El embrujo de los almanaques
La magnética atracción que los quioscos siempre han ejercido sobre este burgomaestre, en las fechas finales de cada año, allá por el periodo de su lejana infancia, cuando esos puntos de venta de tebeos eran el faro que lo guiaba a uno a través de la espesa niebla circundante, se revelaba más irresistible que nunca. Las atractivas portadas de estos especiales deslumbraban la mirada del niño, ansioso de viñetas, que adivinaba en su interior un sinfín de páginas, un verdadero atracón de historietas. De forma análoga a como las comidas caseras, con motivo de la navidad, superaban los niveles de suculencia cotidianos, ese pan nuestro de cada día que eran los tebeos regulares pasaba a convertirse en comilonas de tres platos y postres bajo la forma de almanaques. Los dibujantes, como las amas de casa, hacían un esfuerzo especial para surtir las incrementadas apetencias de su público con la excusa de las festividades del último tramo del año. Y regalaban al público lector joyas como esa página tres del Almanaque de DDT para 1968, obra de Vázquez,que hemos colgado ahí, a la entrada de esta entrada.
De todo ese caudal, de ese torrente de ilusiones que los almanaques atesoraban en sus páginas, este burgomaestre trae aquí una muestra. Con la perspectiva de los años, algunos destellos se revelan hoy producto del cálculo mercantil cuando no del oropel, y también, algunas carcajadas de entonces hoy comprendemos que escondían alguna lágrima angustiada. Pero es que no se puede mirar dos veces el mismo tebeo, ¿verdad?
En cualquier caso, más allá de análisis concienzudos que uno no está dispuesto a elaborar y de consideraciones profundas que no es capaz de exponer, este burgomaestre les invita a recrearse la vista con una selección de imágenes geniales, festivas, coloristas y (casi siempre) navideñas del legado de los tebeos de la editorial Bruguera.
Evolución
El hecho navideño, Bruguera en su conjunto lo interpreta desde el punto de vista laico. La obligación de celebrar los festejos de Navidad y Año Nuevo, representa en los tiempos duros de la larga y cruda posguerra una complicación añadida al ya árduo devenir cotidiano. Con la mejora económica de la sociedad española, coincidente con la expansión de la editorial, la Navidad continúa constituyendo un problema aunque de otra índole, menos acuciante. Ya no se trata de poder celebrar la Navidad y el Fin de Año, sino de hacerlo de la forma más opípara posible y con el mayor boato. Por poner un ejemplo gráfico para explicar lo que intento decir, la portada del Almanaque de Pulgarcito para 1960 (obra de Cifré, como todas las suyas, paradigma del dinamismo hecho imagen) muestra a los personajes siendo tragados y arrastrados por un alud, provocado por Doña Urraca en un medio nevado, de forma traumática, mientras Carpanta trata de asarse una pajarita de papel. Las condiciones climáticas del invierno, uno de los temas recurrentes (especialmente afecto a Segura), cambia de categoría cuando empezamos a ver personajes disfrutando de vacaciones invernales en estaciones de esquí, o celebrando la fiesta del "reveillón" en un sofisticado refugio de montaña (portadas de los almanaques de Pulgarcito para 1970 y Tio Vivo para 1971, ambas de Segura) . En diez años, hemos pasado de sufrir las consecuencias de una especie de catástrofe natural, a convertirla en nuestro recreo. Por otra parte, la portada (que veremos después) de Jorge para el almanaque de la misma revista para 1958, en la que los personajes patinan improvisadamente en un estanque helado, pone de manifiesto que la naturaleza no tiene porqué ser una amenaza, aunque, desde luego, tampoco un dispendio.
En ese tiempo transcurrido, afortunadamente, perdió sentido la máxima y perentoria preocupación de los personajes de Bruguera, fiel reflejo de la sociedad en que fueron inventados. La viñeta extraída del almanaque de DDT para 1953 de Amapolo Nevera (en cuya cabecera le vemos atacando su propio apellido) resume la filosofía vital de los años posteriores a la cruel contienda: comer. Es una viñeta tan demoledora y contundente, como hilarante. Otro ejemplo en este sentido, sin dejar a Cifré, se encuentra en la afirmación de Cucufato Pí, vertida en las páginas del almanaque de Pulgarcito para 1950, en el sentido de disponerse a correr raudo a comerse unos boniatos; una expresión que, vista un par de décadas más tarde tomaba el aire de una excentricidad. Ese cambio en la situación socioeconómica, que tanto marcaba la creación brugueriana, no tuvo más remedio que exponerse, con doble intensidad, en los extras de Navidad. Los tebeos Bruguera muestran el recorrido desde la cruel escasez hasta la sociedad de consumo. Si a finales de los años cuarenta era una quimera hincarle el diente a un muslo de pollo churruscadito, en los años setenta se soñaba con la opulencia.
En la última etapa de la editorial tomada en cuenta por este burgomaestre, el "hecho navideño" prácticamente desaparece. Raf se encarga de la mayoría de las portadas y opta por exponer sumas de pequeños chistes individuales presentados en un escenario común de amplitud suficiente para albergarlos. Así, escoge el exterior de la clínica "El buen zurcido" para el almanaque de Din Dan para 1971, o el rodaje del western "El sheriff de Villaberzas City" en un pueblecito español, para el de Pulgarcito para 1972. En los almanaques de DDT para los años 71, 72 y 73, Raf se inspira en, respectivamente, una demolición de un edificio, el colapso que provoca Don Pelmazo en la vía pública por su abuso de una cabina telefónica y en el embarque para un crucero por el trópico. La elección de los ámbitos en los que desarrollar los incidentes cómicos se aleja, como vemos, completamente, de cualquier tentación de exponer ningún rasgo navideño. Más adecuadas resultan las portadas para los almanaques de Din Dan para 1972 y 1973, sobre el tema de las doce campanadas el primero y unas navidades blancas en un caserón desvalijado por los cacos, el segundo.
