Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

domingo, enero 28, 2007

¡Hasta otra, amigos!

















Las criaturas de Bruguera

...son esos seres inquietos, metomentodos, tiernos, pizpiretos, románticos, delincuentes, ariscos, solitarios, desheredados, pudientes, alcahuetes, desvergonzados, tímidos, feroces, insatisfechos, ufanos, delirantes, trepidantes, cómicos, cotidianos, mezquinos, barbados, lampiños, inestables, aburridos, frenéticos, cansinos, morosos, sibilinos, pícaros, cándidos, aventureros, oficinistas, familiares, voladores, reptantes, botantes, rugientes, desarmantes, incipientes, casquivanos, obedientes, merluzos, bellotas, gaznápiros, mentecatos, rebrutos, delicados, modernos, anacrónicos, funerarios, cenizos, vitales, explosivos, locuaces, lenguaraces, envidiosos, vigorosos, delicados, radicales, juveniles, maduros y seniles que nos han enseñado cómo debería ser el mundo si éste se pudiera pasar a tinta, sobre una mesa de dibujo.
Tratar de acercarnos a ellos, de observarles con algún detenimiento, ha sido el propósito de este weblog durante algo más de un año. Han comparecido unos cuantos en este espacio virtual. Hemos querido mostrarlos y, a través suyo, transmitir algo del cariño que por ellos sentimos y de la admiración que profesamos por los hombres que los crearon. A lo largo de 246 entradas hemos vislumbrado en Lady Filstrup algunas muestras del genio de dibujantes como Vázquez, Cifré, Escobar, Raf, Segura, Ibáñez, Jorge, Rovira, Conti, Peñarroya o Figueras y, si bien lo visto no es poco, la verdad es que queda muchísimo más por ver y comentar. Sin embargo, en este momento nos vemos obligados a hacer un alto en el camino, a forzar una pausa.

Desfile final
Al uso circense, el espectáculo de Lady Filstrup se cierra (por ahora) con el desfile de las estrellas del weblog, esos seres maravillosos a los que nos referíamos antes. A muchos los hemos visto ya por aquí, a otros, que todavía no habían asomado sus grotescas narices, los veremos, quizá, algún día, en el futuro. Contemplad el espectáculo, amigos de Lady Filstrup, de esta inacabable "troupe" y decidme si no es algo grandioso, un verdadero lujo felizmente al alcance de nuestros sueños... Y no me refiero al vídeo en sí, que, como todo lo que hace este burgomaestre, es chapucero, sino a lo que pálidamente refleja.

Una presentación de estas viñetas (¡¡y muchas, muchísimas más!!) puede ser vista en Youtube, en la pantalla de aquí abajo. . Todos los amigos de Lady Filstrup están invitados a verla, sin necesidad de abonarse.

¿Es esto una despedida?
Pues no del todo. Es cierto que el burgomaestre de guardia necesita un descanso, apartarse temporalmente del weblog (o lo que sea). Y es que un año quizá no sea mucho tiempo, desde el punto de vista del orden cósmico, pero ha sido suficiente para que el burgo que alimenta este blog en solitario los últimos meses empiece a desfallecer. La última entrada, sobre el bien amado Sir Tim, la obra cumbre de su creador, Raf, le dejó para el arrastre. Si ustedes pudieran verle, seguramente, le dirían: "Ve a dormir un rato, chico". Con toda probabilidad, una temporada de relax le vendrá bien. El nivel de autoexigencia que se ha impuesto ha superado su capacidad. Por decirlo de algún modo, le ha desbordado. Y es que el pobre no tiene remedio. Para este cierre temporal de Lady Filstrup no se le ha ocurrido otra cosa que montar esta especie de "traca final"en la que, una vez más, se ha dejado un buen puñado de noches en vela. Pero no hablemos más de él, que está aquí presente y se azora con facilidad.

Agradecimientos
El burgomaestre de guardia, que aspira a dejar de estar de guardia, quiere, en primer lugar, agradecer a su amigo y compañero burgo que le diera la oportunidad de ser un burgomaestre también, a su vez, y que le facilitara esta ocasión de reabrir las puertas de un mundo, el de los tebeos Bruguera, que permanecía en su interior desde siempre. Este reencuentro con las obras de esos geniales artistas-trabajadores, que empezó como una excusa para verter algunos breves comentarios con el soporte de una imagen extraída de las páginas de los tebeos y que continuó incrementando su extensión y peso, pretendiendo aproximarse a explicarlos por entero, ha significado mucho para este burgomaestre. Queriendo contar lo que veía lo mejor que podía, ha aprendido algo más y comprendido mejor lo que las historietas son y suponen en los distintos aspectos en que se las puede considerar. Ha podido, por ejemplo, superar la inicial catalogación tópica de los distintos autores, llegando a ver matices inesperados (y apasionantes) en las obras de los más grandes, tales como la ternura de Vázquez, la acidez de Peñarroya, o el lirismo de Escobar...
No menos importante que la íntima satisfacción de haber aumentado, en alguna medida, los conocimientos sobre una materia tan estimada, el gesto de mi compañero y amigo de permitirme compartir este espacio, me ha brindado trabar conocimiento y establecer una cierta relación de aprecio mutuo con personas a las que admiraba, como al maestro Rovira (el amigo jaumejoan, como él prefiere ser llamado) y al muy sabio maestro Cuadrado. Las contribuciones de uno y otro (con el apasionado y cálido relato de sus experiencias en el propio seno de Bruguera, por parte de Jaume Joan, y con el dato preciso, el calificativo justo, el comentario oportuno, de parte de don Jesús) han dignificado, realzado y, en definitiva, mejorado exponencialmente este modesto weblog (o lo que sea) . Mi gratitud también, para ellos. Y lo mismo, por último, vaya para el resto de amigos del Lady Filstrup, a los que he llegado a conocer un poco, a través de sus comentarios, todos ellos sinceramente agradecidos. Los ánimos que nos han transmitido gente encantadora como Gordito Relleno, Choko, Mortadelón, Discómic, Rosaspage, Petiso Carambanal, Ichbi Chuchuju, Raúl Sensato y tantos otros, son los que me han permitido llegar hasta esta entrada, la que hace el número 247 y así mismo, tal vez, colgar la 248, algún día. Para todos vosotros, un abrazo, amigos.
PD: ¡¡Ojalá os guste la peliculita!! Sin duda echaréis de menos a algún personaje (o a muchos) y a algún autor (o a muchos), pero tened en cuenta que ha sido una labor de amor, como todas las entradas previas. Y el amor, es olvidadizo.
PD2: Oh, por si tenéis curiosidad al respecto, los que han suminstrado la música de fondo son el grupo Madness (El retorno de los 7 Palmas), en primer lugar; Bob Dylan (Nashville Skyline rag), en el segundo -por cierto, que el volumen me ha jugado una mala pasada y se oye muy bajo, lo siento-; y, cómo no, Los Beatles, en tercero, con la cancioncilla "Good night".

miércoles, enero 17, 2007

El Sir o no Sir

Un toque de distinción

En la España del tardo-franquismo hacía falta una buena dosis de flema británica. O eso debió pensar Joan Rafart Roldán cuando dio a la imprenta su flamante serie “Sir Tim O’Theo”. En el número 23 de “Mortadelo” y en el 7 de SuperPulgarcito, la figura del detective inglés entrado en años y acompañado de su patilludo fámulo irrumpió con fuerza impropia de su edad, allá por la primavera de 1971 . Hace de esto ya 35 años cumplidos, una pequeña enormidad.

Raf había alcanzado el nivel máximo de su capacidad artística y creativa con su extraordinaria serie “Campeonio”. De su trayectoria previa a Sir Tim nos ocupamos un tanto en la entrada de este weblog “Raf, trazos felices” y querríamos añadir ahora alguna pincelada que completara el cuadro.

