Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

jueves, abril 29, 2010

Felicitamos a Tony Leblanc

Anda estos días de enhorabuena el gran Tony Leblanc, uno de los cómicos españoles más reconocidos y queridos por el público, pues acaba de recibir (el pasado día 27), de manos de su presidenta, el Premio “Toda una vida” de la Comunidad de Madrid. Este galardón viene a sumarse a la Medalla de Oro que recibió, hace apenas un mes, de la Asociación de Amigos de los Teatros de España. Quiere este weblog (o lo que sea) sumarse modestamente a los parabienes dirigidos a alguien que, felizmente nos ha ido acompañando a lo largo de las décadas, derrochando su talento como actor cómico tanto en el teatro, en el cine, como en la televisión, uniendo a la capacidad para la interpretación, el ingenio creativo, no sólo como argumentista, sino también como músico, constituyéndose así en una figura única e irrepetible en el panorama artístico español.

Nacido en el mismísimo Museo del Prado el 7 de mayo de 1922, no es sorprendente que Tony haya consagrado su vida al cultivo del arte, aunque se trate de un arte que, lejos de poder colgarse, estático, en las paredes de una galería, queda, etéreo, prendido en la memoria del espectador. Tony nos ha hecho reír, y lo que es más valioso aún, nos ha hecho compañía y, próximo a cumplir la muy respetable edad de 88 años, sigue a nuestro lado. Aquí, en homenaje suyo, hemos rescatado una portada de las muchísimas que a lo largo de su carrera artística ha protagonizado Tony Leblanc. Se trata de la del número 1093 del semanario “Primer Plano”, que se publicó el 24 de septiembre de 1961. Tenía entonces Tony recién estrenada su película “El pobre García”, de la que no sólo se encargó de su dirección (terreno en el que debutaba) y de protagonizarla, sino que era autor asimismo del guión, de la partitura musical y de producirla (en asociación con Enrique Fernández Sintes). Hemos hablado reiteradamente de este film en “Lady Filstrup” (con motivo de las entradas dedicadas a José Sepúlveda, Manolo Gómez Bur y Jesús Tordesillas) y pronto volveremos a hacerlo, pues figura en su reparto el objeto del monográfico actualmente en proceso de elaboración, Luis Peña. La misma semana de publicación de este número de “Primer Plano”, era noticia doblemente Tony Leblanc. De un lado, por el nacimiento de su sexto vástago, su hija María Mercedes, y de otro, por estar rodando, en aquellas mismas fechas, “Tres de la Cruz Roja”, el estupendo film de Fernando Palacios que, como “El pobre García” ha sido reiterado objeto de comentario en este su weblog (cuando nos ocupamos un tanto de Manolo Gómez Bur, primero, y de Fernando Delgado, después).

Recordando un momento concreto del pasado de Tony, del pasado de todos, nos unimos hoy a la felicitación a Tony Leblanc.

PD: Como aproximación más cercana a la figura de Tony Leblanc recomendamos la lectura de su libro de memorias "Ésta es mi vida", publicado por Ediciones Temas de Hoy SA en 1999, del cual reproducimos aquí al lado, su portada.

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viernes, abril 16, 2010

Vicente Haro, el último samurai ibérico

Los pelirrojos, ya tiren a rubio, ya tiren a castaño, siempre llaman la atención en este país nuestro, ya paseen sus flamígeras cabezas por la escena o por la vida. En la escena española, hubo uno, gigantesco, colosal, eterno, que nos dejó a los espectadores huérfanos de padre (y muy señor mío) en el otoño del 2007. Hoy estamos aquí para despedir a otro gran cómico, Vicente Haro, quien, de dimensión más modesta que el titán Fernán- Gómez (como no podía, naturalmente, ser de otro modo), participaba también de la cobriza pigmentación de su pelambrera. Vicente Haro Marón, el actor del que hablamos y cuyo reciente fallecimiento lloramos hoy, nació en Madrid el 1 de noviembre de 1930, hijo de Juan y de Concepción, y a lo largo de una larga y prolífica trayectoria profesional pobló con su frecuente presencia los escenarios teatrales y, de manera especialmente relevante, la mejor televisión española jamás producida, aquellos programas dramáticos de los años sesenta y setenta. Tuvo además, Vicente Haro, la generosidad de perpetuar su estirpe de cómico en la persona de su hijo, Quique San Francisco a quien legó en vida el timbre de su cascada, profunda y bien modulada voz, la transparencia de unos ojos claros y el amarillo rojizo de sus guedejas.