Un largo y tortuoso camino discurre entre la portada del almanaque más antiguo del que dispone este burgomaestre (el de Pulgarcito para 1950, con portada de Cifré, que fue comentado en tres entradas consecutivas en este weblog: "La cara en la portada", "Un almanaque, una obra" y "Navidades negras") y el más moderno (el de DDT para 1975, de Raf). En algún recodo, la magia se ha perdido. Media un abismo entre la sugerencia de las portadas más espectaculares de Peñarroya y la funcionalidad de la escenificación de un chiste con raíces en la actualidad más cotidiana que se encuentra en la ilustración rafeña (el encarecimiento de los precios al consumo, una sátira popular). Y no es que la obra de Raf no sea interesante (su condición de fiel reflejo, de testimonio excelente de los usos y modas en el vestir y en los peinados y aderezos capilares varios de la época resulta impagable), lo que pasa es que la comparación con las subyugantes propuestas peñarroyescas de veinte años atrás, arroja para ella un saldo algo pobre.
Este desinterés creciente por la temática navideña se trasladaba también al interior de los tebeos, circunstancia que convergía con la necesidad de acumular material perentoriamente, dado el incremento del número de cabeceras que la editorial estaba lanzando. La comercialidad, implacablemente, empujaba hacia un búsqueda de la risa por la risa, prescincindiendo de las sentimentales consideraciones que la sensibilidad navideña requeriría. Así, era normal abrir un almanaque con una historieta como la de doña Tecla Bisturí en el de Din Dan para 1973, titula "La momia", muy divertida, pero sin la menor alusión a la festividad de la Navidad o al Fin de Año. Del mismo tebeo, destacamos la contribución de Jaume Rovira, verdaderamente notable y más respetuoso con los cánones del almanaque, al entregar dos magníficas historietas. la del "Dependiente Vicente" (por cierto: título heredado de su "padre" artístico, Escobar), titulada "Decorador navideño" y la del Hotel Mediaestrella, "Noche de Reyes", en la que se detecta de forma especialmente notoria la conjunción de las influencias de sus dos maestros. Efectivamente, en ella encontramos el sensacional ritmo narrativo, de agilidad asombrosa, de un Vázquez (los diálogos de Rovira son aún más veloces que los del maestro), y trazas del grafismo de Escobar, especialmente en la representación gráfica de los tres reyes Magos. En la viñeta adjunta, tomada como muestra, encontramos a algunos personajes fijos de la serie caracterizados como Reyes Magos. A altura similar raya otra maravilla roviresca, la historieta de Pepe para el almanaque del DDT para 1973, "En busca del yeti", una muestra más entre muchas, de que Jaume Rovira era el más cualificado historietista representante de la tercera generación de los dibujantes de Bruguera.
En algún punto intermedio entre los tópicos relacionados con las festividades de estas fechas y el desapego de ellos, se encuentran una serie de portadas de almanaque en las que se recrean ambientes y temas del género de la ciencia ficción. La ciencia ficción es una temática característica de las décadas de los cincuenta y los sesenta, en su variante más positiva, impulsado como estaba el género por el interés de la población mundial por la carrera espacial. Su relación con los tebeos Bruguera sería tema suficiente para llenar un libro de apasionante lectura. En lo que toca a esta entrada en particular, encontramos que Peñarroya acude a ella para diversas portadas. Además de la del almanaque del DDT para 1956, que vimos en su día, y la ya mencionada antes, del Tio Vivo para 1962, anotamos la del de Pulgarcito para 1969 (también vista ya, en este weblog), en la que la aeronave que ha transportado a los personajes de la revista se ha posado en un planeta no muy lejano, del espacio exterior.
Materialización de un Universo Particular
Las portadas de los almanaques permiten a los personajes de distintos dibujantes convivir en un mismo ámbito. Esta simple contextualización gráfica permite crear la ilusión de una realidad paralela que es aquella en la que habitan los seres imaginarios debidos a la creatividad de distintos autores. Para el aficionado a los tebeos, representa un goce extraordinario poder constatar en estas imágenes la existencia de un mundo propio en el que el Doctor Cataplasma puede curarle las sofocaciones a Doña Benita o a Doña Abelarda, o donde el reporter Tribulete puede captar la instantánea de la última travesura de los hermanos Zipi y Zape. Esta interacción se prolonga alegremente de la portada a la también espectacular página de apertura(como la de ahí arriba, del almanaque de DDT para1964) la y, posteriormente, de ésta a las historietas que forman el cuerpo de la revista (como la de ahí al lado, del almanaque de Pulgarcito, para 1970) .
Además del vistoso prodigio de ver a los distintos personajes compartiendo el mismo escenario, la coincidencia temática que fuerza un almanaque también hermana a los miembros de la plantilla Bruguera. Y no sólo entre ellos, también con el lector. Con motivo de las festividades del último mes del año, tanto las criaturas de papel, como el lector de carne y hueso que sigue sus peripecias, se enfrentan con idéntica problemática, motivaciones y tradiciones. Por estas fechas, todos viven el ansia de encontrar compañía con la que celebrar los festejos, la ilusión de ganar fortuna por medio de la lotería o, más modestamente, del aguinaldo, la magia de la noche de Reyes, las consecuencias del Día de Inocentes o de la fiesta del “Reveillón”. Este pie forzado, compartido por los seres de ficción y sus seguidores reales acerca sus posiciones respectivas, ya de por sí bastante próximas en el caso de Bruguera, fomentando un espíritu de identificación y camaradería impensable en otros parámetros de creación historietística.
