Lady Filstrup (3ª época)

Dedicado a la música ligera, actores españoles y tebeos de Bruguera (porque sí, porque rima).

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Lugar: El Escorial, Madrid, Spain

martes, enero 31, 2006

La elegancia en Nadal

Porque tiene a sus personajes hechos un pincel, valga la expresión, Nadal es el más elegante de los dibujantes de Bruguera. Nadal no se conforma con ser elegante en el trazo, en el dibujo, les exige también a sus criaturas, incluidas las humorísticas, diligencia en el vestir. ¿Hay algún personaje cómico más elegante que el señor del leal Pascual o que cualquier otro de Nadal? Incluso el propio Casildo Calasparra sabe conjuntar a la perfección los colores de sus americanas y pantalones.
Pero fijémonos ahora en el señor de Pascual. Es muy bajito y hasta se le puede aplicar esa expresión de que es poquita cosa; sin embargo, eso no sirve aquí de chiste, porque Nadal lo viste con un primor espléndido, y así le dice al lector que en la elegancia una persona lo apuesta todo. La distinción del señor de Pacual está hecha de una elegancia deportiva, de americana cruzada, de blazer sin escudo, por supuesto, de sombrero flexible (que le da cierto aspecto vagabundo o viajero), de monóculo (que le hace noble de los de antes) y de pantalones con vuelta (que le hacen coqueto). Aunque lo mejor de su atuendo es que, siendo un personaje cómico, no va a caer en la ordinariez de ponerse una pajarita, como si fuese un humorista de Las Vegas o como si estuviese trabjando en un tebeo de Bruguera. El señor de Pascual va con corbata hasta cuando se queda en casa, descansando en batín. ¡¡¡Y qué nos dicen ustedes de sus pijamas de rayas!!! O de su flequillo ondulado con peinado de raya a la izquierda. O ese impecable rigor, que accede al consuelo, sí, de un batín, pero no a la debilidad de unas zapatillas…
Hay una concesión al adefesio y a la extravagancia en el tebeo humorístico, que Nadal nunca va a permitirse. Nadal es el más elegante de todos los dibujantes de la casa Bruguera; porque no busca la risa a través del esperpento y del desgaire en el dibujo, esto lo deja para el guión, y de esta manera, Nadal, además de ser el dibujante más elegante es también el dibujante más guionista.
(Ah, la viñeta superior del señor en pijama procede del Pulgarcito núm. 1.444, núm reg. 2, año XXXVIII, fecha 12 de enero de 1959, y el resto ha sido tomado del Pulgarcito núm. 1.474, núm reg. 2, año XXIX, fecha 3 de agosto de 1959. Y requete-ah: Nadal es, igualmente, un dibujante elegante que lee, no porque sus personajes lean (como ocurre en Figueras o en Raf, por ejemplo), sino porque hacen que sus criados les lean. Bueno, y otra vez pondremos una entrada en este weblog o lo que sea a propósito de la elegancia de los automóviles en Nadal, que es muy parecida a la elegancia de los automóviles en Coll, bla, bla, bla...)

Hermenegilda hecha una estatua


Terminaba mi compañero diciendo que esto se está pareciendo a una tertulia taurina, por lo que, precisamente, le echo un capote y salgo al quite poniendo sobre la mesa (bueno, colgado en la red -gracias, Spidey) una imagen de 1950, del Pulgarcito número 188, en la que Hermenegilda se transforma en una estatua. Y ello sucede de verdad, porque la magia de las historietas así lo permite, sin necesidad de ponerse disfraz alguno, sólo porque así lo requiere la libre decisión de un muchacho armado con un tintero que no se aguanta las ganas de contar cosas con sus dibujos.
Nota: yo ya dije, y no me importa repetirlo, que veo a Vázquez y a Ibáñez como a Lennon y McCartney. A mí me gustan los Beatles. A los burgomaestres nos gustan los Beatles. Pero claro, tuvo que ser uno de los cuatro el que empezó la historia... Y antes, estuvo Chuck Berry, claro... En fin.

Leovigilda se troncha


Vaya, en un comentario a propósito de la capacidad o la predisposición para la extravagancia en Ibáñez, nuestro amigo Migsoto, nos ha recordado (citamos textuales por comodones) que «"al partirse de risa", a Filemón o Mortadelo se les ve la bisagra que les une las dos mitades del cuerpo».
A nosotros, que, como ya decimos, somos muy de Vázquez, en seguida se nos ha ido la cabeza a esta viñeta de Las Hermanas Gilda, publicada en el Pulgarcito núm. 1.520, núm reg. 2, año XL (parece una camiseta) con fecha del 20 de junio de 1960.
Por seguir vitoreando y ensalzando a nuestro apreciado dibujante, se nos ha ocurrido asimismo que lo que en Ibáñez es extravagancia en Vázquez es audacia. (La verdad es que a veces unos servidores nos ponemos que parecemos un blog de toros, con lo de los aficionados de Ordóñez por una parte...).

Portadas por la cara: ¡A todo tren!


