los Gritos”, que habían tirado la toalla ya un vez, habían parecido dar con la fórmula del éxito cuando el alicantino Manolo Galván sustituyó al anterior vocalista, dejando a la vez su puesto de tañedor de guitarra. La experiencia como líder del grupo “Los Gritos” (entonces a los grupos se les llamaba “conjuntos”, dato cuyo conocimiento la juventud del Siglo XXI sin duda agradecerá) no superó el trienio y en esos 36 meses, el combo tuvo la oportunidad de debutar en las pantallas cinematográficas, aportando durante la proyección de los genéricos, su interpretación del tema que dio título al film, “¡Cuidado con las señoras!” (Julio Buchs, 1968). La canción, un clásico instantáneo del barcelonés  Augusto Algueró y de su letrista habitual, el cartagenero Antonio Guijarro, incluía en sus versos perlas como “Si te dicen “Tengo frío” (refiriéndose a las señoras, claro) ten bastante precaución, pues todas, todas quieren un abrigo de visón”, unas líneas dignas de Peñarroya, el padre de Don Pío, de Pulgarcito.  En su siguiente incursión en el cine, “Abuelo made in Spain” (1969), que dirigió Pedro Lazaga a mayor gloria del cómico de Tarazona, Paco Martínez Soria, el conjunto tuvo la responsabilidad de actuar ante las cámaras, si bien es cierto que el director de “La patrulla”, que en menos de una década había pasado de formar parte de un grupo de entusiastas y respetuosos cinéfilos, “Los Telúricos” entregado a la causa del cine, a filmar todo lo que se le pusiera por delante que oliera a comercialidad, sin asomo de escrúpulos, regaló a la historia del cine una actuación de “Los Gritos” interpretando el tema “Veo Visiones”, no es menos cierto que apenas se les entrevé, en una concurrida “boite” del Madrid Ye-yé de entonces, más interesado en destacar la expresión de estupefacción del héroe de la España “sin adulterar” que representaba Martínez Soria y a los estrambóticos bailoteos de una anónima Teresa Hurtado. De manera sintomática, el final de la actuación de “Los Gritos” (y de sus inocentes visiones) coincide con la detención del personaje de Martínez Soria (a quien un desconocido admirador de la radicalidad del grupo le ha pasado un paquete de estupefacientes) a la terminante voz de: “¡Policía y a callar!”
Y es que en aquel entonces, el consumo de drogas era considerado en España poco menos que la antesala del infierno, por lo que la fenomenología hippy internacional ligada a la exploración del mundo al que dicho consumo daba acceso presentábase no sólo como una práctica peligrosa física y moralmente hablando, era, sobre todo y en consecuencia, perseguible como delictiva. Así, una canción como “Veo visiones” representaba lo que podríamos llamar el “techo psicodélico” de España. Compuesta en su música y letra por Manolo Galván y Joaquín Alonso Navas, “Veo visiones”, con su escuálida historia de una misteriosa mujer que “hablaba con palabras y acariciaba con sus manos y después se iba”, no llegaba muy lejos en lo que a arrebato visionario se refiere y se presentó en TVE en lo que hoy puede considerarse como un afortunado alarde de realización televisiva, atinada mixtura de innovación futurista-alucinógena y minimalismo exacerbado. Los cuatro integrantes de “Los Gritos”, sentados en sendas sillas, ocupan un set televisivo estrictamente desnudo y sólo unos destartalados efectos de combinación de las propias imágenes con su negativo aporta alguna variedad a la ascética actuación.