La relación directa que se establece con motivo de la celebración de la Navidad, elemento común, como hemos dicho, entre lector y personajes, se sustancia en las felicitaciones que los segundos dedican al primero, habitualmente, en la conclusión de sus historietas y que, excepcionalmente, en la contraportada del único almanaque que llegó a producir la ambiciosa "Gran Pulgarcito", el de 1970, tomaban la forma de christmas dedicados. De esas felicitaciones hemos visto algunas más arriba, y aquí al lado, la de Doña Lío Portapartes, que presenta la peculiaridad de llevar una formato de firma nada habitual para Raf en Bruguera: "Ro", versión recortada de su segundo apellido Roldán (que era el que empleaba para sus trabajos en TBO).
Anteriormente, esta atención con el lector, la habían tenido algunos dibujantes (Peñarroya, Conti, Ibáñez y Segura) en el almanaque de DDT para 1964.
Considerando la cuestión desde el punto de vista práctico, para el aficionado a los tebeos, las portadas de los almanaques o las páginas de apertura y cierre de los mismo, que contienen la visualización de las nóminas de los personajes integrantes de la revista, significan un valioso y cómodo sistema de reconocimiento gráfico de la evolución de la publicación determinada, en el decurso de los años y por ende, del correspondiente peso específico que cada dibujante tenía en un momento determinado, en relación al resto, por ejemplo.
El especialista
Peñarroya era el portadista más reputado de la plantilla de dibujantes de tebeos de Bruguera. Su obra en este terreno sobrepasa en número varias veces a la de la mayoría de sus compañeros y, en cuanto a la calidad mostrada por el creador de Pitagorín a la hora de ejecutar esta suerte, tan sólo en puntuales ocasiones le podemos encontrar parangón. Sin duda era el más artista (por ambición y
por logros) y, por supuesto, el que proporcionaba las láminas más decorativas y bonitas, el más dibujante en la faceta de ilustrador. Este hecho explica sobradamente que la suya sea la firma más habitual en el frontispicio de los almanaques de la editorial y, cuando no era así, casi con toda seguridad, era él quien ilustraba la página de apertura. En este weblog, a lo largo de su casi un año de vida, sus portadas han sido expuestas asiduamente, con toda probabilidad, por la misma razón.
El personalísimo tratamiento que Peñarroya da a los diversos personajes de sus colegas confirma el espíritu creativo que anida en el artista, que le hace enriquecer con su particular visión las figuras hijas de otras paternidades, haciéndolas propias. Los conceptos manejados por Peñarroya para presentarnos la galería de personajes asignada a cada cabecera recorren distintas modalidades. En los primeros años del DDT, por ejemplo, parece que se identifica a los personajes con la plantilla que confecciona la revista, de tal suerte que en el Almanaque para 1954, la llegada del Año Nuevo les sorprende trabajando y en la portada del Almanaque para 1960, los encontramos aguardando el cobro del aguinaldo. En las portadas del Almanaque de DDT correspondiente al año 1953 y del de Tio Vivo para 1958, los personajes comparten un medio de locomoción, compañeros de viaje. Los del DDT, que viajan en automóvil, descubren a una despampanante autostopista como novedoso prototipo (“prototipazo”, diríamos) del Año que entra. Por su parte, los viajeros de ese tren desbocado que vuela fuera de la vía en un largo viaje hacia la noche (como corresponde a los integrantes de una revista aventurera y casi libertaria como lo fue en sus inicios el Tio Vivo) se mueven en medio de la nada, sin camino ni destino visibles. Ese mismo año, la ausencia de Peñarroya la cubre Jorge en la portada de Pulgarcito, una revista disminuida por las bajas no sólo del portadista habitual, sino también de Conti y Cifré. Sus personajes han sido suprimidos. El también fundador de Tio Vivo, Escobar, en cambio, continúa su colaboración con Bruguera y dibuja sus páginas de Carpanta y Zipi y Zape.