Subo en esta ocasión dos portadas de tema ferroviario, ambas firmadas por Peñarroya, quien cultivó el tema con frecuencia, por lo que no descarto que vuelvan a arribar otras locomotoras a este apeadero que es un poco "Lady Filstrup".
La primera portada sobre la que detenemos la mirada es la correspondiente al almanaque para 1958 de la independiente revista Tio Vivo. Se trata de una obra en la que el artista adopta su registro más ornamental, más decorativo, casi suntuoso. Podríamos hablar de una portada digna de "las grandes ocasiones", como procede al primer almanaque de una revista que suponía un proyecto en el que se habían implicado de forma tan personal sus artífices. Era lo apropiado para dar el debido acomodo a los personajes de una revista quienes debían asentarse en la oferta quiosquil y que pretendían hacerse un hueco permanente en ella. Peñarroya, tal vez por deseo expreso de consolidar la imagen de estos personajes no los hace suyos (como era habitual en él -y prueba de ello tendremos en sucesivas entregas) sino que mantiene fielmente su fisonomía original, respetando escrupulosamente el estilo de sus compañeros.
La otra portada es harina de otro costal. También circula sobre raíles, pero es un trabajo realizado para cubrir una entrega ordinaria, semanal, tan corriente y moliente, la pobre, que hasta se le han corrido los colores. Peñarroya no saca los cubiertos de plata, ni la vajilla con cantos dorados. Nos ofrece un ágape sencillo, pero mucho más sustancioso, más consistente. En esta ocasión, el cuerpo del dibujo no lo pueblan personajes protagónicos, sino anónimos; gente anónima y sencilla, una porción de la población media española. En primer término, encontramos a dos testigos puestos ahí sin otra misión que la de ejercer de portavoces del dibujante y hacer un comentario que podríamos calificar de audaz para aquel tiempo: "¡Qué barbaridad!". Esta interjección, por sí sola, ya constituye el techo de la contestación al Régimen. Pero no queda ahí la cosa, no. Peñarroya se revela contestario y cada binomio de palabras constituye una crítica al orden establecido y al estado de las cosas: "Otra vez ... han suprimido...vagón de tercera " (La palabra "clase" se ha de sobreentender, no fuera a ser que alguien se molestara por considerarla subversiva, en este contexto de queja). El chiste es gracioso y mordaz a la vez. Esas gentes a las que entes superiores (la Autoridad, alguna Autoridad) han suprimido su humilde medio de locomoción, caminan ordenada y resueltamente siguiendo su destino, sonrientes unos, absortos otros, resignados todos.

lunes, enero 30, 2006

Para ir completando el poliedro...


...dedicado a García Lorente. Faltaba una pincelada y me apresuro a aportarla, prácticamente con el pomo de la puerta de la calle en la mano y un brazo pasado por la manga del abrigo. Es una portada de la revista infantil de historietas Yumbo, de Ediciones Cliper, de, allá por el año 1960, en la que se recoge un momento de la aventura de "Nicotín y Marramiau". Un ejemplo de ese falso candor que se atribuye a las historietas pensadas para los más pequeños y que suelen incluir alguna que otra tortura entre gatos y ratones.
Se trata de una ilustración que, de otro modo, seguramente no habría subido hasta aquí, pero, puesta al lado de las procedentes del Papus, sirve admirablemente para dar unas coordenadas lo bastante alejadas como para delimitar la dimensión artística de García Lorente.

García Lorente en el país de los canutos


Nos ha hecho recordar en su reciente comentario nuestro amigo y maestro Jesús Cuadrado (qué admiradores más majaderos que te hemos salido, en fin), digo que nos ha hecho recordar al García Lorente de Nicolás. El burgomaestre que esto escribe no tiene documentación a mano al respecto, y por eso fue que decidió no poner nada en la entrada anterior. Saber de oídas, o de vistas, es no saber.
Del García Lorente de cuando los dibujantes dibujaban a porrillo, y Francisco Franco aún estaba en ello, sí que me acuerdo vagamente (uno es vago para cuando hace falta y para cuando no). Pedro Gracía Lorente, en El Papus, hace caricaturas, viñetas e ilustraciones, y es en la ilustración donde más nos gusta; porque, con García Lorente de ilustrador, El Papus se desnuda de su apariencia underground y muestra lo que secretamente quiere ser o está siendo, que no es más que una continuación castiza de la castiza La Codorniz; pero con mucha mancha negra, que sale del petróleo que sobra o que se pierde con la crisis del petróleo. El Papus, claro, se funda en el año de dicha crisis, y por eso todo esto es redundante. Con García Lorente, una página de El Papus se convierte en una página de La Codorniz o de Hermano Lobo, y en concreto en una página de Chumy Chúmez, y hasta se convierte otras veces en una página de Mingote. García Lorente, que les lleva veinte y veinticinco años a los chavales que hacen El Papus, se pone a dibujarles viñetas y les impregna la revista de la tradición gráfica española. El García Lorente de Nicolás y de Canuto y de las ilustraciones de El Papus es el artista que se entrega más al dibujo que al dibujante, y por eso nos recuerda toda una manera de dibujar, una tradición entera...

(La ilustración del pobre al que le echan petróleo procede de El Papus núm. 13, año 2, 12 de enero de 1974, y la del carincero en su mostrador ha salido de El Papus núm. 12, año 2, con fecha de noche de Reyes del 74. No es material Bruguera, desde luego, pero ya hemos advertido en alguna ocasión que a nosotros de Bruguera nos gusta hasta lo que no le pertenece por contrato... Mmm, ah claro, para nosotros Bruguera es más bien una idea platónica...)