Manolo Galván, tras dejar el grupo que lideraba, disuelto, entre otras causas, por efecto de aquella broma de mal gusto conocida como Servicio Militar Obligatorio, cayó en las garras de Juan Pardo, un obstinado creador de melodías que siguió con denodado tesón los pasos de The Beatles hasta que detenerse cuando los británicos llegaron a su álbum “Rubber soul”, momento en el que el señor Pardo se apeó de Los Brincos para formar dúo con su compinche Júnior y probar las mieles del éxito. En la primera mitad de los 70, tras recomendarle a Galván que se vistiera con ridículos petos como él y se dejara una barba parecida a la suya, Juan Pardo trató de dar un nuevo impulso a la carrera del ex vocalista de Los Gritos. El alicantino, que consiguió introducir en el vocabulario de muchos niños españoles la palabra “ramera” a raíz de su éxito dramático-musical “Hijo de ramera”, emigró en 1973 a tierras americanas, alcanzando allí su entrañable estilo interpretativo, basado en una especie de balido quejumbroso, un estatus de éxito más que razonable en Argentina (donde se instaló) y Chile.

domingo, julio 14, 2013

El Príncipe y la Reina

En la actual coyuntura, cuando la Monarquía española se halla tan discutida y hasta, por qué no decirlo, contestada por la ciudadanía, tal vez sea oportuno recordar que no siempre ha sido así. En marzo de 1980, sin ir más lejos, y sin que mediara el concurso todavía del golpecito de Tejero, a la Corona Real española se le rendía espontánea pleitesía, y prueba y testimonio de ello lo dio entonces uno de nuestros más señalados e insignes artistas populares, expresión certera del sentir del pueblo (no exento, en su caso, de cierto tinte aristocrático): el Príncipe Gitano. En efecto, el todavía hoy idolatrado responsable de la más célebre versión del tema “In the ghetto”, asaltó en aquellos lejanos días las listas de éxitos (con escasa fortuna, todo hay que decirlo) con una tonada dedicada a Su Majestad la Reina Sofía. En el número 1853 de la referencial revista HOLA se consideró oportuno dedicar a tan estimulante iniciativa, bajo el título de “La primera canción dedicada a la Reina Sofía”, una entrevista-reportaje, que firmó el periodista Luis Cantomar y que fue ilustrada con unas fotografías que, incomprensiblemente, nadie tuvo el valor de firmar.  Pasen, lean y vean:

Los autores de la canción, el periodista Rafael Brines Lorente y el compositor Rafael Ibáñez, con el Príncipe Gitano
“Tres valencianos, un gitano y dos payos han lanzado la primera canción en homenaje a la Reina doña Sofía.
“El disco –nos dicen los tres, a quienes vemos reunidos en Perales de Tajuña, en la finca del Príncipe Gitano- es un canto en homenaje a la primera dama de España. Nada más y nada menos que eso”.
Allí, en Perales de Tajuña, y en Valencia han ido componiendo letra y partituras y ultimando los preparativos para el disco, que ya se encuentra en la calle. Los autores son el periodista Rafael Brines Lorente, compañero en la agencia Efe, que ya hizo sus primeras armas en el teatro musical, y el compositor Rafael Ibáñez, quien procede del teatro y tuvo varios años compañía propia de comedia en Valencia y hoy se encuentra dedicado al mundo del disco, a la composición musical.
 “La idea –nos dice Brines- hay que ser justos y reconocer que fue de mi amigo Rafael Ibáñez. Se me presentó un día y me propuso componer una canción en homenaje a la Reina doña Sofía. Me pareció que era una pieza QUE ESTABA HACIENDO FALTA EN EL PAÍS; una canción que fuera, sobre todo popular, como popular es ya la figura de la primera dama de España. Total, me puse a escribir, salió una letra sencilla, como sencilla, dentro de su grandeza, es la dama a la que homenajeamos, y la entregué al músico”.
El Príncipe Gitano, en la intimidad de su hogar,
con su copita, su faria y su televisor.
 El camino, el habitual. El compositor se puso a la guitarra –que es como trabaja-, sacó la partitura, la remitió al Príncipe Gitano y éste montó la grabación, con la casa Acropol , de Madrid.
-¿Cuál crees es la mejor virtud de la canción? –seguimos preguntando a Brines.
 -Para mí, la música y la interpretación, que me parecen muy acertadas y apropiadas. No es modestia, no; lo que ocurre es que la letra es sencillamente un piropo, y ESO A LOS ESPAÑOLES NOS SURGE FÁCILMENTE, de ahí que el mérito menor sea el mío.
 El compositor, Rafael Ibáñez, de la localidad valenciana de Sueca, donde también nació el maestro Serrano, del que Ibáñez ha sido el mayor biógrafo y divulgador, nos explica así la intención de esta canción:
 -La figura de la Reina, por su sencillez, por su gesto señorial, por su saber estar siempre, me pareció que era acreedora, entre otros muchos homenajes, a una canción popular. Y no intenté hacer una gran sinfonía, para lo que no estoy preparado, quise, solamente, hacer una canción popular, QUE ESTÁ HACIENDO MUCHA FALTA; algo así como el “Romance de la Reina Mercedes” o el “¿Dónde vas, Alfonso XII; dónde vas, triste de ti?”, salvando la distancia que pueda haber entre mí y los autores de esas canciones, que ya se han hecho clásicas.
 -¿Esto podría incluirse en la canción política?
 -¡DE NINGUNA MANERA! Estos días, en la radio nos lo han preguntado varias veces. No mezclemos una cosa con la otra. En la letra que ha hecho Brines no se cita ni a partidos, ni aa política alguna; ni siquiera a la Monarquía, que está POR ENCIMA DE TODA POLÍTICA. Hemos hecho eso, una canción, un homenajea una dama, a la primera dama de España.
 La canción, en ritmo de bolero español, dice así:
“Hija de Reyes, madre de princesas,
Eres española; tú ya eres de aquí
Viniste a ser Reina, viniste de Grecia
Y hoy eres la dama primera de España
Peineta española, mantilla de blonda,
Ya sabes lucirlas con garbo y ardor,
Y es que has conseguido, mi Reina y señora,
Ganarte a mi pueblo, al pueblo español.
Reina, Reina Sofía,
De nuestro Rey compañera,
Das al pueblo una alegría
Que todo el mundo quisiera.
Eres, Reina Sofía,
Símbolo del señorío,
Con la gracia y el donaire,
Con la gracia y el donaire,
De este pueblo que es el mío.
(Coda)
Reina Sofía…
Reina Sofía…
Reina Sofía…”
 -Y qué pensaste –pregunto ahora a Enrique Castellón Vargas, el Príncipe Gitano- cuando te propusieron esa canción?
 
Una simpática escena familiar del Príncipe Gitano
en su finca de Perales de Tajuña
- Me pareció ESTAR ANTE UN SUEÑO, ANTE LA CANCIÓN DE MI VIDA. Cuando recibí el cantable, creí estar soñando. Con todo respeto, yo pensé: “UN PRÍNCIPE, UN PRÍNCIPE GITANO, PUEDE CANTARLE A UNA REINA”. Encargué enseguida a mi editora los arreglos; HICE QUE LE PUSIERAN UNAS NOTAS DE AIRE VALENCIANO, PORQUE YO NACÍ EN EL CARRER DE VIVONS, EN VALENCIA, y me parecieron largos los días para lanzarla. Como la excelsa figura a la que iba a cantar me merece todos los máximos respetos, solicitamos la aprobación correspondiente, y hoy, cuando ya tengo el disco en la mano, estoy aún más maravillado que cuando lo preparábamos. CREO QUE SI LO HUBIERA HECHO UNA COMPUTADORA, NO HUBIESE ENCONTRADO UN MEJOR ACOPLAMIENTO DE LAS PERSONAS; los tres, los dos amigos payos y yo, nos hemos compenetrado, y considero que hemos logrado lo que nos proponíamos. Las primeras reacciones que he pulsado, entre quienes han oído el disco, me hacen pensar que hemos acertado. La única finalidad de la canción ya puedes pensar que no es otra que rendir este homenaje, el más merecido hoy en España, por el rango de la dama a la que hemos cantado y por su reñorío (sic).
 En resumen, nuestra Reina ya tiene una canción, canción que han compuesto y cantado entre tres valencianos, que han querido homenajear así a la primera dama española, a la Reina doña Sofía”.