De singular belleza es la portada del Almanaque para 1965 del Tio Vivo, en la que un malabarista-prestidigitador, encandila con su arte a los personajes que, arrobados, le contemplan. Las esferas multicolores con las que ejecuta su número atraen la mirada del lector y le sorprenden con su asombrosamente lograda sensación de volumen. En el interior de este Almanaque destaca la contribución de un Ibáñez en su mejor momento, con una página doble titulada “Cómo se celebraba el Año Nuevo hace 3 siglos... y cómo se celebrará dentro de otros 3” (colaboración que fue reproducida, en versión reducida, de una sola página, en el almanaque de Din Dan para 1970), y otras dobles páginas de Don Pedrito, de Rompetechos (que terminaba cenando un avestruz en compañía de otros 6 cegatos), de Mortadelo y Filemón (que terminaban en un calabozo, repartiéndose una hogaza de pan) y, por añadidura, la trepidante página de apertura, en la que nos encontramos con una imagen altamente subversiva (esa de ahí al lado), en la que Don Óptimo y Don Benito lanzan octavillas desde una camioneta conducida por el poco idóneo Rompetechos, ante la atónita mirada de la autoridad (un gendarme con la cara y el cuello duro de Mortadelo). Vázquez, por su parte, no se queda atrás y realiza la historieta en aleluyas “Historia de una ilusión contada por Don Zenón” y las historietas de doble página de “Arturito, el marcianito” y de Angelito, de la que extraemos una viñeta por la emocionante carga de justicia social que contiene (se trata de una historieta ejemplar que muestra hasta qué punto en el pecho del “cínico” Vázquez latía un corazón tierno). En la contribución de Segura, cómo no, el holgazán de Pepón terminaba encerrado en un calabozo por el delito de ...¡haber ido disfrazado de oso!! Escobar aportaba dos historietas a doble página, una de Zipi y Zape y otra de Don Óptimo (todavía sin Don Pésimo) que apareció en este weblog, en la entrada “Viviendo con su tía”. Peñarroya, además de dibujar espléndidamente la mágica portada, hacía que en su doble página de Don Pío la buena de Doña Benita recibiera un abrigo de visón regalo personal de Peñarroya, que despedía la historieta felicitando en primera persona y mediante una autocaricatura, al lector. Publicaba también una historieta especial sobre aguinaldos de una página que sería vista reproducida, muchos años más tarde, en otros almanaques. En la historieta de “Pepe, el hincha”, el Pedrusco perdía por 22 a cero con el Merluzo . Completaban el ejemplar las historietas de Agamenón, de Nené Estivill, de dos páginas, la también doble entrega de Sanchís de su serie “Bautista, Enriquito y Don Benito” (que comentamos en la entrada “¡Cómo está el servicio!” ). Enrich tenía, por aquel entonces, una presencia bastante notable en la editorial (que se incrementaría en los años siguientes, hasta desaparecer bruscamente con la llegada de la década de los setenta) y en este almanaque, además de una entrega doble de su personaje más popular, “El caco Bonifacio”, publicó una historieta especial dividida en cuatro planchas (una por estación) titulada “Un año de un “tío vivo” protagonizada por un personajillo con aspecto de cantante de boleros. De las páginas de chistes que llenaban las páginas restantes, destaca la doble de Gosset titulada “Bajo cero” y, por último, destacamos la página de Sanchís en la que se reflejaba el ambiente de la redacción de la revista. Una práctica a la que era muy proclive Sanchís y que venía ejerciendo en los números
especiales de la revista hermana DDT . En este caso, la ilustración presentaba un equipo creativo y redactor anónimo, mientras que en el semanario de humor con nombre de insecticida, Sanchís se recreaba en dibujar las caricaturas de los integrantes de la plantilla y del equipo redactor y hasta administrativo de la revista. Tanto en una como en otra revista, lo que se mantenía igual era un cartel que decía “Se prohíbe terminantemente echar de comer a los dibujantes”.
Sanchís, testigo directo
De lo que se cocía en el interior de la Casa Bruguera, Blas Sanchis tuvo la feliz idea de ofrecernos testimonio en forma de estampas que se publicaron en distintos almanaques del DDT. Tanto dibujantes, como guionistas, escritores, secretarias, como directivos administrativos, se vieron retratados por el “casi”recién llegado
(Ingresó en Bruguera en 1957). Estas páginas son lo más parecido a un retrato de grupo de los bastidores de la editorial, lo que les confiere un valor documental extraordinario. Este burgomaestre dispone de tres incluídas en almanaques y otra más, en el Extra de Verano del DDT de 1959 y desconoce (aunque sospecha que sí, por supuesto) habrá más. La más antigua que aporta aquí es una ilustración de un cuarto de página, aproximadamente, que apareció en el Almanaque para 1959. Cuenta con un pie de texto que describe someramente la nómina de personajes retratados. El mandamás del látigo, probablemente, es Rafael González.En la del Almanaque para 1960, bajo el título de “Inocentes (pocos) en la redacción” vemos que, por ejemplo, Vázquez paga deudas al propio Sanchís con los billetes que le dibuja Cubero, que Escobar huye espantado ante la inminencia de una hecatombe, que Peñarroya y Cifré, dos niños grandes incorregibles, ríen celebrando su travesura, que Jorge pide ayuda a Oli, agobiado bajo el peso de un gran pedrusco, que Ibáñez utiliza a Ángel Síseñor de cenicero, que Segura conduce un automóvil con forma de huevo y a Francisco González Ledesma lo encontramos con su birrete, consultando libros de leyes, entre otros colaboradores de la editorial menos populares, como el escritor Matias Guiu y sus colegas Cuevas y Lillo. Armonía Rodríguez repite presencia en la página análoga del Almanaque del DDT para 1963, la titulada “Somos así” , en la que aparece respaldando a su marido, Víctor Mora, ante las exigencias de sus personajes, los miembros del clan del Capitán Trueno. Observando ambas intervenciones, deducimos que su importancia en la editorial parece algo más relevante que la de “zurcir trajes”. En los años transcurridos, el estilo de Sanchís se ha estilizado un tanto y, comprobamos, por otra parte y lamentablemente, que ni Jorge ni Cifré se encuentran ya presentes. Por lo demás, González Ledesma sigue con su birrete, a Ibáñez le molesta cobrar en calderilla, las secretarias de la redacción (Julia Galán y Gemma Bitrián, quizá entre ellas) continúan con sus charlas, y el redactor jefe, o director de la revista (presumiblemente, Rafael González)continúa con su humor de perros...