Canuto, de García Lorente



Canuto es un trapero un poco como los que pintaba Baroja en La Busca; pero, por inherencia, por dibujarlo García Lorente, es un trapero de Barcelona. En Barcelona, eso casi todo el mundo lo sabe, hoy ya no hay cosas feas, como los traperos, porque están absolutamente prohibidas por el ayuntamiento. Barcelona es una ciudad ideal, pues no en vano es la capital una Cataluña ideal, que es de la que tanto se habla últimamente. Todo esto tiene algo de platónico, desde luego. Pero más que de Platón, uno de lo que se ha puesto a hablar es de traperos, buhoneros y chamarileros… Ah, y un poco de Barcelona, como siempre. De Barcelona y de Bruguera. Barcelona está en las viñetas de los dibujantes de Bruguera, y la verdad es que no se la ve poco. Está en Raf, y mucho en sus taxis y en sus paseos; está en Iranzo, en la Familia Pepe, por supuesto, y está en García Lorente, que cuando lleva a pescar a la mar a su Máximo Mini (uno de los últimos personajes que hizo para Bruguera), lo planta en el hormigón del Rompeolas.
Canuto fue el primer personaje que García (así firmaba entonces) le hizo a Bruguera. Canuto y Máximo Mini son personajes en los dos extremos de su carrera en Bruguera, y se parecen a primera vista en que ambos son personajes con pajarita, como los es Anacleto y lo es también Filemón. Ya sé que no es lo mismo una pajarita en un trapero que en un detective, pero en cualquier caso hay un punto de disparate en ponerse una pajarita, y esto lo pillaron al vuelo los dibujantes de humor. La pajarita es la corbata de los que van a bailar el charlestón, lo que indica el nivel de chifladura que su uso requiere.
Canuto es un trapero con boina y pajarita que se pasa la vida buscando tesoros, y lo que encuentra es una jaula con un canario o unas grageas para la garganta. Canuto, como todos los personajes de Bruguera de aquella época, anda buscando tesoros pero de lo que anda falto es de amigos. Quizá por eso, cuando se hace con 25 pesetas decide gastárselas enteras en vino: “¡Vaya cogorza que me espera esta noche con estas 25 pesetas!”. A Canuto su ángel tutelar le afea su inclinación al dispendio, pero no la vocación por la delicia del bebercio: “¡Porque mientras tu gozas de la delicia de empinar el codo, muchos seres la están pasando más negra que un carbonero!”. Canuto, cuando se cabrea, es capaz de cargarse a hachazos a su ángel de guarda. Los traperos tienen esos arranques de mal genio, y esa debilidad por el vinagre. Pero para buhoneros envinagrados y avinagrados los de la Taberna fantástica de Sastre. No va a ver más traperos en Bruguera después de Canuto, hasta que lleguen Segis y Olivio de Rovira; y éstos ya vienen de Vázquez y de lo hippie. Canuto es trapero como es indigente Carpanta, y como es malévola Doña Urraca, y Segis y Olivio eran traperos como eran detectives Anacleto y su jefe, o como eran hermanas Leovigilda y Hermenegilda.
Canuto, se encuentra un libro de terror y se lo lleva Heliodoro Hipotenuso, el personaje de Vázquez, del mismo modo que Heliodoro se había ofrecido al Gordito Relleno para instalarle una antena en la radio. Los personajes de esta época de Bruguera, esto ya se ha dicho arriba, son unos solitarios que tienen que buscar a sus amigos en las historietas de los otros dibujantes. Y tampoco les sale.
Canuto se presenta en casa de Heliodoro con el libro y se lo lee entero, y le mete tanto miedo en el cuerpo que lo deja convertido o reducido a un esqueleto, y mientras, García Lorente aprovecha para recordarnos en ocho viñetas que toda esa pandilla de dibujantes de Pulgarcito de donde viene es del dibujo animado.

(Las viñetas de miedo proceden del núm. 80 de la Biblioteca Cómica Pulgarcito, historieta: “Canuto quiere quedar bien”; Canuto persigue a su ángel en la historieta “Canuto da una limosna”, del núm. 89 del Álbum Infantil Pulgarcito, y le prende fuego a su casa en “Canuto hereda”, en el núm. 55 del Álbum Infantil Pulgarcito.)

domingo, enero 29, 2006

Siete "tipos" de cine cómico

Al hilo del docto y sagaz comentario de mi compañero burgomaestre acerca de Stan Laurel y Oliver Hardy, traigo aquí una muestra de tipos brugerianos que me han parecido formalmente emparentados con las caracterizaciones del popular cine cómico americano.

A la hora de crear un personaje que se pretenda gracioso, los caminos que toman un actor cómico o un dibujante de historietas son semejantes. La diferencia radica simplemente en que mientras uno aplica sobre sí mismo los afeites, pelucas, gorros y bigotes y el otro, acodado en su mesa de trabajo, los plasma sobre el papel. Se trata de hacer reír y de hacerlo mediante la acción y personalidad de un tipo con vis cómica, fácilmente identificable y que, a ser posible, perdure en la memoria del espectador-lector.