Un artista concienzudo


La facilidad con la parece fluir el dibujo de Raf de esa forma tan asombrosa se combina con una disciplina y una dedicación devotas. El progreso del trabajo de Joan Rafart a través de los años y de las distintas publicaciones, se produce sin desmayos ni vacilaciones, permitiendo al observador constatar la existencia de unas constantes que, radicadas en lo anecdótico, probablemente ayudan a explicar lo fundamental. Si una de sus primeras series es de ambiente marinero (la publicada en Yumbo, “Conchito Barbarroja, pirata de mala pata”, de 1957), éste hecho tiene su consecuencia o su prolongación en la serie de una página que entregó a Bruguera para el DDT, del Capitán Aparejo, zoquete como un cangrejo. empresas de idéntico nombre: la naviera Pórrez los primeros y Transportes Pórrez, los segundos (viñetas tomadas del Extra de Verano de DDT de 1959 y del Gran Pulgarcito número minúsculo, Tapón, ofrecen la imagen rediviva de los anteriores Aparejo y Teófilo).


Por si su mero aspecto físico fuera escasa pista de identidad, tanto los marinos mercantes, como los conductores de vehículos rodados trabajan para 46, deLas similitudes entre ambas son evidentes. El hilo se prolonga entonces hasta la etapa posterior en Bruguera, al crear la serie de Manolón, conductor de camión, para el Gran Pulgarcito (con un protagonista, nuevamente voluminoso, que emparejado con su subalterno diciembre de 1969).

Así sucede que, visto con perspectiva, toda la obra de un artista digno de tal denominación, parece tener un sentido y una continuidad. En lo que se refiere a Sir Tim, una serie de cuyas características fundamentales hablaremos en capítulo aparte, la semilla que la hizo germinar procede de antiguo. Y existía en la mente y en la retina de Raf mucho antes de que él mismo fuera consciente de ello.

La génesis del británico detective aficionado Sir Tim, asistido por su mayordomo Patson ha sido relatada ya por su propio creador y la historia recogida en diversas ocasiones, siendo quizá la más difundida la versión que puede leerse en el libro de Antoni Guiral “Cuando los cómics se llamaban tebeos” (Ediciones el Jueves). Allí, transcribiendo una entrevista que el creador del personaje concedió a Armando Matías Guiu se nos dice que la pareja protagonista había aparecido, como personajes secundarios, en una aventura de Campeonio, y que Jordi Bayona le había propuesto que los utilizara dándoles el protagonismo de una nueva serie. Salvo prueba en contrario (y tal vez, motivado por la frustación que debió suponerle el escaso éxito de Campeonio), Raf se confunde al repasar sus recuerdos. La historieta en que aparecen unos incipientes Sir Tim y Patson era de “Flash, el fotógrafo” y se publicó en el Extra de Primavera de Mortadelo de 1971, muy poco tiempo antes de que Sir Tim inaugurara su carrera estelar en el número 23 de Mortadelo y en el número 7 de Súper Pulgarcito. Sobre este hecho ya incidimos hace cosa de un año, por medio de una entrada obra de mi amigo y compañero burgomaestre. Por aquel entonces, todavía no teníamos localizado el tebeo original en que aparecía la historieta y hacíamos referencia a una reimpresión (de entonces acá, hemos ganado alguna certeza, con lo que puede decirse que no hemos perdido el tiempo del todo). Curiosamente, podemos decir que Patson terminó pareciéndose más a Flash que al mayordomo que aparece en la historieta (no sólo por la complexión física, sino también por el jersey a rayas que luce el fotógrafo, más parecido al chaleco que llevará Patson que el que porta su antecesor fámulo). El carcamal con bigote de foca, que terminará convirtiéndose en Sir Tim se desprenderá de su torturante pie gotoso, pero conservará su grado de coronel que es, como veremos más adelante, el rango que alcanzó el Sir durante sus años de servicios a las órdenes de su Graciosa Majestad Británica, en el ejército colonial del Imperio Británico. Y el caso es que esta pareja formada por un ajado aristócrata bigotudo y el hombre patilludo que se ocupa de su bienestar Raf los tenía metidos en el lápiz desde hacía más de una década. En la contraportada del DDT número 406, publicado el 23 de febrero de 1959, podíamos verles inmersos en una página de chistes, con otros “Patsons”, titulada “Los fámulos esos”. Una constatación más de esa impresión que este burgomaestre tiene de que los artistas se pasan la vida dibujando lo mismo, o tocando las mismas canciones o escribiendo la misma historia, o etc, etc...

Una serie fuera de serie

circundante indefinida, pero fácilmente identificable con la cotidianidad española. Las series cuya acción se desarrolla en diversas localizaciones espacio temporales son más bien escasas, lo queLas andanzas de los personajes Bruguera, en su mayor parte, se inscriben en una realidad no quiere decir que no las haya. En el caso de Sir Tim O’Theo podemos hablar, con seguridad, de la serie Bruguera en la que el autor ha creado un entorno más detallado y original al inventarse una población y sus habitantes, sin arredrarse a la hora de prodigar señas de identidad, personajes y ámbitos incidentales. Por el solo hecho de haber ideado “Bellota Village”, Raf ya habría conseguido situar la serie de Sir Tim en un lugar preferente de la historia del tebeo español. Pero, naturalmente, como todos sabemos, los logros son muchos más y de muy diversa índole.

En el momento en que surge Sir Tim, la muy significativa porción del tebeo español que representa el gigante Bruguera ha recorrido desde sus comienzos un camino estilístico de dimensiones asombrosas. Si en 1947, los tebeos de la editorial se basaban primordialmente en la inventiva de un individuo (Rafael González) y en la genialidad plástica de unos dibujantes procedentes, en su mayor parte, del cine de animación, el escenario ha cambiado radicalmente en 1970. La influencia de nuevos medios y artes ha sido decisiva. El incesante aumento, en proporción geométrica, de la difusión de las publicaciones infantiles (cuya población, dicho sea de paso, también aumentó espectacularmente a partir de 1960) también dejó su huella en las características que conformaban el nuevo tebeo. Las series nuevas debían responder a nuevos retos y a nuevas ambiciones y Raf tenía el suficiente bagaje en forma de crecimiento artístico y experiencia profesional como para ofrecer al público una serie tan compleja y a la vez tan ligera como la de Sir Tim O’Theo.







Si en una entrada anterior hablábamos de Escobar como de un dramaturgo que estructura sus historietas de forma similar a una representación teatral. Si en alguna ocasión hemos señalado el carácter escenográfico de los trabajos de Cifré, o la manera en que Peñarroya escenifica sus historietas, estamos hablando de un determinado modo de hacer historietas propio de su tiempo. Los personajes de estos tres grandes dibujantes se comportan como muñecos vivos (o “animados”) dentro de unos escenarios (en cuya creación pone mayor dedicación y detalle Cifré). El uso del montaje, no desconocido precisamente, por estos grandes cinéfilos, se limita, sin embargo, al uso de primeros planos para subrayar expresiones en aras de conseguir un mayor efecto cómico o (en el caso, especialmente, reitero, de Cifré) para “mostrar” la arquitectura del escenario al espectador. En 1971, los efectos combinados de: la evolución del arte cinematográfico, el arraigo de la televisión en la sociedad española y el auge de un nuevo lenguaje para la historieta crean una situación ambiental que obliga al dibujante de historietas medianamente consciente del mundo que le rodea a realizar su trabajo de un modo distinto al anterior. La peculiaridad de Sir Tim radica en que es la serie, de entre las de éxito, más joven, que no procede de un personaje, digamos, “de la antigua escuela”. A diferencia de los otros personajes-estrella de la casa, los buques-insignia de cada artista con capacidad de atraer al público (es decir, el Mortadelo de Ibáñez, el Anacleto de Vázquez o los Zipi y Zape de Escobar, por nombrar a los más populares), que tenía a sus espaldas un largo historial y la consecuente evolución (mucho menos, ciertamente, en el caso de Anacleto, pero los personajes de Vázquez son bastante homogéneos, por lo que valdría decir que Anacleto es consecuencia de la ejecutoria previa de su autor), el nuevo personaje de Raf nace con todos sus atributos desarrollados y goza de la ambición de la propuesta y de la complejidad de armazón propias de un arte (el de la historieta) en constante evolución. Ello se traduce en un uso del montaje mucho más ágil y variado de lo que se estilaba en el tebeo español de las décadas anteriores y en una muy rica galería de personajes.