En las ilustraciones de Sanchís se encuentra perfectamente reflejado el trajín y el ambiente de camaradería (algo semejante, quizá, a un manicomio) que reinaba en Bruguera. Esta costumbre de mostrar las interioridades de la empresa no se perdió del todo, Ibáñez ofrece su propia versión en la página de apertura del Almanaque del DDT para 1969, que contaba con una estupenda portada de Segura, que veremos más tarde. El creador de Rompetechos consigue una página divertida pero, con la salvedad de Jaume Perich, el único personaje real que aparece es el propio Ibáñez, quien está siendo entrevistado por alguien que debía ser también Jaume Perich (ya que era el encargado de la sección aludida), pero que no es nadie en concreto. Viendo la página, podría dar la impresión de que Francisco Ibáñez era el único dibujante de la editorial, pero sabemos de buena tinta que no era así.
Dos portadas similares
No tan incontables como las estrellas del firmamento, ni como los granos de arena del desierto, las portadas de Peñarroya suman un número más que respetable. No tiene nada de sorprendente que, en alguna ocasión, incurriera en una reiteración visual, tal como sucede con las de los Almanaques de Pulgarcito para los años 1966 y 1973. En ambas, Gordito Relleno ha salido impulsado por una fuerza incontenible de un recipiente y su figura, en caída libre, domina el encuadre y ocupa la parte inferior derecha de la plancha. Las semejanzas son lo bastante evidentes (empezando por el fondo, en el que domina el color amarillo) como para que resulte innecesario explicitarlas. Entre una y otra portada, en la página de apertura del Almanaque de Pulgarcito para 1970, Peñarroya anticipó el recurso del descorche de la botella de champán de la que , en un estallido de colores, salen despedidos como balas de un cañón, los personajes de la revista, con Mortadelo, estelar, haciendo las veces del tapón.
Los Reyes Magos
Escobar en el almanaque de Tio Vivo para 1961, Peñarroya en el de la misma cabecera para el año siguiente y en el del DDT para 1964 (una portada impregnada del auténtico espíritu de almanaque, con su explicación de las cuatro estaciones a los niños), y Vázquez en el del Pulgarcito para 1959, recurren, para sus portadas, a la figura de los Reyes Magos. Es este un tema navideño muy socorrido del que, sin embargo, no abusan los dibujantes de la casa. Con los años, las portadas irán abandonando casi por completo incluso esta referencia a la tradición de la festividad religiosa, prácticamente, la única que se puede encontrar en los tebeos Bruguera. A este respecto, supone una excepción (muy bien resuelta, por cierto) la portada del Almanaque del Tio Vivo para 1972, obra de Raf, quien emplea la mítica figura de los Magos indirectamente, al poblar los ilusionados sueños infantiles de una presumible noche de Reyes con los personajes de la revista.
De las cuatro portadas, la citada en primer lugar, la de los reyes magos siderales de Peñarroya, compareció ya en este weblog en sus inicios, allá por el mes de enero del presente año.
La de Vázquez, para 1959, verdaderamente magnífica, nos da una idea de que su talento como ilustrador era mayor que el que él mismo estaba predispuesto a demostrar. Poco dado a esmerarse en un trabajo que él dominaba con facilidad, esta portada prueba que, cuando lo hacía, era capaz de deslumbrar con dosis parejas de efectismo y de originalidad conceptual. En efecto, si la ilustración gusta por su acabado gráfico, no lo hace menos por la idea en que se sustenta: los personajes de la revista convertidos en muñecos, regalo para los niños.
Escobar no se prodigó mucho como portadista de almanaques, y de los números regulares, empezó a ocuparse con alguna asiduidad sólo tras los fallecimientos de Jorge y Cifré, repartiéndose, en aquellos primeros años sesenta, estas tareas, con Vázquez y Segura, fundamentalmente. Su lámina para el Almanaque de Tio Vivo para 1961 contiene su característico uso de una gama de colores vivos, fuertemente contrastados y de gran variedad. Destaca en ella, por su bizarra expresión, la cara del camello del rey Melchor, dominada por una estupefacción digna del consumo de estupefacientes.
Celebraciones hogareñas
En los tebeos extras de Navidad encontramos un abigarrado muestrario de temáticas propias, del cual deberíamos ocuparnos. Pero tal intención supera la capacidad de este burgomaestre. Al antedicho tema de los Reyes Magos, añadiremos el comentario de un tema más, seleccionado de un hipotético listado formado por los temas recurrentes en sus páginas, que van repitiéndose año tras año, como los que bien podrían llevar los títulos siguientes, entre otros: “El aguinaldo y como evitar darlo”, “El árbol de Navidad y las dificultades para conseguirlo de balde” , “Cómo conseguir compañía en la mesa de la cena de Nochebuena”, “La paga extra. Extraérsela al jefe”, “Las inocentadas o cómo perder la inocencia”, “Matar al pavo.
Metodología y casuística”, “Deportes de invierno. Fracturas”, “Grandes almacenes. Homenaje al consumismo”, etc, etc. El tema elegido, tras la rigurosa aplicación de un criterio absolutamente caprichoso es el de las celebraciones hechas en la intimidad del hogar familiar.
La tradición manda que la familia se reúna para celebrar las fiestas de esta época dela año y, dentro de los estrechos márgenes permitidos, los dibujantes de Bruguera, en mayor o menor medida, exponen su capacidad satírica al reflejar la convivencia familiar con motivo de las cuchipandas organizadas en el seno del domicilio de un miembro de un grupo familiar, que ha accedido al dudoso privilegio de erigirse en anfitrión.