No me he detenido aquí a aportar los ejemplos más famosos, ni tampoco he pretendido (ni mucho menos) ser exhaustivo (eso fatiga mucho). No voy a enseñarles ahora un Don Pío para señalarles su parecido con Charlot, ni un Gordito Relleno para hacerles calcular mentalmente que su peso debía ser muy semejante al de Fatty Arbuckle; tampoco la indumentaria de Carpanta, o el canotier de Don Pelmazo, con ser asimilables a las caracterizaciones de los cómicos del cine mudo van a estar presentes en esta entrada. Porque todos estos personajes han alcanzado una cierta dimensión y no son, por tanto el objeto de este comentario. He querido detenerme en personajes que, a mi modo de ver, desde su creación, se quedaron en la superficie, sin alcanzar mucho más allá de ser meros portadores de un disfraz. Son personajes basados en un patrón único: hombres solitarios de mediana edad que se definen como personajes por su aspecto, hasta tal punto que es éste su fundamental seña de identidad. Dos características comunes: ninguno de ellos obtuvo un éxito remarcable y todos ellos nacieron ya anticuados.
Sanchís fue un dibujante muy activo en la Casa Bruguera desde su entrada en los años 60 y aportó un buen número de personajes a sus revistas. Aquí he puesto a sus Don Agapito (de la nómina del Pulgarcito) y Teresito (que deambulaba por el DDT). Del primero salta a la vista su génesis procedente de la figura chaplinesca (de la que no falta ni el detalle del bastón) aderezada con el puro y el bigote de Groucho Marx. El segundo, de más difícil identificación, produce, merced a su sombrero y bigote peculiar (a propósito, muy del Régimen), igualmente, el mismo efecto de haberse creado, digamos, artificialmente. Sanchís, como ya hemos dicho aquí dibujó muchas historitas de personajes vazquianos y muy dignamente, por cierto. También hizo algún que otro ibáñez, como esperamos demostrar cualquier día de estos.
De Mingo traigo su Don Tiburcio, otro personaje compuesto desde el exterior, sin más vida que la que le prestan sus lentes, su bombín negro y su ancho bigote perdido en las páginas a dos tintas del DDT.
La aportación de Tran a esta modesta galería de modestos personajes es su Cándido Palmatoria (del DDT) , un individuo inexistente tras sus gafas a lo Harold Lloyd, su flequillo, su pajarita blanca y su sombrero (Por cierto, igual que el que llevaba Teresito en sus primera historietas. Luego Sanchís le desdobló el ala y le hizo, por medio de tan sencillo expediente, modernizarse veinte años).
Don Próspero es una creación de Pineda Bono para el Tio Vivo que tampoco llegó a desatar gran interés entre los lectores. Su caracterización, como las demás, es meramente superficial. Nuevamente se combinan elementos ya sabidos para intentar conseguir con su suma un personaje: gafas, sombrerito, puro y corbata de lazo, esta vez, negra. Recuerda al Groucho ya domesticado, que sobrevivió a la locura de sus antiguas películas con sus hermanos en la televisión o en filmes tan inocuos como "Don Dólar".
De Cerón y creado también para el Tio Vivo, es Fortunato, el cenizo, un vagabundo característico pertrechado de suficientes elementos externos como para hacer de él un personaje perfectamente reconocible pero, por desgracia, totalmente olvidable. Una vez más: bigote y sombrero identificables, con la novedad de los puños de una camisa inexistente.
De todos los personajes aquí aportados, el más complejo e interesante es el "hijo" de Pedro Alférez, el señor Pórrez, de la serie "Pórrez y cía." (empresa con sede en el Tio Vivo). No sólo por estar mejor construído "per se", sino porque al formar parte de un grupo, su personalidad quedaba mejor definida en función de los otros. No obstante, su notorio parecido con Groucho Marx hacía obligada su presencia aquí. La sustitución del puro por un cigarrillo casi consumido no es suficiente diferencia como para evitar la obvia comparación: tiene el mismo bigote, la misma expresión, camina igual y habla a la misma velocidad. Por lo demás, este burgomaestre sospecha mucho que Pedro Alférez dibujó muchas páginas vazquianas y se propone intentar demostrarlo a través de este blog, algún día.

El lado oscuro de Escobar




Cuando Conti, Cifré, Escobar, Peñarroya y Giner, allá por 1957, decidieron subirse a un TioVivo en marcha para saborear las mieles de la libertad, encararon su nueva etapa seguramente con una sensación de vértigo y con algún mareo (quien sabe si no vendrá de ahí el título escogido para la revista). El reto había que afrontarlo y para poner en pie su proyecto sin arriesgar demasiado, apostaron por una mezcla entre sus valores seguros y propuestas novedosas.
En lo tocante a las historietas, la continuidad con el trabajo realizado en Bruguera es patente (alguno, como Conti, se limitó a acortar el nombre de una serie ya muy rodada, la de su Tarúguez), pero, para el conjunto, tenían alguna innovación que aportar en su flamante revista. Además de secciones fijas tan pintorescas como "El tostón del día" o "Nuestros críticos feroces", para la contraportada de su criatura tuvieron la idea de reservar 6 personajes fijos que protagonizarían cada uno un chiste semanal. Entre ellos, el que aquí les traigo, todo un personaje oscuro y tenebroso, desde la punta de la nariz hasta la despachurrada chistera, debido al ingenio de Escobar, a quien no se le había sospechado esta faceta negra en su humor hasta ese momento, ni la cultivaría después.
He escogido el chiste correspondiente al número 21 por parecerme el mejor retrato del personaje. Una muestra muy notable de destreza expresiva, una viñeta especialmente brillante.
PD: En el número 1 de Tiovivo se reseñaba el debut de Escobar como autor teatral. Como este evento también podría considerarse digno de figurar amparado bajo el titular que encabeza este escritillo, he decidido colgarlo aquí, a modo de propina.
PD2: por si a alguien le pica la curiosidad, tal vez sea oportuno decir que los otros cinco personajes de la contraportada del Tiovivo, en su primera época, eran: Olimpio, de Peñarroya; Fortunato y su perro, de Conti; Raskalana, de Pañella; Rosalía , de Cifré ; y el Caco Bonifacio (que sería el único que accedería al estatus de protagonizar historietas de una página ), de Enrich. Ya se los iremos enseñando...