Debutante, como galán joven, en la compañía del gran Ernesto Vilches, tal como hemos aprendido leyendo la necrológica que Gregorio Belinchón ha publicado hoy en el diario El País, Vicente Haro (seguimos bebiendo de la misma fuente) formó compañía con Ana María Vidal (su pareja de entonces, también presencia constante en los espacios dramáticos de Televisión Española ) y con el galán Javier Escrivá tras haber consolidado su carrera teatral a través de su paso, en sucesivas temporadas, por los escenarios de los madrileños teatros Infanta Isabel, Lara y María Guerrero. Representado en el primero obras de corte policíaco, como las debidas a la imaginación de Agatha Christie, “La ratonera” y “Testigo de cargo”, estrenadas en 1958, a las que hay que añadir, del mismo año, su trabajo en “Un trono para Christy”, de José López Rubio, en el segundo, y clásicos instantáneos como “Los verdes campos del Edén” (de Antonio Gala, en 1964) o pretéritos como “Eloísa está debajo de un almendro” (1961), en el tercero. En 1959, además, intervino en la representación de “Panorama desde el puente”, de Arthur Miller y, al año siguiente, demostrando con un brusco viraje la amplitud de sus registros actorales, participa en la revista escrita y protagonizada al alimón por Tony Leblanc y Miguel Gila, “Este y yo, sociedad limitada”. El 3 de abril de 1961, en el Teatro Recoletos, pone su nombre en el cartel de “La señorita que pintó un biombo”, comedia de José Montoto de Flores que protagonizaron Mary Carrillo (que nos dejó el pasado 2009) y Ramón Corroto . En el curso de 1962, en los Festivales Nacionales de Teatro, actúa en “Melocotón en almíbar”, de Mihura, y en “Los maridos engañan después del fútbol”, de Luis Maté. Vicente Haro actuó junto a José Bódalo, María Dolores Pradera, Alicia Hermida, Rosario García Ortega, José Vivó, Rafaela Aparicio y Miguel Ángel en la representación de la obra “El rey se muere”, de Eugene Ionesco, estrenada en el teatro María Guerrero el 26 de enero de 1964 y dirigida por José Luis Alonso. En el escenario del Teatro Beatriz, el 27 de octubre de 1965, estrenó la obra distinguida con el premio Isaac Fraga de 1964, “Las monedas de Heliogábalo”, original de Marcial Suárez, al lado de su pareja de entonces, Ana María Vidal y de María Luisa Merlo, Carlos Larrañaga (también, curiosamente, unidos sentimentalmente), Miguel Armario, Francisco Casares, Francisco Cecilio, Erasmo Pascual, Antonio Requena y muchos otros, a quienes dirigió Modesto Higueras. Integrando, como en el montaje anterior, la Compañía de Teatro Nacional de Cámara y Ensayo, y sobre el mismo escenario, Vicente Haro participó también en el desdichado estreno de “Como un símbolo muerto”, una obra original de Pablo Villamar que fue víctima, el 10 de enero de 1966, de los reventadores profesionales, al decir de su autor. Otras obras en las que partició durante la década de los años sesenta fueron “El arzobispo Carranza” (1964), “Prohibido suicidarse en primavera” (1965) Es en esos años en los que Vicente Haro estaba actuando en los teatros nacionales, cuando da comienzo a una frenética actividad interpretando los más diversos papeles en el medio televisivo.