Peñarroya, en muchas ocasiones, se encargaba realizar la doble página central del almanaque,
preferentemente buscando inspiración en temas diversos, como por ejemplo, la historia (el de DDT, para 1968),o en la variedad geográfica (el de Tio Vivo para 1966) o bien, colocando a los personajes de la casa en situaciones determinadas, como practicando deportes de la nieve (el de Pulgarcito, para 1968). En el almanaque de Pulgarcito para 1966, Peñarroya abrió la tapa
de un edificio de pisos para que pudiéramos contemplar, en su interior, cómo las diferentes familias que lo habitaban, vivían las celebraciones de la Navidad. Se trata de una doble página deliciosa, del Peñarroya más tierno y hasta infantil, verdadero compendio de los tópicos al uso. Roberto Segura, unos años antes, en el almanaque de Tio Vivo para 1961, publicaba en su contraportada una página muy semejante, que desvelaba los comportamientos en la mesa de las cinco familias que residían en un edificio de cinco plantas. En un noventa por ciento, ambas obras giran en torno al interés por la comida y la bebida; los tapones de las botellas de champán son juguetones proyectiles y los niños, son revoltosos. Entre una y otra publicación, Ibáñez entregó una página titulada “La hora fatal”, muy reproducida con posterioridad, en la que, a diferencia de los anteriores ejemplos, en lugar de mostrar simultáneamente a diversas familias reunidas para celebrar la nochebuena, se ocupa de mostrar a una sola familia, en sucesivos momentos, la noche de fin de año, con el añadido del suspense propio de la tradición “a término” (ya anticipada en el título de la página). La página de Ibáñez supera claramente, en construcción de tipos cómicos , a las otras dos. También el concepto de la página resulta más original e impactante.Y el efecto cómico resultado de la acumulación-repetición de la situación expuesta funciona mucho mejor en el plano de la comicidad. Afirmaciones las cuales están hechas con la intención de poder estar dando algunas claves del éxito popular de Ibáñez tan por encima del de sus colegas. Uno puede disfrutar, preferentemente, del candor de Peñarroya o de la inmediatez del estilo de Segura, pero, objetivamente, el trabajo y el ingenio de Ibáñez seducen a un público mucho más numeroso. Seducción sinónimo de éxito como el obtenido por su serie "13 Rue del Percebe", que era ineludible citar a propósito de este tema y de la se han dicho aquí algunas cosas. Como por ejemplo, que su origen estaba en una página de el almanaque de Pulgarcito para 1959, en una página de vázquez... llamada "Un día en villa Pulgarcito".
El cambio de año...
La visión desprovista de cualquier atisbo de religiosidad propicia que los tebeos Bruguera se inclinen por destacar el aspecto del relevo existente entre el Año Viejo y el Nuevo, habitualmente representados, respectivamente, por un anciano y un bebé. Rompiendo moldes, como tuvo por costumbre, Vázquez coloca al Año Nuevo en la delicada tesitura de tener que responder por la desaparición de un agente secreto, colega de Anacleto, que, casualmente, compartía la numeración con el año
finiquitad. Peñarroya, siempre mucho más tradicional, deposita en el clásico canastillo al Año Nuevo, abandonado ante la puerta de un venerable Año Viejo, que muy confortablemente, no se imagina "la visita que no tocó el timbre".
Cultivar las amistades...
En Navidad, los compañeros de trabajo suelen reunirse para fomentar relaciones que superen lo meramente laboral adquiriendo la calidez humana propia del afecto. Este hecho es comprobable en muchas historietas de los Almanaques. Por ejemplo, tenemos a Gordito Relleno, quien buscó infructuosamente este acercamiento a sus colegas Carioco, HermanasGilda, Don Pío en el Almanaque de Pulgarcito para 1968. Un par de años después, volvía a probar suerte consiguiendo, esta vez, agarrar una buena cogorza en compañía de Doña Urraca, dando ambos, dicho sea de paso, un pésimo ejemplo a los niños, con su desprecio por los peligros del consumo de alcohol (en su modalidad de uso interno).
Un nuevo ejemplo, de espectacular formato, lo encontramos en un esplendoroso chiste de una página, en el telón inicial del Almanaque de Pulgarcito para 1972, Vázquez hace víctimas a las Gilda de una de sus barrabasadas: ha endilgado a la ingenua Hermenegilda un lustroso pavo inflable. Estas páginas de apertura se prestan a la camaradería entre personajes, que mueve a emprender proyectos comunes, como el de colgarle al redactor jefe un gran monigote de papel, con motivo del Día de los Inocentes, tal como podemos ver en el almanaque de Tio
Vivo para 1970, en un magnífico dibujo de Raf. También de esta etapa (la mejor, dentro siempre de la excelencia que presidió la obra de Joan Rafart desde su regreso a Bruguera), son las páginas que daba inicio y cierre al almanaque de Pulgarcito, para el año siguiente y en las que, por cierto, se hacía referencia a la sobrecarga de trabajo que padecían los dibujantes de la empresa (identificando a los personajes con sus creadores). Tanto en una como en otra , Raf hacía un verdadero alarde de virtuosismo y hacía soñar con lo que sería capaz de hacer con todos aquellos personajes o con cualquier otro al que se propusiera insuflarle vida.