sábado, enero 28, 2006

El gordo y el flaco


Vaya, ya va siendo momento de ver una de esas películas de medianoche. A nosotros, los sábados a estas horas nos pirra ver pelis del Gordo y el Flaco, quizá el dúo cómico del siglo XX por excelencia. Acaso ¿hay ya algo más gracioso, y más filosófico, que ver juntos a un gordo y a un flaco? Un gordo y un flaco juntos son, a su manera, una metáfora de los bandazos que da la vida. Un gordo y flaco codo con codo, u hombro con hombro, les recuerdan a quienes les ven que la vida está hecha de rachas de vacas gordas y de rachas de vacas flacas. Existe, por supuesto, algo del Gordo y el Flaco en las Hermanas Gilda, y en Anacleto y el jefe...; Mortadelo y Filemón, sin embargo, tienen más de Abbott y Costello, pero ésa es otra película. En fin, el caso es que estábamos hojeando uno de los últimos tebeos de la noche, si es que el insomnio no dice aquí estoy yo, y va y nor topamos con esta historieta del Sir ("El día de los encapuchados"), precisamente con Laurel y Hardy marcándose un cameo. Nos ha parecido que late la paradoja en todo esto, porque en Raf, el contraste está, más que entre lo gordo y lo flaco, entre lo grande y lo pequeño, entre Blops y Pitts, entre Manolón y Tapón, entre Doña Lío y Don Bollete o la portera, entre Doña Tecla y Ofelia... Lo mismo ocurre en Martz Schmidt (que, por cierto, tiene nombre como de nadador olímpico). Lo que hay de gracioso en un gordo y un flaco se desvanece si se cambia por un grande y un pequeño. Un gordo y flaco juntos depiertan en quienes los ven un buen punto de ironía; pero un grande y un pequeño llevan sin vuelta de hoja a la melancolía.

viernes, enero 27, 2006

La televisión, un regalo envenenado


Entre los muchos méritos que se le reconocen a Escobar, que sepamos, no se encuentra el de vislumbrar el futuro. Y algo de eso hay en esta historieta de abril de 1950 en la que ya intuye el peligro que encierra un nuevo medio de comunicación: la televisión. Escobar lo ve como una fuente de entretenimiento, exclusivamente, y con tal poder cautivador que convierte al espectador en un esclavo sin voluntad, incapacitado para hacer otra cosa que mirar la pantallita (algo que, por cierto, muchos años más tarde, explicó Narciso Ibañez Serrador en su espacio dramático para la pequeña pantalla "El televisor").
La historia narrada nos presenta a Carpanta harto de pasar penalidades y deseoso de vengarse de su creador. Para obtener la ansiada venganza, surge en su ayuda Carpantón, una especie de demonio con su propia faz (el típico "lado malvado") quien le proporciona un aparato de capacidades mágicas: un televisor. Carpanta se lo obsequia a Escobar y éste queda subyugado. Bajo el influjo de tan milagroso aparato, el dibujante pierde los deseos de dibujar y, como consecuencia de ello, también su empleo. Tal es la situación que incluso acude al médico afectado de "falta de ganas de dibujar". Su esposa, acostumbrada a un tren de vida de lujo y desenfreno no soporta ver cómo se pierde a causa de la chaladura de su marido. Toma cartas en el asunto y se deshace del diabólico invento. Escobar recupera las ganas de dibujar, entrega su trabajo a la editorial y vuelve a ser rico y creso. Finalmente, promete a Carpanta que se tomará cumplida venganza por su mala jugada.

La televisión en España era prácticamente algo desconocido en 1950. Así como en EEUU, Inglaterra, Francia o Alemania el medio había iniciado su andadura en los años 30 (aunque sufrió un parón que se prolongó hasta 1946 debido a la segunda guerra mundial ) , en nuestro país las emisiones de televisión tenían un carácter meramente experimental. La primera emisión fue una demostración de la firma Philips en su "stand" en la Feria de Muestras de Barcelona de 1948, en unos televisores de 567 líneas en los cuales podían disfrutarse actuaciones retransmitidas desde un escenario sito a 200 metros de distancia... En 1949 se realizan nuevos ensayos y, nuevamente en 1951, cuando se crea un primer cuadro técnico y de programación estable, que incluía a la locutora Laura Valenzuela (por citar un nombre popular). Este periodo de emisiones de pruebas se prolongó durante un lustro. En estos años, el precio de un televisor oscilaba entre 24000 y 32000 pesetas (lo que las ponía tan lejos del poder adquisitivo de un español medio como efectuar un viaje a Plutón) . Así se explica que cuando años más tarde se inaugurara oficialmente TVE, el 28 de octubre de 1956, tan sólo hubiera 600 aparatos en todo el país.
El ladrillo precedente (extraído del libro editado por Diáfora SA sobre los primeros 18 años de TVE) viene a poner en perspectiva la historieta que nos ocupa. A este burgomaestre se le antoja un extraordinario ejemplo de audacia por parte de su creador y le maravilla su libérrima inspiración, además de la impactante sinceridad con la que se muestra al lector. Desarmante sinceridad con la que se muestra a sí mismo y a su señora (tenga esta algún parecido con la realidad o sea totalmente inventada, eso no es trascendente).
Escobar, además de ofrecer una visión sobre el futuro cercano representado por la incipiente televisión, ironiza aquí sobre sí mismo, sobre la supuesta vida de lujo del dibujante de tebeos, sobre su trabajo, sobre la inspiración, sobre su relación con sus personajes y con sus editores, sobre el matrimonio, la enfermedad y sobre la vida, en general. Y todo eso en el Pulgarcito número 148.
Nota: en otra entrada, este burgomaestre se preguntaba de dónde había sacado la inspiración para crear a Doña Tula. Parece evidente que en esta historieta encontramos un clarísimo precedente de aquella (sacude empleando la misma energía y la misma onomatopeya: "¡Krok!"). Que su mujer de verdad se pareciera tanto a ese especie de ogro... eso queda al criterio del autor. Si no la veía así, al menos así la presentaba en sociedad, ¿no?