Por añadidura, su fórmula compositiva, basada en una mixtura entre el tradicional tebeo humorístico de la casa y un tipo de tebeo de aventuras de línea más europea, arrojaba un resultado que le permitía beneficiarse de lo mejor de ambas tendencias. Por un lado, el humor desenfadado al que tenía acostumbrado el gusto el lector habitual de la casa; por otro, una riqueza de matices en las incidencias y en la construcción de la esencia de los personajes. El cuidado puesto en la caracterización gráfica de todos los diseños, aún del de los personajes más incidentales, es también, además de un sello de identidad de su creador, producto de su tiempo. A propósito de la mencionada riqueza de caracterizaciones de "tipos" de fugaz aparición, es un ejemplo rutilante el de la historieta del Almanaque de Mortadelo para 1972, en la

que, en la busca sucesiva de expertos que descifren un misterioso mensaje, vemos a un egiptólogo, a un filólogo escocés, entre otros expertos, además de al farmacéutico responsable del críptico enigma. A los dos personajes mencionados en primer lugar, añadimos aquí al científico que aparece en el Mortadelo número 61 en la historieta "Los chichones incógnita" (de 24-1-72) y el estanquero de "El bote fatal", del Mortadelo 68 (de 13-3-72) para ofrecer una pequeña muestra de la asombrosa capacidad rafiana para crear personajes originales y bien diferenciados, aunque su existencia esté destinada a ser efímera .






Por explicar lo anteriormente expuesto con un ejemplo algo tramposo (en la medida en que toda generalización lo es), una historieta prototípica de Bruguera de la primera etapa solía estar protagonizada por un solo personaje de cuyo pasado nada sabíamos y nada nos interesaba, duraba una sola página y solía centrarse en un incidente que

sucedía en plena calle y que no dejaba el menor rastro transcurrida una semana.

Bajo esta aparente simpleza, no obstante, se
llegaban a diseccionar (más o menos intencionadamente) hechos fundamentales de la

vida humana y, más concretamente, usos y abusos de la sociedad española. Una generación

de lectores de tebeos mediante, además de los otros hechos relevantes en la cultura de masas citados más arriba, las historietas tenían que cambiar. Especialmente, en su forma. Así, asistimos a las historietas de Sir Tim y percibimos el rastro de montajes propios de las series televisivas, con esos planos de situación de la mansión “Las chimeneas”, o del exterior de “The crazy bird”que en un hipotético trasunto para la pequeña pantalla, darían paso a lo grabado en el

“set” correspondiente. O esos planos de transición en los que vemos atravesar el Rolls del Sir la campiña inglesa, indicándonos que la próxima secuencia se desarrollará en un nuevo decorado. La variedad de puntos de vista que adopta la “cámara” de Raf (sumada, ineludiblemente, a su destreza insuperable como dibujante) confiere esa agilidad que el lector disfruta sin advertirlo.


Destaca en este sentido, por su deslumbrante
modernidad, el hábil aprovechamiento de la

"profundidad de campo", permitiendo al lector contemplar escenas contenidas en viñetas en las que la acción se desarrolla simultáneamente en dos puntos muy alejados, tal como vemos en esta viñeta en la que Pitts se dispone a perseguir a los malhechores Ashili y Puhr, que se dan a la fuga por la puerta de "Las chimeneas" tras haber robado "La verruga de

Sivah".





Un efecto de similar belleza e impecable
técnica lo encontramos en esta otra viñeta, tomada de la historieta "Ni tanto ni tan calvo", en la que el burgomaestre contempla cómo se alejan Patson y Sir Tim en el viejo rolls, camino de Turoulington County.

Y

aún otro más, un plano imaginativo y muy cinematográfico, desde el interior de un coche, aprovechando también la profundidad de campo, tomado de un o de los muchos momentos trepidantes de "La verruga de Sivah".




A todo lo anteriormente expuesto cabe añadir que,
aunque le duela, Sir Tim es un representante de lo que se ha dado en llamar, eufemísticamente, “la tercera

edad”, o, lo que es lo mismo, que Sir Tim es un viejo,
alguien que ha vivido mucho más que lo que le queda por vivir y este hecho, si bien no es insólito en el tebeo español, ni mucho menos, sí que le otorga cierta distinción. El propietario de “Las chimeneas” es alguien con pasado, con décadas de experiencias acumuladas y esa es una característica que, forzosamente, marca las circunstancias de la serie que protagoniza tanto, por lo
menos, como las anteriormente expuestas y que no se puede pasar por alto.

La anglofilia de Raf

En Bruguera ya había otros investigadores. Jorge había creado a Sisebuto, detective astuto,

siguiendo el modelo de las aventuras de serial anglosajón de misterio. Ibáñez inició su serie de Mortadelo y Filemón con una clara inspiración conandoyleniana, para alejarse rápidamente y desplazarlos al terreno de la comedia de batacazos y evolucionar más tarde al género de los agentes secretos, al hacerlos ingresar en la TIA. Vázquez, por su parte, creó a Anacleto como
parodia de James Bond.

La propuesta de Raf tenía que basarse en un modelo diferente a los anteriores, y recurrió a la tradición del relato detectivesco inglés, una especie de compendio en el que podemos hallar elementos procedentes de Arthur Conan Doyle, por supuesto (en lo que se refiere al binomio investigador-ayudante sustanciado en la expresión “Elemental, querido Patson” de

evidentes resonancias holmianas), pero aún más de Ágatha

Christie (de su serie de Miss Marple) o de C K Chesterton (en lo relativo a los cuentos del padre Brown), recreado en el ambiente propio de los relatos campestres de PG Woodehouse o de

Richmal Crompton.Esta elección de parámetros

tuvo que responder a una evidente afinidad con ellos por parte del creador de Sir Tim. De no existir ésta, habría sido imposible obtener unos resultados tan convincentes. Desde las viñetas

iniciales tanto de la historieta de Mortadelo “Un caso con toda la barba”, como de la de Gran Pulgarcito “El anónimo”, planos de “exterior día” de la mansión del Sir “Las chimeneas”, el lector se encuentra sumergido en un mundo particular y diferente, sugestivo y verosímil. Con un atractivo basado en buena medida en el exotismo europeista, ese que, con sus suaves y civilizadas maneras, contrastaba con la España imperante e imperativa de tintorro, bocadillos de garbanzos y gruesos retruécanos dedicados a las mozas. La que sustentaba, por poner un ejemplo, el exitoso humor de Ibáñez .

La posible influencia que en esta decisión pudiera tener la adoptada previamente por Raf de trabajar para agencias británicas (Bardon Fleetway, de Londres, fue una), es más que probable. Las historietas creadas para el

mercado inglés debían estar ambientadas en un entorno propio de ese país y Joan Rafart (como podemos comprobar repasando su obra publicada finalmente en Bruguera, sin firma) asumió ese reto con solvencia. Por otra parte, también es posible que la

segunda decisión (la de ambientar la serie en Inglaterra) no fuera consecuencia de la primera (la de trabajar para el extranjero), sino que ambas respondieran a un modo de ser previo, propio de quien las tomó. Porque lo que es indudable es que nos hallamos ante un artista inquieto, en modo alguno acomodaticio y con más inclinación al riesgo profesional y mayor aspiración a la internacionalidad que la media de sus colegas.

Crónica de una amistad

La serie de Sir Tim O’Theo es, en primer término y por encima de otras consideraciones (incluyendo la parodia de los relatos de detectives), el retrato de una amistad.

El ya anciano aristócrata, Sir Tim O'Theo, y su fámulo, Patrick Patson, forman una pareja que disfruta de una convivencia prácticamente ideal. La presunta subordinación del segundo se fundamenta más en la admiración y la comprensión que en razones pecuniarias, pues es reiteradamente expuesta la ausencia de

remuneración que Patson padece. Ya a sus órdenes desde su juventud (tal como se relata en el capítulo segundo de “La verruga de Sivah”), en

el seno del ejército colonial británico, Patson siente una inquebrantable adhesión por su superior, especialmente sólida precisamente por el hecho de no ignorar sus muchas limitaciones. ¡Con qué

orgullo declara a su interlocutor (y al lector) que su señor alcanzó el grado de coronel en la historieta “Taka y Bomb”, del Extra de Verano de Mortadelo de 1975 (con guión de Andreu Martín e inspirada, por cierto en la película de John Boorman “Infierno en el

Pacífico”, de 1968)!! Patson sabe desde siempre que Sir Tim, como oficial o como detective, tiene pocas luces, sabe que le necesita y esa consciencia le une más fuertemente a él de lo que una ciega admiración lo haría. Con una entrega divertida y jovial, Patson juega a dejar a su “superior” el papel de líder, mientras él se dedica a resolver los problemas sacándole las castañas del fuego. Pero aún más que por su resuelto dinamismo y despierta inteligencia esgrimidas en el desarrollo de sus funciones como lugarteniente en mil y una aventuras, Patson resulta conmovedor por su abnegada dedicación a procurar el bienestar de Sir Tim, quien le

recompensa dispensándole un trato campechano y ningún sueldo. Patson no sólo se ocupa de atender a las necesidades fundamentales del anciano, y de protegerle de cualquier peligro que pueda rondarle, sino que, aún más incluso, ofrece generosamente su compañía prácticamente sin reservarse tiempo para sí mismo. Poco dados a sentimentalismos, sin embargo, ni Sir Tim ni Patson

pierden el tiempo en demostraciones de afecto. Son demasiado felices juntos como para estropearlo con concesiones a la ternura. Son camaradas (o “partners”, en versión inglesa) que comparten la vida, en toda su extensión, como dos amigos que hubieran quedado para verse indefinidamente.