Compañero de fatigas de los aquí recientemente recordados en su hora del adiós, Blanca Sendino, Fernando Delgado, Pedro Sempson o Francisco Piquer, y de otros muchos sensacionales profesionales que se hicieron familiares a todos los televidentes españoles, como Lola Cardona, Amparo Pamplona, Irene Gutiérrez Caba, María Luisa Ponte, Berta Riaza, Jesús Puente, Pablo Sanz, Fernando Guillén, Joaquín Pamplona, Francisco Morán, Julio Núñez, Estanis González, Agustín González, José Bódalo, Luis Morris, Pedro Osinaga, Carlos Larrañaga, y un larguísimo etcétera, Vicente Haro pertenece ya a la memoria colectiva de una generación de españoles que creció al amor de la pequeña pantalla, cuando a ésta se le suministraba una única fuente de alimentación, a través de la exclusiva custodia del Ente Público. Cuando en Televisión Española se adaptaban clásicos universales y decimonónicos de la narrativa para el programa “Novela”, o piezas dramáticas de contrastada y reconocida calidad, que conformaban un repertorio que abarcaba desde los clásicos griegos hasta el teatro del absurdo pasando por el Siglo de Oro, deteniéndose con igual empeño en Ibsen que en Chéjov, que en Arniches, los Álvarez Quintero, Muñoz Seca, Jardiel, Esquilo, Shakespeare, Calderón, Tirso o Arthur Miller, Vicente Haro estaba allí, ofreciendo su profesionalidad, su eficacia y su brillantez rotunda para cabeceras míticas tales como “Estudio Uno”, “Teatro de siempre”, “Teatro de humor”, “Estudio 3”, “Tercer rombo”, “Primera Fila”, “Primera Función”, “Pequeño Estudio”, “Hora once”, “Cuentos y Leyendas” o “Curro Jiménez”. No faltaron en el amplísimo repertorio recogido en este programa, obras tan populares y estimadas por el público como “La venganza de Don Mendo” (en la que obtuvo papel en dos adaptaciones, una datada en 1964 -en la que coincidió, por cierto, con la hace tan sólo pocas fechas fallecida Blanca Sendino- y otra, con Tony Leblanc como protagonista, emitida en 1972). Pese al tiempo transcurrido y a haber mantenido una constante actividad posterior, fue de tal magnitud el impacto en la sociedad de estas emisiones, que aún hoy, innúmeros profesionales de la escena que participaron en ellas, son identificados con su trabajo de aquel tiempo. Así sucede con Vicente Haro, quien, con posterioridad a la multiplicación de su presencia en la pequeña pantalla datada entre la segunda mitad de los años sesenta y la primera de los setenta, continuó trabajando regularmente para el medio, con un significativo incremento de trabajo a partir de la instauración de las televisiones privadas. De sus últimos años televisivos son sus intervenciones en series tan populares como “Farmacia de guardia” (1994-1995)o “Médico de familia”(1996), así como en otras de menor resonancia popular, tales como “Colegio mayor”(1994-1996), “Pepa y Pepe”(1995), “Al salir de clase” (1997-1999), “Robles investigador”(2000-2001), y la más recientes como “El comisario” (2005), “Hospital Central”(2003-2007), o “U.C.O”, serie en la que aportó su última actuación en televisión, en el pasado 2009 .

El cine reservó a Vicente Haro un espacio quizá reducido, poco relevante, sin duda inadecuado a sus superiores merecimientos. Debutante en el film de Miguel Lluch, “Botón de ancla” (1960) versión “en colores” del clásico homónimo de Ramón Torrado que contaba con el “gancho” comercial de otorgar el protagonismo al dúo musical formado por Ramón Arcusa y Manolo de la Calva, Vicente Haro contó con papeles de reducida extensión en un buen número de films, a veces muy estimables, como el policíaco “El salario del crimen” (Julio Buchs, 1964), donde hacía un papel episódico de un delincuente común llamado “Chirlo”, en cuyo reparto coincidió con el recientemente fallecido Víctor Israel, y a veces irrelevantes pero con aspiraciones de comercialidad, como los productos de Pedro Masó “Las colocadas” y “Experiencia prematrimonial”, ambas de 1972; o también en películas tan curiosas como la levemente negra “Cerrado por asesinato” (José Luis Gamboa, 1962), donde daba vida al argentino Chucho Costa, en el atropello al ingenio de Jardiel Poncela que fue “Un adulterio decente” (de la que algo dijimos aquí al hablar de Manolo Gómez Bur), o la muy interesante “opera prima” (y única, en largometraje) de Juan Estelrich, “El anacoreta” (1976), en la que se encargaba de representar el papel de un “maître”. Más recientemente, Vicente Haro aportó su veteranía a películas tales como “Tierra” (Julio Medem, 1996), donde era un alcalde, “El tiempo de la felicidad” (Manuel Iborra, 1997), film en el que encarnaba a un médico, “Pepe Guindo”(Manuel Iborra, 1999), donde daba vida al productor de un espectáculo en el que Fernán-Gómez era el veterano protagonista; o “Bienvenido a casa”, película que le valió a su director, David Trueba, el premio Biznaga de Plata en la 9ª edición del Festival de cine de Málaga del 2006, y que reservaba para Vicente Haro un papel, que tenía algo de respetuoso homenaje, como “Don Vicente” .

En sus últimos años, Vicente Haro, que cosechó un merecido reconocimiento en forma del premio Pepe Isbert en la edición del 2006 del extinto Festival de Cine de Peñíscola, abundó en colaboraciones con su hijo Quique San Francisco (nacido de la unión del actor con Enriqueta Cobo), tales como la que se contenía en el espectáculo escénico “Francamente…la vida según San Francisco”, o en el programa radiofónico dirigido por Pablo Motos, “No somos nadie”, que le permitió protagonizar en solitario una sección que llevaba el evocador título de “El último samurai ibérico”. En estos días en los que, tardíamente, este burgomaestre le echa una carrera imposible al tiempo, tratando de rendir homenaje a los actores y actrices que le hicieron soñar y vivir cuando aún tenía intactos los deseos de hacerlo, hoy toca despedir, por desgracia para siempre, a otro gran cómico, al último samurai ibérico…pelirrojo.

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