La transformación

Hoy se cumple un año del hundimiento del barrio del Carmel, y anda ese sitio, según nos cuenta nuestra amiga periodista, hecho un circo, con sus unidades de televisión ambulantes, sus colegios recién inaugurados y sin acabar... Ya se sabe, las cosas no se destruyen (ni se crean), sino que se transforman como Mortadelo, o así.
Esta mañana de lluvia y de Barcelonas (nos referimos a la Barcelona a la que le pasan las cosas y a la otra que la mira por televisión), hemos buscado cobijo en los dislates de La Familia Cebolleta, y de este modo otra vez nos hemos puesto a pensar en lo mucho que hay de vazquismo en Ibáñez. Claro, con los tebeos en la mano resulta evidente. También la idea del disfrazarse de Mortadelo fue otro regalo de Vázquez, ya lo dijo Ibáñez, en efecto, y alguien lo ha recordado en un comentario de este weblog o lo que sea. De Vázquez, en realidad, viene casi todo el tebeo contemporáneo español, y más cuando se reclama tributario de Ibáñez.
En el caso de Mortadelo, en su transformarse, lo que hay es un Rosendo Cebolleta llevado al límite de lo que puede que sea la vulgaridad en el sentido etimológico de la palabra (que tampoco es muy bueno...). El asunto es que Mortadelo, sin habérselo buscado, viene de Rosendo Cebolleta; pero así es. La diferencia residen en que a Rosendo, el estado de ánimo es lo que le dibuja el cuerpo, acaso porque Vázquez es dibujante de profundidades y no se detiene a pensar en lo que dibuja, sino que lo siente en la mano y lo deja plasmado. Pero lo que en Vázquez es puro expresionismo, en Ibáñez va convertirse en chascarrillo, o en un efecto recurrente, que acaba siendo lo mismo. En Vázquez, las transformaciones de Rosendo pasan con naturalidad, y uno las lee sin apenas percibirlas. El Rosendo avioneta, o el Rosendo gusano..., no están dibujados para provocar la carcajada sino para intensificar la emoción (claro, de una manera humorísitica), de lo que le está ocurriendo. Rosendo se metamorfosea víctima de su excitación nerviosa, y ahí tiene algo de superhéroe de los de Lee. Pero Mortadelo, no. Mortadelo se transforma a voluntad, se ha hecho con el control de la fórmula, y es esta autoconsciencia lo que le devalúa y lo que le estandariza, y le industrializa, y por eso decíamos que se vulgariza. Lo que en Vázquez era sencillamente estilo, en Ibáñez va a convertirse en truco y en kitsch, que tampoco está nada mal.
(Vale, el Rosendo gusano procede de El DDT núm. 497, núm. reg. 74, año X, fecha 21 nov. 1960; el resto ha sido tomado de el Olé núm. 4 : "La Famlia Cebolleta. ¡Problemas por doquier!", año 1979. Las referencias: Rosendo avioneta: "Lamentable despiste"; Rosendo olímpico: "A cada uno lo suyo"; Rosendo pesadilla: "¡Otra pesadilla de Rosendo!"; Rosendo oreja/trompetilla: "Desilusión"; Rosendo orejas de asno: "Un error... de fechas", y Rosendo serpiente: "¡Rosendo el Hipocritón!".)

















jueves, enero 26, 2006

Un par de pinceladas, que son tres (por supuesto)