El tópico

escollo del sueldo incobrable de Patson, equiparable al de otros fámulos de las historietas, parece en esta ocasión nada más que una excusa para desafiar el ingenio de Patson más que una necesidad real por su parte de percibir su importe. Y cuando, valiéndose de distintas añagazas, como en la historieta “El secuestro de Patson” (recogida en el Olé nº 73, probablemente de un Súper Pulgarcito) o en la del Mortadelo Especial dedicado al vigésimo quinto aniversario de TVE, “Hipnotismo televisivo”, el mayordomo consigue obtener la suma de dinero que se le adeuda, casi estamos por pensar que acabará por devolverla, una vez satisfecho el prurito de haberla cobrado.

De las constantes muestras de la fortaleza de la amistad de amo y criado (detective y ayudante, oficial y miembro de la tropa) que vamos encontrando a lo largo de los años en los que somos testigos de ella, quizá la contenida en la historieta del Mortadelo 68 (de fecha 13 de marzo de
1972) sea de las más reveladoras y una fuente de información digna de ser tenida en cuenta. Se titula “El bote fatal” y en las viñetas que conforman sus dos páginas de duración vemos a Patson desvivirse por dar con un regalo para Sir Tim, ya que es su cumpleaños (un día cinco de un mes que, probablemente, podemos descartar que sea invernal, pues Raf no ha dibujado una sola bufanda. Pongamos, del mismo mes de publicación de la historieta). Pide consejo, sucesivamente al burgomaestres, a Huggins, y a Blops, hasta ir a dar en comprar el obsequio a un criminal que el Sir se había encargado de poner, tiempo atrás, entre rejas. Ni que decir tiene que la sorpresa proporcionada por tan inadecuado proveedor será todo menos agradable. El caso es que, en el periplo de Patson, en pos del regalo perfecto, nos enteramos de algunas curiosidades de Sir Tim, como, por ejemplo, que es diabético.

Un reparto de lujo

De dos en dos: los defensores de la ley













A propósito de Campeonio (de su etapa estelar en Gran Pulgarcito y Súper Pulgarcito), dijimos que Raf derrochaba en la creación de personajes, disponiéndolos de dos en dos donde otro artista se habría conformado con uno.











Otro tanto puede afirmarse en relación a Sir Tim. Aparte de la pareja protagonista (deudora, como es obvio de todas las parejas formadas por detective y ayudante desde el nacimiento de la de Sherlock Holmes y el doctor Watson), para poner el acentuado contrapunto cómico, Raf dispone otra pareja, basada visualmente en el recurso que domina perfectamente (conocido desde Laurel y Hardy, e incluso antes) del grande y el pequeño (el capitán Aparejo y Teófilo, o Manolón y Tapón y hasta Doña Lío y Don Bollete), que son dos “bobbys” ingleses, el sargento Blops y el agente Pitts.









El primero, devorador de novelas de ciencia ficción, es algo obtuso y muy impresionable. Se revela contra las humillaciones dialécticas a que le somete Sir Tim y sufre resignado los castigos que le inflige el burgomaestre cuando se deja llevar por su imaginación excitada por la lectura, los cuales consisten en padecer el brusco despoblamiento de uno o más pelos del bigote (en un gesto similar a la degradación que supondría arrancarle los galones).







Blops es un tarugo, un botarate, un inepto que sueña con ingresar en Scotland Yard (lo que terminará por hacer que aparezcan una pareja de personajes nueva, el inspector jefe y el agente Nosey,
de dicha institución), y con abandonar su recalcitrante soltería casándose con la viuda Lady Margaret Filstrup, aunque sus
intentos de acercamiento sentimental suelen verse truncados por el terror que le produce la visión del mayordomo de ésta, el fantasmal Perkins . Pitts, por su parte, insignificante en lo físico y en la presencia de ánimo, dispone de un frágil físico, que tiembla con facilidad, dominado por unos nervios

preponderantemente quebradizos, que pone al
servicio de las torpes directrices de su superior.

La capacidad de ambos representantes de la ley
para el esclarecimiento de los misterios que se plantean en la serie es nula.


Nota: este recurso de duplicar los
personajes, en ocasiones es llevado al extremo al
diseñarlos, precisamente, gemelos.







Así, los mellizos idénticos Bell (Bill y Ball), secuestradores incapaces, que son tomados a risa durante toda la historia de “El secuestro del burgomaestre” (una especie de los disneynianos Chip y Chop, o de las "universales" Urracas Parlanchinas o de aquel par de topos tan educados de los cartoons de la WB, en versión humana) son tan parecidos entre sí como lo son los orientales que dibuja en la historieta del Extra de Primavera de Mortadelo de 1973, “Un asunto de perlas”, o como las sobrinas de Don Bollete.


Huggins, el consejero, el recepcionista, el barman



















De su establecimiento hablaremos en capítulo aparte y de su aspecto también. Aquí nos
limitaremos a destacar su importancia como elemento aglutinador de los personajes residentes
en Bellota Village y, sobre todo, como recepcionista de los forasteros. Él es el encargado de


dar la voz de alarma cada vez que (y sucede con mucha frecuencia) alguien sospechoso asoma las narices en la población.

Escucha siempre con paciencia y atiende con
interés. Despacha unas pintas fenomenales y es una pieza fundamental en el engranaje de la
convivencia de la comunidad.


Foddy, el representante del agro

Un modesto criador de cerdos al que se le
puede ver en bastantes historietas de Sir Tim,
suele aportar el testimonio de los sucesos que acaecen fuera del perímetro urbano de Bellota Village.

Aquí lo mostramos extraído de la historieta de 4 páginas del Extra de Primavera de Mortadelo
de 1972, “Un asunto de perlas”, en la que tiene que sufrir la pérdida de su orondo “Nerón”,


a manos de unos ladrones chinos. También podemos verle, por poner otro ejemplo, en la
historieta publicada en el Súper Tio Vivo número
81, la titulada “Money que vuela”, en la que, tras lamentarse de su mísera economía, cree haber sido agraciado por la Providencia con una suma de dinero que le cae del cielo.

El elemento femenino

Lady Margaret Filstrup es una adinerada
viuda de un excoronel del ejército de su Majestad
Británica que apunta en una agenda a todo
soltero que se le pone a tiro, con fines
matrimoniales. Tiene a su servicio a un

mayordomo muy económico, ya que se trata de
un fantasma llamado Perkins (prácticamente,Patson"traspasado" al otro barrio) y es la propietaria de “Old Castle”, la propiedad cercana a “Las chimeneas” de Sir Tim.

Es una mujer algo estrepitosa y boba, pero no
exenta de encantos, ni de arranques de genio que contrastan con su habitual jovialidad. Dueña del pequinés “Blopsy”, llamado así en honor al tarugo
sargento de la policía local.

La otra mujer más vista en Bellota Village es la
esposa de Bert, el burgomaestre, a la que
volveremos a referirnos más abajo. No presenta características de especial relevancia y podemos contemplarla aquí, en versión “con rulos”, en una viñeta tomada de la historieta del Súper
Mortadelo 24, ”Por un pan”.

No es Sir Tim el único miembro conocido de la estirpe de los O'Theo, en la historieta publicada
originalmente en el número 100 de Mortadelo, "Blops mete la pata", recogida en el Olé número
73, conocemos a su hermana Ágatha, probablemente llamada así en honor de la archipopular escritora de novelas de misterio, con la que también está, aunque en otro sentido, emparentado nuestro Sir detective.