La segunda generación
Gin (Jorge Ginés Soteras, 1930-1996) tal vez no aportó a la historia de la editorial personajes de demasiado ilustre memoria (Filomena Mochales, procedente del Tio Vivo de Crisol, como Cuchipando Manduca, o Petronio López , en el DDT desde 1957, por ejemplo), pero lo que no se puede negar es que dejó dibujadas algunas portadas memorables, como la del número Extra que conmemoraba el quincuagésimo aniversario de Pulgarcito, publicado en 1971, o como esta para el Almanaque de Tio Vivo para el año 1966, en la que, además de al típico bebé que representa al Año Nuevo (con la tópica y anticuada chichonera incluida), monta en un tíovivo a todos los personajes que pululaban por la revista en aquel entonces.
Las portadas de Roberto Segura, un artista que se encargó de tal menester
frecuentemente, revelan su alto nivel artístico-pictórico, aunque, en la modesta opinión de este burgomaestre, resultan en alguna medida carentes del encanto de las de los dibujantes que le precedieron. Algo parecido podría decirse de las de Raf, dibujante muy admirado por estos lares, pero cuyas portadas, como hemos dicho más arriba, no superan el estadío de suma de chistes incidentales en un escenario panorámico.
La concepción de Segura de la labor de portadista (tarea en que se ocupó asiduamente a partir de la segunda mitad de los años sesenta), en contraposición con el concepto de Peñarroya, basado en un estilo mucho más decorativo y edulcorado, consiste en mostrar una situación límite, propia del final de una de sus historietas. Tanto es así que incluye habitualmente a sus personajes como protagonistas del incidente. Como excepción, la portada del almanaque de Pulgarcito para 1969 (disfrutable desde el principio de esta entrada), que muestra a un grupo de niños que rodea a un muñeco de nieve ambulante (un gólem amable y níveo), puede considerarse una estampa navideña amable, más cercana al concepto de Peñarroya o, incluso , a la línea ingenua del TBO. Lo que sí se mantiene sin excepción en sus portadas de almanaque es la presencia de la nieve como elemento indispensable para la visualización de la Navidad. En ella se juega, se hacen travesuras (almanaques de Tio Vivo 64, Tio Vivo 67, Tio Vivo 71, DDT 68), se implantan negocios de hostelería (Tio Vivo 71, Pulgarcito 70) o se queda uno atrapado, como en la portadas del almanaque del DDT para 1963 o la del de Din Dan para 1970 .
Genialidades
Este es el terreno en el que Vázquez destaca con luz propia. Lo suyo, más ninguna otra característica, se distingue por cultiva la genialidad. Así, por ejemplo, en el Almanaque de Pulgarcito para 1972 publicó una historieta que simulaba haber sido dibujada por un niño
pequeño. Llena de faltas de ortografía y resuelta con los trazos titubeantes y esquemáticos propios de un chaval, la historieta de dos páginas “Historia de Navidad que es auténtica y veraz” ha quedado como una muestra del genio singularísimo de Manuel Vázquez, llena de vitriólica intención y gracia.
La genialidad de Alfons Figueras residía en las afueras de Bruguera, como bien acertó a revelar indirectamente en su entrada mi compañero burgomaestre, hace casi un año, en este weblog. El estilo de Figueras, al margen de las corrientes impuestas por la comercialidad, producía historietas singulares. La conexión de su Cine Locuras con la Navidad la encontramos, por ejemplo, en el almanaque de Din Dan para 1972. En la historieta "Ofensivas invernales" , la soldadesca propia de una comisaría de Mack Sennett,
entabla una batalla con bolas de nieve, poniendo, una vez más, a la detestable guerra en el lugar que le correspondería si tuviéramos todos la suficiente dosis de cordura: el absurdo.
Muestras de la genialidad de Peñarroya las hemos encontrado con profusión en esta y en anteriores entradas, en su calidad de ilustrador y de humorista. Un rasgo peculiar que le confiere su naturaleza de genio radica en su fidelidad a su propio estilo hasta el final. Su pasión por la vida y su curiosidad por los usos sociales a traves de los tiempos se aunaban con su gusto por plasmar el modo en que esos usos se vestían y revestían. Un ejemplo brillantísimo lo presentó admirablemente mi compañero burgomaestre en este weblog, cuando se ocupó de la página "El frío japonés, qué frío es", que se publicó por vez primera en el Almanaque del DDT para 1964. La belleza femenina, colocada en el centro de sus intereses se ponía de manifiesto a la menor oportunidad. Esta lámina contigua, publicada en el Almanaque para 1973 de Pulgarcito, en su página 2 integra estas constantes descritas. Realizada en sus últimos tiempos, prueba que Peñarroya se mantuvo fiel a sí mismo hasta el final. Y nosotros nunca podremos agradecérselo bastante.
De Conti hemos destacado, en numerosas ocasiones, su inteligencia. Esta cualidad, por sí sola, no nos permitiría calificarle de genio. Su combinación con una gruesa veta de locura (controlada), quizá sí nos lo permita. Esta viñeta tomada del Almanaque de DDT para 1953, la
última de la página de "Apolino Tarúguez, hombre de negocios" revela en buena medida la existencia de esa incursión más allá de la frontera de la demencia. ¿O no es de orates la relación sadomasoquista que mantienen Apolino y Celedonio (quien, por cierto, en las primeras entregas, se llamaba Inocencio), a través de los años, las décadas y las diferentes revistas? Es difícil tomar caminos separados cuando se encuentra a alguien que comparte tu afición de dar y tomar estacazos.