La primera es para colocar esta historieta de Don Pío, que tiene algo de pecio, y que nos envía nuestro amigo Gordito Relleno. Nos dice que procede del Bruguelandia nº 18 del 20-XII-1982. Bueno, pues así se adhiere nuestro incansable cometarista y amigo Gordito Relleno al homenaje que rendimos a la televisión vista desde las viñetas de Bruguera, o así. Ya sabes, amigo, tienes abiertas las puertas giratorias de este weblog para colgar cuantas entradas se te antojen, y por supuesto la invatición queda extendida a toda la concurrencia.
La segunda nota es una media respuesta a un comentario que nos dejó nuestro amigo y maestro JC (¡¡¡no es JesuCristo!!!) en relación con un post que habíamos dedicado a Colomer Fonts. Como el post ya anda más cerca de la arqueología virtual que de otra cosa, ahí va la repetición en primera plana de este comentario para que pueda leerlo el interesado, en el caso de que la nota tuviese algún interés. Jesús, que hemos estado mirando (no exhaustivamente, ya, claro), lo que decías de una entrada del Atlas de un tal Moreno. En fin, especular no ayuda mucho en esto de la documentación; a mí me da la impresión de que no se trata del mismo Moreno que indicas. Ahí va un link con una breve relación de la obra gráfica de Colomer y donde además se reitera lo de su firma como Moreno. http://coa.inducks.org/creator.php/0/JCF. En cualquier caso, en el enlace citado se señala Comicon Studio como uno de los últimos sitios donde ha trabajado Colomer. Ahí tienes por tanto el link a Comicon: http://www.comicon.es/; supongo que sería cuestión de intentar localizarle aquí y preguntarle; vienen los tels.y el e-mail ya en la primera pantalla. También hemos mirado en el listín telefónico de Barcelona, pero nos sale un único Jorge Colomer Fonts.Bueno, esto es lo nada que hemos sacado en claro. Disculpa la inoperancia.Saludos.
Y por último, quiero agradecerle a mi compañero burgomaestre su preclaro post (claro, como todos los que hace), sobre la figuerización del individuo moderno, o por lo menos adulto. La verdad es que nos hemos embarcado en este lo que sea para proporcionarle modestamente a la Bruguera que nos gusta un poco más de presencia en internet, por supuesto, pero también para aprender el uno del otro, y por supuesto de quien se anime a visitarnos. En esto, ando particularmente muy contento, porque la verdad es que teniendo tanto que aprender y con gente tan sabia como mi compañero y los amigotess opinantes y visitantes que nos frecuentan, la verdad es que me pongo las botas a diario. De lo de la figuerización del lector me ha gustado sobre todo la honradez intelectual de mi compañero. Bueno, así es como se aborda en seerio cualquier tema, preguntándo primero ¿qué diantres sé yo de esto? ¿cómo que me he dado cuenta ahora?, y eso, y además, por supuesto, añadiendo el siempre brugueresco bla, bla, bla..., que es la parte esencial de todo análisis científico que se precie de serlo.
pd. Mmm, mira por dónde, hoy la patrona me ha dicho que vamos a comer ¡¡¡garbanzos!!!

¡Figuerícese!



Este blog o weblog o lo que sea, sale como va saliendo, como pueden salir las cosas que se hacen a salto de mata. Los burgomaestres vamos lanzando al espacio internáutico burbujas de tinta, avioncitos de papel, con la esperanza de acertar un poco alguna vez o de, simplemente, distraer la vista del que mire. Lo que no existe (y eso ya es una evidencia a estas alturas) es un plan preconcebido, ni una "política editorial", ni unos "principios rectores" a la hora de elegir el tamaño de la burbuja, el rumbo del avioncito o la marca de la tinta. Sin embargo, habremos de reconocer que huimos de tratar aquellos personajes más populares, que más han vendido y que gozan de una popularidad masiva. No es que persigamos ser un servicio de utilidad pública, pero tampoco queremos ser totalmente inútiles. Por eso, entre destacar el valor de lo ignorado y unirse al aplauso general, solemos decantarnos por la primera opción.
Esta plúmbea introducción viene a cuento de lo dicho aquí sobre Alfons Figueras, acerca del cual este burgomaestre va a permitirse algunas reflexiones aún más plúmbeas que la introducción. Tras leer las acertadas palabras de mi compañero y los comentarios que suscitó, especialmente el de nuestro cliente preferente, el amigo Gordito Relleno, con cuyo comentario me identifiqué especialmente, me pregunté qué era lo que de niño hacía que me saltara las páginas de Figueras mientras que ahora, en cambio, hace que me parezcan tan buenas. Evidentemente, las páginas eran las mismas, con lo cual debía suponer que algo tenía que haber cambiado en mí. Y es que ahora aprecio cosas distintas que entonces. Ya no busco lo mismo en un tebeo. Verdaderamente, no sé lo que busco, pero sé que no es lo mismo.
No niego que hubiera niños que disfrutaran de lo lindo con las aventuras de Topolino o con Cinelocuras (y seguro que habrá muchos de ellos, hoy adultos, que aprovecharán la ocasión para desmentirme) pero me inclino a creer que, en general, no era así. Y se me ocurre una razón para ello. El talento innegable de Figueras no se corresponde con las expectativas de un niño. Y ello no se debe a que sus historietas no contengan relatos apasionantes (que los tienen, especialmente las de Topolino), acción trepidante (que la hay a raudales), o un dibujo creativo y original (que lo es en grado sumo). En mi opinión, lo que alejaba al lector menudo de los muñecos de Figueras es cierta frialdad debida a una (acusada, por comparación con otros) falta de expresividad. No importa las vicisitudes que atraviesen las vidas de los personajes de Figueras, su expresión apenas cambia. Y creo saber donde radica el hecho desencadenante: en sus ojos. Al lado de los personajes de Vázquez o Segura, los de Figueras, en términos de expresividad, no tienen ojos. Y, desde luego, carecen de cejas en absoluto (en comparación a). Las figuras, en general, como ha descrito mi compañero, parecen "soldaditos de plomo". Las historietas de Aspirino y Colodión, las más insertas en los parámetros de Bruguera, correspondientes al esquema de "pareja contrastada" podrían haber cosechado un éxito mucho mayor en manos de un Ibáñez o un Raf. Y es que los niños, queríamos poder "interpretar a" e "identificarnos con" los personajes de los tebeos y queríamos verles reír, llorar, asustarse, emocionarse, ponerse colorados, enfadarse, turbarse, perder los estribos, disimular, ser ladinos, ser caprichosos, ser juguetones, ser indiscretos, ser torpes, ser metepatas, ser buenazos o conspiradores de un modo que se viera reflejado inequívocamente en sus caras. Y ese no es el fuerte de Figueras. Entiéndaseme bien, no pretendo criticar a un artista del talento de Figueras, sino tan solo explicar un fenómeno que he podido constatar que se produce. Eso que tantos aficionados al tebeo se preguntan: "¿Cómo es que Figueras no es más famoso?". Ojalá la próxima edición de su selección de historietas de Topolino le coloque en el lugar de privilegio que le corresponde. Creo que somos muchos con ganas de recuperarle y de leer, aplicadamente, las páginas que en su día nos saltamos.
Para hacerme perdonar este rollo indigesto, he colgado aquí 3 historietas mudas de Mr. Hyde que se publicaron en la editorial Garbo, en la contraportada de la versión hispana de la célebre revista de Forrest J. Ackerman, "Famous monsters", los correspondientes a los números 4, 22 y 24 (por orden de aparición). En ellas, Figueras recrea el personaje de Robert Louis Stevenson admirablemente, sabiendo proponer un humor negro lleno de audacia. Destaco la historieta en la que Mr. Hyde, después de rogar con lágrimas en los ojos y de no ver atendida su petición obsequia con una pedrada... ¡a Dios!
Como todavía no creo merecer la disculpa por el desafuero cometido, también coloco a modo de colofón un par de viñetas de "El caballero Topito" , uno de sus personajes menos conocidos y uno de los pocos personajes Bruguera ambientados en la Baja Edad Media (o por ahí), extraídas de la historieta publicada en el extra de verano de 1966.
PD: sirva esta última viñeta como homenaje a todos los damnificados por la famosa Ley Anti-tabaco. Recuerden que si se les hace la puñeta es, sobre todo, por su bien. No se amarguen y respiren hondo.