Los “otros” burgomaestres

Bellota Village ha tenido dos burgomaestres que se han sucedido en el cargo. El primero, del que
no llegamos a enterarnos del nombre, tuvo mal
fin, pues terminó siendo detenido al final de la
aventura “El secuestro del burgomaestre”, que se desarrolló (con guión de Andreu Martín) desde el número 8 hasta el 12 de Gran Pulgarcito (de junio a octubre de 1972), con una historieta previa, llamada “El anónimo” (con guión, igualmente, de Andreu Martín) en el número 7, que servía de
presentación de la serie y a la que se hace
referencia al principio del capítulo publicado
en el número 8.


La aventura apareció originalmente sin título, pero en el Olé número 66, donde fue rápidamente recopilada, obtuvo aquel por el que se le denomina.

En el transcurso de las peripecias relatadas, constatamos que este primer burgomaestre es un sinvergüenza poco diestro en la ejecución de fechorías, al que una suerte caprichosa va poniéndole a salvo del castigo merecido en sucesivas ocasiones, hasta que él mismo, llevado de su estupidez, confiesa sus delitos, precisamente, en su propio homenaje. La fatalidad hacía que el desgraciado robara un dinero que le estaba destinado.











El segundo burgomaestre, conocido por el nombre de Bert (seguramente de Bertrand, como el amo de Jeeves, Wooster, la mitad de la pareja protagonista de la célebre serie de novelas cómicas del autor inglés P G Wodehouse) y que se mantuvo en el cargo durante toda la serie
es, a diferencia del primero (bastante voluminoso), uno de los hombrecillos diminutos de Raf, como don Bollete, Olegario, Tapón, o Teófilo. Y es que la estatura es una de las constantes en la temática rafiana desde siempre, como prueba la publicación de una página de chistes en el DDT 428 titulada, justamente así: “La estatura”.

En multitud de ocasiones, las dificultades
que la corta estatura provoca a sus personajes
bajitos son el “asunto” de sus historietas. Raf,
que consigue llenar de energía los menguados
recipientes de esos breves cuerpecillos y obtener unos personajes dinámicos y pizpiretos, hace de este segundo burgomaestre un tipo agradable, que sólo ejerce la autoridad con alguna
severidad cuando tiene que reprender los delirios del sargento Blops. Como ya hemos dicho, está casado (con una esposa de fisonomía algo cambiante, ya que se trata de un personaje de relevancia ocasional. Podemos verla aquí al lado, ahora en versión “sin rulos”). Por último,
apuntemos que es muy goloso. El té lo toma con cinco terrones, uno por campanada, tal como se
puede constatar leyendo la historieta “El rapto de Patson”.

Un personaje rodante: el viejo Rolls

El vetusto Rolls de Sir Tim adquiere cierta dosis de protagonismo anunciando con su presencia los cambios de escenario. Raf lo dibuja tan bien que lo dota de suficiente personalidad como para permitirle figurar en un hipotético “Hall of Fame” de los vehículos de motor de explosión, al lado del Batmóvil, del Troncomóvil de los Picapiedra o del Katramino de los Chiripitifláuticos.

Patson se encarga de conducirlo ataviado con un esplendente uniforme de chofer, con destreza y
prudencia, por lo general, lo que no le salva de cometer algún desliz, como el de la historieta “Los gigantes de Saturno”, en la que distraídamente, se

sube al tejado de “Las chimeneas”.







El gaitero de ultratumba











Virtuoso de la gaita y la cornamusa (o sea,de la gaita y de la gaita) Mc Latha es el fantasma
atormentador particular de Sir Tim. Sólo visible para él, le pone a menudo en situaciones
comprometidas de difícil explicación, que hacen dudar a los demás de la cordura del Sir.

Presente en la serie desde el primer instante, su importancia decae rápidamente. Los malentendidos que provoca resultan una buena fuente de gags en las historietas del Súper Pulgarcito, como por ejemplo, en la del número 13 (en la que Sir Tim intenta dominar las fuerzas de la telepatía y el fantasma le hace creer que lo consigue, haciendo de la persecución final, en la que hace que se desprendan las ruedas de los coches, un momento francamente cómico), o la del número 10 (en la que demuestra su facultad para adoptar el aspecto de distintas personalidades, suplantándolas).








La inclusión de un fantasma en la señorial “Las chimeneas”, por supuesto, es un elemento más,
dispuesto para completar la convincente recreación de la más popular imaginería de la ficción anglosajona tradicional.

La amenaza-tipo











Un hombre de aspecto siniestro, vestido completamente de negro, tocado con un sombrero de ala ancha que llega a “The crazy bird” y hace una inquietante llamada telefónica. Esta descripción cuadra perfectamente al forastero que dibuja Raf al principio de “Intriga en Flauting’s Town”, pero, salvando pequeños detalles, serviría igual para el que llega en la historieta titulada "El espía", del Mortadelo 64 ( de fecha 20-2-72), o también para el de “Las
apariencias engañan” (aunque en esta ocasión viste una gabardina “a lo Bogart”) o para el patibulario empleado que aparece en “La noche en que se cargaron al Sir”.

En el primer caso, el peligroso asesino resulta ser un exterminador de plagas deroedores, en el segundo, se trataba de un profesor de química dando instrucciones telefónicas a su mujer para la confección de un jersey; en el tercero, era el pagador de las nóminas de Blops (de ahí que se
dispusiera a “liquidarle”); en el cuarto, un mozo de cuerda que era contratado para llevar a cuestas al Sir, presa de un ataque de gota. De manera similar, un inocente viajante de artículos
de broma es tomado por un letal asesino en “La maleta sospechosa” y un equipo de baloncesto
por una invasión alienígena en “Los gigantes de Saturno”. Este personaje prácticamente fijo, de aspecto cambiante ( aunque respondiendo a esquemas bastante estrictos), completaría la nómina de la población (en este caso, incluyendo la flotante, y no me refiero sólo a Mc Latha y a Perkins) de la serie de Sir Tim.

Crónicas de un pueblo

Bellota Village tiene unos cinco mil habitantes. Este dato nos lo proporciona Huggins, el dueño
del pub más frecuentado de la población (es de suponer que habrá otros) en la historieta de
cuatro páginas “Intriga en Flauting’s Town”,
publicada en el Súper Mortadelo 22 (1973), con
guión del propio Raf.

Se trata de una población rural,que parece anclada en unos lejanos principios de siglo XX.





No muy distante de Londres, tiene bastante cerca Turulington County (además de la antes mencionada , Flauting’s Town) y dispone de un periódico local: “The Bellota Fisguing” (aunque el periódico de lectura más frecuente es “The repaper”, cuyo domicilio social, este burgomaestre desconoce).

El hechode que las noticias en Bellota Village se conozcan prácticamente en todas las ocasiones a través de los periódicos refuerza la sensación de que el tiempo se ha detenido en su término municipal.











En el pub más popular, no encontramos la televisión que, sin duda, distraería a la parroquia del trasiego de sus pintas y de las charlas (informativas para el lector). En su lugar, como distracción, los clientes de Huggins tienen bastante con un juego de dardos (que, por otra parte, no usan demasiado). Algo que también contribuye decisivamente a dar esta impresión de encontrarse ante un lugar inmerso en una especie de burbuja temporal, es la indumentaria de sus habitantes, como si Bellota Village fuera otra “Brigadoon”. Observando la historieta “El campeón de feria”, el lector parece estar asistiendo a un combate de boxeo de finales del siglo
XIX o principios del XX.

Es esta una historieta con una atmósfera propia muy especial y conseguida, en la que aparecen muchoshabitantes de la villa, incluyendo a un tal Bruting que, como forzudo local, da mucho juego. En ella, además, encontramos un tema que, como dijimos en una entrada anterior, la ya citada “Raf, trazos felices”, le es muy grato a Raf: el de los feriantes y espectáculos ambulantes.

Siguiendo con la cuestión de las indumentarias anacrónicas, digamos que el traje del burgomaestre recuerda al del hombrecillo que se oculta tras la personalidad del Mago de Oz, y que el uniforme de Patson, dentro del más estricto clasicismo, recuerda a, por

citar tan sólo un ejemplo,

Picaporte, el mayordomo de Phileas Fogg.