PD: ante la imposibilidad de servir a los amigos de Lady Filstrup un video del tema “Reina Sofía”, sirva como inapreciable sustitutivo este que adjuntamos en el que, no sólo el Príncipe Gitano se merienda el archifamoso “Delilah” tomjonesiano, sino que, sin coste adicional alguno, el maestro Joaquín Prat entrevista a un par de celtíberos de recia raigambre.

jueves, julio 04, 2013

Camilo Sesto - Algo de mí (1971)

Esto que todo el rato parece que va a convertirse en un vals de esos que se pierden a lo lejos de la noche es una de las canciones más desgarradas, más desesperadas de quien acabará conviertiéndose en el Jesucristo Superestar español. Y como el Cristo solitario, el hombre que va a ser arrestado en medio de la nada, de la tierra, por unos legionarios de un César invicto, Camilo Sesto se retuerce, se convulsiona repitiendo: "quiero vivir, quiero vivir". Es la exclamación de quien ha descubierto demasiado joven que está condenado a muerte desde el primer día. Pero es su primer disco, su primera canción de éxito, y es también la España de 1971. La dictatura ya se ha convertido en un western crepuscular donde las serpientes de cascabel siguen haciendo sonar su sonajero a modo de despedida rencorosa, y de amenaza siniestra como siempre han hecho, como lo que siempre han sido. "Algo de mí se está muriendo", también repite Camilo Sesto en esta canción porque además sabe que ha venido a presentarse en público justo en el fin de una época... a la que va a pertenecer siempre, de la que no podrá escapar jamás. Cuando se dé por clausurado oficialmente el franquismo, Camilo Sesto será la retaguardia de la Transición, el recuerdo de algo de nosotros que se estaba muriendo, gracias  a Dios, y hoy, ya en pleno siglo XXI, continúan más que nunca en Camilo Sesto los restos descarnados, el hueso pelado y los jirones de piel vieja, los trozos de los músculos, de un franquismo que nunca fue bien enterrado y que por eso aún vaga entre nosotros. Camilo Sesto debuta manifestando una precisa conciencia del papel artístico, histórico, que le ha tocado. Es un muñeco del pasado que nos pone melancólicos de tiempos peores. Tiene la melancolía asustadiza del superviviente. Con sus gritos, con sus chillidos de adolescente al que van a safrificar los romanos, pretende ponernos la piel de gallina; pero, esclavo de la moda, víctima de una época, lo auténticamente suyo es la piel de melocotón.
Su frente ancha y despejada, como la de Pedro Osinaga, como un campo heráldico que simboliza esa nobleza que está por delante de la inteligencia, esa franqueza sin trampa ni cartón que tanto se celebraba desde la camaradería del falangismo. Su melena amazacotada, que más que peinada pafrece dibujada para una historieta de Lily, ese aspecto de que le peina su hermana peluquera y que convierte el hippismo, el pelo largo de quien quiere cambiar el mundo, en el pelo largo de quien desea que el mundo no cambie, de quien suspira por vivir en un mundo que no va a ser suyo, pero que está condenado a llevarlo representado en el rostro. Y su corbata ancha, que es el equivalente triste de la sonrisa ancha de Víctor Jara. Así es Camilo Sesto. Un chiquillo que compone, que escribe "Algo de mí", y le sale una sarta de tópicos que enmascaran una verdad terrible, que contienen una intuición tremenda. A Camilo Sesto le bastan dos frases, pero necesita muchas más para llenar la canción y tira de veta. En el año en que sale este disco, parece que Camilo Sesto quiera ser una respuesta edulcorada, de pastelería de barrio, al éxito de Nino Bravo. Pero lo que en realidad se esconde tras Camilo Sesto es un imitador de Joan Manuel Serrat, y que en esta canción es capaz de decir "tu nombre se vuelve hiedra" como antes el cantautor barcelonés había dicho "tu nombre me sabe a hierba". Aun así no cae en la parodia, no se ridiculiza, pues en Camilo Sesto también existe una verdad terrible, hay también un Mediterráneo, el que baña las costas de Marina d'Or.