miércoles, enero 25, 2006

De la edad de piedra hasta nuestros días: Hug!


No lo ha dicho "El chafardero indomable", ni lo ha dicho "La Bola", ni tampoco "La Monda". Lo ha dicho nada menos que el New York Times en su editorial de ayer: "Hay trogloditas en el ejército español". Dejando al margen la veracidad del análisis político de la actualidad española (indiscutible), la comparación no puede dejar de parecernos odiosa en los dominios de estos burgomaestres. Decididamente, en el New York Times no conocen a Hug, porque de lo contrario no se atreverían a ponerlo a la altura de ciertos nostálgicos uniformados.

Tal como podemos ver en algunas de estas imágenes, a Hug no le eran ajenas las máquinas de guerra, pero el uso que da de ellas está muy alejado de los objetivos militares. Ni bombardea población civil, ni invade países (entre otras razones porque en
su tiempo estaban por inventar). Quizá como consecuencia de ello, Hug se aburre como una ostra prehistórica. Lo que le hace quejarse amargamente de que la televisión aún no se haya inventado (por cierto, que no se si el amable lector sabrá que este año se celebran no sólo los 50 años de TVE sino también los 50050 años de la no existencia de TVE).

Aquello que afirmaba mi compañero burgomaestre en su entrada a propósito de Facundo, otro gran personaje de Gosset, es en buena parte aplicable a nuestro amigo troglodita. Éste deambula por un mundo desértico y lo mismo que el del salacot, lo hace en principio en solitario, para ser acompañado más adelante por un compinche, el científico Pitákoras. Cuando no se aburre, a Hug le acucia el hambre, que es el otro motor que le impulsa a buscarse problemas con Pepesaurios o pterodáctilos. Nada de buscar armas de destrucción masiva, ni de instaurar un "nuevo orden". Hug, en todo caso, tiene más de hippy que de militar y no hay más que echarle una mirada para convencerse de ello. Además, y por si faltara algún argumento para defender la diferencia entre Hug y la milicia, hay que decir que, aunque las represente con una vela, Hug de vez en cuando, tiene ideas.

Yo sostengo que la mayor parte del éxito de una historieta radica en el atractivo del diseño del personaje, tanto en su apariencia como en su carácter y sus peculiaridades. La trama o la anécdota explicadas son , en comparación, mucho menos trascendentes a la hora de conseguir una serie afortunada. De hecho, en muchas ocasiones, las cosas que les pasan a los personajes Bruguera y cómo se resuelven son perfectamente intercambiables entre ellos. Es el gancho, el atractivo del personaje y su sólida construcción lo que garantizan que el invento funcione y perdure en la memoria de la gente. Justo lo que pasa con Hug,
de quien es difícil recordar una historieta concreta, pero a quien todos queremos. La excepcional funcionalidad del estilo de Gosset también tiene buena parte de culpa en ello. Hug!

Las ilustraciones que figuran aquí (entre otras razones para compensar al visitante de la lectura de este pobre escrito) están
extraídas todas ellas de la revista Tío Vivo (porque hay que decirlo: Hug vivía en una caverna, pero habitaba un tío vivo), concretamente son: la cabecera de la historieta del extra de verano de Tío Vivo de 1969 y su primera viñeta; extra de primavera de 1972; extra de verano de 1966 y, por último, la dos primeras viñetas de la que sospecho fue la presentación al mundo de nuestro troglodita favorito, publicada en el número almanaque para 1966 .