Ambos parecen vestir siguiendo modelos propios de

épocas pretéritas.











El clima en Bellota Village (que, por cierto, en algún momento cambia su ortografía por “Bellotha Village”, como en la historieta “A río revuelto”, del Mortadelo Especial King Kong (1977), de seis
páginas, firmada por Raf y equipo) es el típico inglés.

La lluvia y la niebla, esenciales para caracterizar como el lector espera una localización campestre inglesa, están muy presentes,

especialmente, en los primeros años de la serie.

Raf tiene buen cuidado, además, de que sus

personajes ni se inmuten ante las adversidades

climáticas, dando la sensación, sin subrayarlo, de

que están naturalmente habituados a ellas. Lo que nos lleva a hablar, si quiera un tanto, del
“clima temperamental”, o sea, de la tan
divulgada, en otros tiempos, “flema británica” un concepto que hoy en día ha perdido algo de su
vigencia (como tópico y, sobre todo, como uso
“tópico”), pero en que 1971 era un lugar común
reconocido universalmente y que se encuentra en las primeras historietas de Sir Tim profusamente. Estas descripciones, tanto del clima, como de la flema británicas, se van diluyendo con el transcurso de las historietas, quizá por no insistir sobre conceptos ya expuestos, que se dan por sabidos, o por no incurrir en repeticiones.









La vida comercial en el pueblo de Sir Tim no es desdeñable. Sin hacer un rastreo exhaustivo de las tiendas que podemos hallar en sus viñetas, hemos encontrado algunas destacables, como el Almacén de Harinas de los hermanos Bell, en la serie de historietas agrupadas bajo el título de “El secuestro del burgomaestre”; la sastrería “The handsome pig”, en la anteriormente citada “Intriga en Flauting’s Town”;

la tienda de artículos de viaje “La maleta alegre”,

en “El rapto de Patson” , o “El pato perfumado”,

una tienda de cosméticos en “El hombre lobo”, la

historieta publicada en el Súper Mortadelo

número 13 (de cuatro páginas y guión de Raf

1973).

Quizá por aquello de no topar con la iglesia, en Bellota Village no encontramos ministros de la Fe. Ni pastor ( con la salvedad de Foddy, que no cuenta), ni vicario, ni predicador, ni , por supuesto, sacerdote. Lo que sí hay, como hemos visto más arriba, son calles con nombres tan majaderos y encantadores como "Gaita St."

Lugar de reunión: El ave turuta

La importancia del pub en una población pequeña, como Bellota Village es primordial.









Representa el punto de encuentro de la población, el lugar donde llegan los forasteros y se dan a
conocer, el sitio donde se ponen en común los problemas que acucian a unos y a otros, con la
esperanza de encontrar algún remedio o de, al menos aliviar la preocupación que nos procuran, con un poco de amistad, de solidaridad, o, como mínimo, de cerveza (que no es moco de pavo).














Conocido bajo diversas denominaciones, el local regentado por Huggins, es el lugar predilecto en el que poner en común las experiencias del día, para desgracia de Blops, que tiene tendencia a
atragantarse frecuentemente con su pinta (pequeño accidente del que encontramos abundantes ejemplos), y de Patson, que suele cargar con los gastos (incomprensiblemente, dado que no cobra).
Los muy diferentes nombres que recibe la traducción del original “The crazy bird” (“The mad bird” en el Súper Pulgarcito número 7,
entrega inaugural de la serie) son incontables. Quizá el más popular sea “El ave turuta” (el cual,
por cierto, debía haber sido el nombre de este
weblog, pero estaba “pillado”), pero se le ha
llamado de muy distintas maneras: “El pájaro
demente” (en el mismo Súper Pulgarcito número 7);“El pájaro chiflado” (en la historieta “Un caso de altura”); “El ave chiflada” (en, por ejemplo, el Súper Mortadelo número 24), o “El pájaro turulato” en “Los gigantes de Saturno”. Tan cambiante como la denominación es la postura del pájaro dibujado en el reclamo de la taberna, tan vivo que llegamos al
extremo de poder leerle los pensamientos en alguna
ocasión, como sucede en la historieta “A río revuelto”, publicada en el Mortadelo especial número 16: King Kong, publicada en 1977.








Maneras de Sir (y de estar)

Sir Tim es un detective aficionado, pero sobre
todo, es un jubilado. Dispone de tiempo para
ocuparse de misterios inexistentes tanto como
para ocuparse de su jardín. Está amorosamente atendido por su amigo Patson y la vida es sencilla para él.




De la mano del Sir, el lector es seducido por los encantos de la campiña inglesa, sustanciados, por ejemplo, en tres distintas libaciones cotidianas: degusta el consabido “five o’clock tea”, saborea, en la confortable soledad de su salón, una copita de “xerry”, o se ventila sus buenas pintas acodado con los amigotes en la barra del pub“The crazy bird”. Invocando ilustrar esta realidad, aportamos viñetas de “Hipnotismo televisivo” (donde el Sir se pone a tono con
“xerry”) ; del Mortadelo 216 (de fecha 13-1-75), “Viaje gratis” (en la que loa la calidad de las
cervezas de Huggins) y del Súper Pulgarcito 9 (en el que amo y criado toman juntos el té,
civilizadamente, en una mesa del Ave Turuta).




















Una de las diversiones favoritas de este jubilado, al final de una vida de acción, sirviendo en el ejército de su majestad británica, consiste en imaginar peligros que arrostrar y misterios que resolver. Esta afición le permite, de vez en cuando, volver a empuñar su pistola y detener a algún maleante, aunque, en la mayoría de las ocasiones, tan solo consiga quedar en evidencia y llevarse un chasco.

El caso es que Sir Tim disfruta de una elevada
consideración en su comunidad. Algunos méritos que se le atribuyen pueden ponerse en duda,
otros son constatables, como su dominio de la defensa personal, de lo que hace gala en el Súper
Pulgarcito 13, dejando a Blops fuera de combate, y otros más, cabe suponerlos ciertos, como los correspondientes a su carrera militar, que incluye servicios de contraespionaje durante la
Segunda Guerra Mundial, tal como nos cuenta Pitts en el Almanaque para 1972 de Mortadelo, en la historieta “El mensaje” (en la cual, por cierto, a su inicio, Blops declara estar ya harto de anónimos, cuando la serie hacía poco más de medio año que se había iniciado, lo que indica la
frecuencia con la que este recurso era empleado para dar comienzo a la acción, cosa que Pitts,
con su comentario descriptivo de lo que podríamos llamar "rutina de los anónimos", corrobora).

Ese prestigio adquirido por Sir Tim al que nos referíamos le convierte en la primera
opción cuando se presenta un conflicto que se
presume de cierta gravedad, por delante del
brazo oficial de la autoridad, el sargento Blops.
Así lo testimonia Huggins en la historieta “Intriga en Flauting’s Town”, por ejemplo, del Súper
Mortadelo 22.




La India misteriosa (o la joya de la corona: “La verruga de Sivah”)
















Cuando este burgomaestre tuvo el atrevimiento (que procedía además, de otro atrevimiento) de comparar a Joan Rafart Roldán con George Harrison, no cayó en la cuenta (atolondrado como es) de un aspecto que reforzaba tan fantástica teoría, y es ello que, tanto uno como otro, sintieron una innegable fascinación por el universo hindú, a lo largo de los años. En el caso del beatle, este hecho ha sido universalmente conocido y aceptado. En el del dibujante catalán, la afirmación se basa únicamente en una cierta especialización temática que a este modestísimo lector de tebeos le ha parecido encontrar. Para
respaldarla sólo puede aportar algunos ejemplos y, lo que para él tiene mayor peso, una convicción personal.











Los ejemplos parten de una página de chistes publicada en la contraportada del DDT 366 (de fecha 19/5/58, es decir, de los primerísimos tiempos del dibujante en Bruguera) titulada“¡Con turbante y flautita!”), dedicada a los fakires. Obsérvese (casualidades que se esconden en los pinceles de los dibujantes) la muy notable similitud entre la figura del occidental que aparece en el chiste extraído de esa página con l a que ofrece Sir Tim en los pasajes de “La verruga de Sivah” en los que está en la India en el momento actual. La coincidencia en la vestimenta es casi exacta.

La figura del fakir (auténtico o de feria) se repite frecuentemente en la obra rafiana y podemos
citar su presencia (y la de la ambientación hindú, en general) en la portada del Gran Pulgarcito 48 (de diciembre de 1969), o en la aventura de Campeonio“La vaca sagrada” (del mismo año).





Ya en la serie de Sir Tim, una de sus primeras historietas, ”Un caso de pitorreo”(4 páginas, publicada en el Extra de verano deMortadelo, 1971), narra una peripecia protagonizada por
un fakir que llega al aeropuerto londinense montado en una alfombra mágica. Valga decir que, el chiste a costa del voluminoso cráneo del fakir, que le hace sospechoso, por dos veces, de portar contrabando bajo el turbante, lo repite Raf para la portada del Olé número 73, “La verruga de Sivah”.

Es en esta historia, precisamente, donde Raf se explaya, definitivamente. Una extraordinaria aventura de Sir Tim formada por 6 capítulos de 7 páginas cada uno, publicados en Súper Pulgarcito a partir de su número 13 y recogidos luego (en 1973) en el Olé antedicho.

A propósito: Los guiones de Andreu Martín (y los de Raf)








Si el depurado grafismo de Raf merece con toda justicia el reconocimiento a su grandeza, no es
menos cierto que los guiones de Andreu Martín fueron artífices de que esa grandeza alcanzara su máxima brillantez. Esto es especialmente cierto en el caso de “La verruga de Sivah”, que supera la ya sensacional aventura precedente de “El secuestro del burgomaestre”.




De la obra como guionista de Andreu Martín

hemos dicho en este weblog (o lo que sea) que

remite por su humor a las películas cómicas de

Richard Lester y tal afirmación es especialmente indicada en el caso presente, que muestra
concomitancias bastante diáfanas con la película “¡Help”, del cineasta norteamericano , protagonizada por los Beatles.

Las trepidantes persecuciones, los ineptos villanos, la importancia central de una joya sagrada, algunos gags puntuales (con la destacada presencia de un tigre en uno de los más recordados de ambas obras), son puntos de contacto entre ambas obras.

Las diferencias nacen, obviamente, de la muy distinta condición de los protagonistas de una y otra producción. En el caso del Sir y su fámulo, lejos de entonar bonitas melodías como “You’ve got to hide your love away”, rememoran sus días de armas en tierras de la India, siendo el uno

capitán del ejército de Su Majestad y el otro, guía y cazador.

La rica galería de personajes, localizada en el

pequeño estado hindú Trestristestigris, en la región de Prahbranargal, donde servía Sir Tim como capitán de los lanceros bengalíes, repleta de personalidades hilarantes y rotundas, incluye al despistadísimo Rajah Bracadabrah, capaz, con sus incoherencias, de hacer enloquecer al más flemático (tan logrado que merece estar al lado, por ejemplo, del doctor Cumberri, creado por
Jardiel Poncela para su comedia “Un adulterio decente”); al delincuente yanqui Jo Robber (que, a propósito, prefigura claramente al policía televisivo Kojak, que no se vio en España hasta 1975)
y a la estupenda pareja de atontados esbirros Ashili y Puhr (cuyos nombres se basan en un popular éxito de la cantante de rumba pop, Dolores Vargas, “La Terremoto”, hermana, por si no lo sabían, del insigne Príncipe Gitano).

A lo largo de sus cuarenta y dos páginas, asistimos a situaciones comiquísimas y a
momentos de acción y aventura que, en ocasiones, recuerdan clásicos del cine del género como el inmortal “Gunga Din” (George Stevens, 1939), como, por ejemplo, cuando Patson se lanza a coger la joya en el interior del templo de Sivah. Y es que el mayordomo incorpora de manera convincente el papel de héroe de acción, resolviendo favorablemente situaciones difíciles con la contundencia de sus puños y la agilidad de su sagacidad.

Las inspiraciones de los guiones de Raf son muy variadas, pero, a grandes rasgos, su temática está más cercana a su línea de trabajo habitual, para historietas cortas. El argumento-base de una historieta de Sir Tim con guión de Raf, suele basarse en un malentendido que provoca inicialmente una alarma que se revela finalmente injustificada. Esta alarma puede motivarla tanto la llegada de un forastero de aspecto amenazador, como la publicación de alguna noticia inquietante que parece tener correspondencia con algún hecho acaecido en la población. A diferencia de los guiones de Andreu Martín, en los que sí ocurren sucesos “de verdad” y sí que existe un peligro cierto, en la mayoría de los guiones de Raf el peligro se limita a pasar el
correspondiente bochorno cuando se resuelve el inocuo misterio de turno. Algunas constantes temáticas rafianas, como la de la calvicie, o la de la estatura (de la que dijimos algo antes, a propósito del burgomaestre) sirven para proporcionar la anécdota necesaria para provocar el malentendido.

Así, la calvicie está presente en muchas historietas de todas las series de Raf, como leit-motiv desde sus comienzos, de lo que da fe la página temática de chistes del DDT 395 (de fecha 8 de diciembre de 1958), con ese mismo título genérico “La calvicie”, y está detrás de
historietas de Sir Tim como “Ni tanto ni tan calvo”(Súper Mortadelo 12) o “El hombre
lobo”(Súper Mortadelo 13), ambas de 1973, o “Un caso peliagudo” (Mortadelo 56, 20-12-71),



El arte verruguesco

Visualmente, puede considerarse “La verruga de Sivah” la culminación del arte gráfico de Raf. La
puesta en escena de las persecuciones (Sir Tim y
Patson eludiendo a sus perseguidores, aupándose a un balcón) y las peleas; de las situaciones exóticas y pintorescas (la secuencia del elefante) se eleva a un nivel altísimo, parejo a la eficacia de la expresividad de todos los personajes

(además de los habituales, nada menos que seis nuevos con intervención relevante, contando al tigre), y al acierto en la ambientación tanto de

vestuario, como de escenografía. La

caracterización de los miembros del British Colonial Army, como de los figurantes de la población indígena, como los soldados hindúes, es plenamente convincente, así como las
construcciones y el paisaje diseñados.

La evolución gráfica

Aunque es una serie que nace cuando Raf es un artista de estilo ya maduro (a diferencia de otras series muy conocidas, que “maduran” a la vez que sus dibujantes), en sus quince años de existencia, sufre una cierta evolución, tanto en el trazo en general, como en el diseño de sus personajes. Siendo, fundamental, la cada vez mayor presencia del equipo que colabora con Raf para hacer posible que Sir Tim estuviera con la frecuencia requerida en las páginas de las distintas revistas en que aparecía: Mortadelo, Súper Pulgarcito, Súper Mortadelo, Mortadelo Especial, Extras, Súper Tio Vivo y Mortadelo Gigante.

Los cambios a que se vieron sometidas las imágenes de sus principales personajes no fueron demasiado importantes, aunque sí notables.











El protagonista, Sir Tim, cambió más que su amigo y colaborador, Patson, prácticamente inaltera
do durante toda la serie, y es el cambio más notable el que sufrió su nariz. En las primeras historietas, el apéndice nasal de Sir Tim es bastante fino y le da poca personalidad. Con el tiempo, al Sir se le van hinchando las narices y termina por lucirlas de buen tamaño y de forma curva.

Su indumentaria, muy variada al principio (que incluye gorras distintas, incluyendo una con doble visera, como la de Sherlock Holmes, un sombrero de ala bastante ancha en “La verruga del Sivah”, un elegante traje de gala negro, para cenar con Lady Filstrup en el Súper Pulgarcito número 11, trajes de tweed, etc...) queda bastante estabilizada en los bombachos"línea Tintín" (para la parte inferior) y en un jersey con una línea
quebrada (al estilo Charlie Brown) para la parte superior, y en llevar la cabeza descubierta.
Para el cuello, el Sir, antes de estabilizar su decisión en favor de la pajarita o corbata de lazo,le hemos visto lucir corbata o un elegante "foulard".

Curiosamente, la transformación definitiva de Sir Tim le lleva a parecerse bastante a un personaje incidental, el también coronel Jones, al que conocemos en la historieta “Un caso de pitorreo”, ya reseñada. Efectivamente, nuestro Sir termina siendo una versión adelgazada suya.










Blops (el tercer personaje de la serie en importancia) se beneficia de un diseño prodigioso. Su presencia es poderosa y su personalidad, cautivadora de tan lograda. Y es que Raf, que dibuja con la facilidad con la otros respiran, alcanza el punto más álgido de la excelencia dibujando redondeces. Ahí están Manolón, o Doña Lío Portapartes. Pues bien, Blops luce dos mostachos distintos. En las primeras historietas, tiene el bigote partido en su mitad y las guías largas y despuntadas, formando lo que podríamos llamar dos alas o dos escobillas. Más adelante, el adminículo piloso del policía se transforma en una espesa línea quebrada, que presenta el aspecto de un cepillo. El sargento Blops cambió su bigote en medio de la tercera entrega de la serie “La verruga de Sivah”, luciendo en ella, alternativamente,los dos formatos de bigote de una viñeta a otra. A partir de la cuarta entrega, se impone definitivamente el segundo formato, seguramente más cómodo de dibujar para el celérico Raf.

Huggins, el dilecto propietario de “The crazy

bird”, comenzó teniendo un aspecto mucho más corpulento en las primeras apariciones del que

terminaría teniendo. En el Súper Pulgarcito número 7 (mayo de 1971) es un hombre masivo, algo alopécico y de pelo rubio; unos pocos meses más
tarde, en el Mortadelo 42 (septiembre 1971), en “La maleta sospechosa” ya usa la gorra que terminará siendo característica y tiene el bigote negro, tipo cepillo, que pronto pasaría a encanecer y a parecerse a una brocha. El aspecto final, es de un hombre más bien bajo, de complexión rechoncha, de nariz redonda, con gorra sin cuadros y bigote semejante a un matojo de malas hierbas rubio entrecano, tal como podemos verle en una viñeta del Súper Mortadelo número 22, en un espléndido retrato en el que aparece visiblemente asustado.

La serie de Sir Tim nació, como ya ha sido dicho, en el momento álgido de la capacidad de su creador. El dibujo de Raf nunca fue tan brillante como en el periodo 1969-1973, ni volvería aalcanzar ese nivel.

Coincide con el máximo esplendor editorial, por difusión y crecimiento y también por la ambición de sus nuevas cabeceras, que iban a copar el mercado del tebeo. Después de este periodo, llega la saturación del mercado y el agotamiento creativo. Raf, haciendo gala de una honestidad profesional y de una independencia que destacan en medio del panorama propiciado por la editorial para la que trabajaba, se ve obligado a requerir, cada vez en mayor medida, de los servicios de un equipo de dibujantes que le ayuden a completar el trabajo. El trazo mágico de Raf continúa en el fondo, pero la ejecución mecánica, sistemática, estrangula el arte, que a duras penas sobrevive. En los mejores momentos de la carrera de su creador, la serie se beneficia de la más alta capacidad creativa y del mayor grado de compromiso con su oficio. Raf parece hallarse en esos años dotado de una energía resolutiva y de una intuición deslumbrantes. Crea viñetas que por sí solas justifican una carrera.

Viñetas que son planos de composición brillante y de exposición narrativa fulgurante. Por ejemplo, la viñeta de la historieta “Una maleta sospechosa” en la que Sir Tim y Patson observan
desde su mesa a un desconocido que porta una intrigante valija, representa (a su nivel) un logro al alcance de contados profesionales del medio.

En estos tiempos, Raf no se cansa de inventar toda clase de renovados vestuarios y atrezzo para “vestir” mejor que nadie sus personajes y
sus historietas, alejándose así de la monotonía que solía imperar en las historietas “de uso
corriente”.

Concede a cada personaje, no solo una personalidad distinta, como es obligado, sino también un gusto definido e intransferible para vestir.

Así, por ejemplo, nada hay más natural ni resulta más convincente que la pelliza que Blops luce en la historieta del Súper Mortadelo número 13 “El hombre lobo, o los jerseys de cuello alto de los hermanos Bell en esta viñeta del Súper Pulgarcito número 8 (junio de 1971).

La decadencia no afecta a la viveza, pero si a la
estética, que tiende a desaparecer por completo con el barrunto de la década de los ochenta. Si la calidad del dibujo disminuye, por otro lado, la producción masiva editorial también hace que se resienta la reproducción de la obra realizada, que deja de ser óptima. Concretamente, el coloreado de las historietas, magnífico en Súper Pulgarcito, pasa a ser corriente en las publicaciones siguientes y llega a la deficiencia en los años ochenta. El dibujo, mucho más plano, más esquemático de
historietas como “A río revuelto” o “La noche en que se cargaron al Sir” no se produjo de la noche a la mañana. Cuando el tiempo apremiaba, Raf , que según testimonia nuestro amigo Jaume

Rovira en algún comentario, era el “lápiz más rápido” de este lado de la frontera, se sacaba de la manga alguna historieta a todas luces dibujada a toda máquina, como la del Extra de Primavera de 1973 “El caso Flapp” (una historieta, por otra parte, muy interesante, en la que el Sir y Patson viajan a Chicago acudiendo a la llamada de un compañero de armas (Aticus Flapp -¿homenaje al Atticus Finch, de “Matar a un ruiseñor”?-) de las fuerzas aliadas de la Segunda Guerra Mundial y en la que hay algún que otro cadáver y una resolución detectivesca, para asombro de propios y extraños, a cargo del propio Sir Tim O’Theo).

Una última curiosidad (antes de la despedida)

En el Mortadelo 216, de fecha 13 de enero de 1975, nos volvemos a encontrar con un argumento y una resolución finales que ya habíamos visto en este mismo weblog cuando, en la entrada "Raf, trazos felices", nos ocupamos de

la etapa previa al Sir Tim de Raf. Contamos entonces cómo había utilizado el mismo argumento y prácticamente el mismo diseño para sus historietas de Doña Lío Portapartes del Pulgarcito 1463 y del Capitán Aparejo (de mayo y diciembre de 1959, respectivamente). En ambos casos, un personaje (Don Cefalópodo, un realquilado de la patrona Doña Lío, y Teófilo, el marino enrolado con el Capitán Aparejo) envía engañado al protagonista a parar a manos de un jefe antropófago.

Dieciséis años después, Raf recupera la historia y en la historieta de Sir Tim "Viaje gratis", el

anciano detective entrega una carta a Blops que le pone en manos de un jefe indígena de una tribu de negros. La diferencia está en que, en lugar de ser devorado, el sargento sólo se ve obligado a realizar trabajos forzados. Al fin y al cabo, la historieta era la misma, y el dibujante, también, pero los tiempos habían cambiado.


Risas y lágrimas

La de Sir Tim O’Theo fue una gran serie. Para quien esto firma, la última serie verdaderamente indispensable de los tebeos Bruguera (aunque no la última memorable, porque hubo más). Habría merecido mejor fortuna, en lo que a la comercialidad se refiere. Pero la historia ya sabemos cómo acabó. La independencia de Raf, su apuesta por defender sus derechos como creador tampoco ayudaron a que la difusión de la serie creciera con la desmesura que tal vez un mayor éxito le habría proporcionado. El caso es que eso carece hoy de importancia.

Es más: mejor así. Eso la libró de caer en manos torpes e irresponsables de oscuros asalariados al servicio de los insaciables engranajes de la industria. Hoy podemos disfrutar del magnífico trabajo que Joan Rafart realizó, reír con él y deleitarnos con la maestría con que fue ejecutado.


Una serie tan exquisita (en sus mejores momentos) y tan digna (en los peores) que no necesita el concurso del éxito popular para perdurar de manera indeleble en la memoria del aficionado con criterio. ¿A qué mayor premio o más elevada meta puede aspirar creador alguno?

PD:Las viñetas utilizadas cuya procedencia no

ha sido reseñada en el texto han sido extraídas de los Mortadelos número 40 (El as de trébol, 30-8-71), 58 (Los humos de sir Tim, 3-1-72) y 162 (Una gesta del Sir, 31-12-73). Dicho sea, con las debidas reservas.

Ha sido una entrada muy larga, lo reconozco. Y los que han llegado hasta el final merecen un homenaje casi tan sentido como el que he querido brindar a Joan Rafart Roldán, autor de las maravillosas viñetas que a este rincón de la red han venido a parar. Ojalá, los valientes que han llegado este punto final no estén del todo hechos fosfatina, que es, precisamente, lo que les pasa a los que se dejan coger por Lady Filstrup...Esto es todo, amigos...