Un almanaque genial, concebido como una obra unitaria, de forma análoga a como los Beatles (copiando, en cierto sentido, a los Beach Boys y su "Pet sounds") habían hecho con su Sgt Peppers (1967), es el de Tio Vivo para 1969. El hilo conductor que otorga unidad al tebeo es la búsqueda de su página que emprende Rompetechos desde el inico, hasta el final, cuando por fin la encuentra, sorprendiendo a un atareado Ibáñez. La irrupción del popular super-miope en los lugares má insospechados ofrece un valor añadido al conjunto. Similar fórmula fue empleada también el el Extra de Verano de Tio Vivo del año 1969, con Pepe Gotera y Otilio tomando la dirección de la revista e interviniendo inopinadamente en las historietas de sus colegas. Para paladear muestas del almanaque citado (cuya portada reproducimos aquí, una obra de Ibáñez que debió encantar a Rafael González, pues el dibujante se hartó de dibujar gente), con un rompetechos estelar, recomendamos visitar el weblog del amigo Mortadelón. Añadamos, a propósito de este
almanaque que el presumible exceso de trabajo al que estaba sometido Ibáñez debió ser lo que hizo que la página de 13, Rue del Percebe la dibujara Juan Bernet Toledano, el hermano de Jorge (como era, por otra parte, bastante habitual en aquel tiempo).
Antes de detenernos en otro tebeo, dejemos dicho que los almanaques empezaron a beneficiarse de las páginas en color a partir de finales de 1967, es decir, los confeccionados para 1968. Este momento, coincide con el que podemos considerar inicio del despegue definitivo del tebeo Bruguera, superando un periodo algo gris de estabilización, que coincide con la primera mitad de los años sesenta. Sus mejores artistas, los más consolidados y populares, están empezando su mejor momento creativo. Sin salir del almanaque de Tio Vivo, del que hemos destacado su génesis conceptual (debida a Ibáñez),encontramos que la contribución de Vázquez es cuantiosa y espléndida. Entrega una historieta de dos páginas de Alí Oli, otra especial, sobre una invasión de un alienígena, también de dos páginas: "Invasión en Villa Rebóllez" y cinco páginas más, especiales, tituladas: "Antes y después de las navidades", "Cosas de la lotería", "¿Qué piensa hacer con la paga extraordinaria...?", "Le pasan a Trinitario, problemas de millonario", y "Los inocentes. Casualmente, este hecho le devuelve a este burgomaestre su viejo antojo de comparar a Vázquez e Ibáñez con Lennon y McCartney. El reparto de sus papeles en el álbum "Sgt. Peppers" era análogo al que los dibujantes tuvieron en este almanaque. Por decirlo de manera harto injusta: uno ponía el hilo y el otro las perlas.
Un almanaque, a título de ejemplo, el de Pulgarcito para 1970
Las relaciones entre personajes se sustancian en la intervención estelar de Gordito Relleno en la historieta de Don Pío y la de Doña Urraca en la de Gordito Relleno. La primera utiliza el tópico de la soledad del personaje de Gordito y en la segunda, casualmente, el tema es el de la lotería de Navidad, como en la propia historieta de Doña Urraca (reedición de la publicada en su día, en el almanaque de la misma revista para 1958, doce añitos atrás).
Es con la década de los sesenta que la costumbre de terminar la inmensa mayoría de las historietas de los almanaques con una viñeta en la que los personajes, sentados a una bien provista mesa, desean felices fiestas a los lectores, copa en mano. Hábito que no era privativo de los personajes cómico, tan sólo, sino del que participaban igualmente los "serios", como podemos ver en la correspondiente viñeta de la historieta del Sheriff King. Sin abandonarlos totalmente, lo cierto es que los finales desastrosos que solían darse en los últimos años cuarenta y primeros de los cincuenta han pasado a ser bastante infrecuentes. En este, en concreto, todas las historietas de Escobar (Carpanta, Zipi y Zape, Plim el Magno y Petra, criada para todo) y Peñarroya (Don Pío, Gordito Relleno y Pitagorín) tienen final feliz. Especialmente conmovedora, la historieta de Carpanta relata una buena acción del hambriento personajes que renuncia a su recompensa ganada por ayudar a los Reyes Magos a repartir juguetes, cediéndola en favor de un niño al que su desalmado padre había privado de pedir a Sus Majestades, un tren eléctrico y que, al principio de la historieta, había regalado su merienda a Carpanta . Por otra parte, las historietas de Olegario (que comentamos en su día en la entrada “Haga Agapitos”) y Carioco, tienen un final neutro y sólo la de Rigoberto Picaporte es definitivamente catastrófico. Las de Mortadelo y Filemón y las de las Hermanas Gilda y la del Doctor Cataplasma (dos historietas de una página adheridas mediante una viñeta de remiendo) no están hechas para el Almanaque y proceden de alguna publicación varios años anterior (dándose, además la circunstancia harto incongruente que las Gilda discuten sobre dónde veranear, si en la playa o en la montaña, uno de los temas recurrentes de los Extras de Verano)
Manifestarse
Tanto el paupérrimo desfile de la portada de Cifré para el almanaque de Pulgarcito para 1950 (tebeo que ya fue comentado en este mismo weblog en tres entregas consecutivas, las cuales invitamos nuevamente a revisar por ser representativo de una época de la que lamentamos tener poca documentación ), como el de la portada de Peñarroya para el de la misma revista para 1967, pueden interpretarse como sendas manifestaciones, y eso en un país en el que manifestarse era propio de alborotadores, enemigos del orden y de la Patria. Las motivaciones que llevan a los habitantes de Pulgarcito a exponerse públicamente son, aparentemente, las del humor y la risa, aunque una lectura de carácter reivindicativo no es descartable. Los personajes Bruguera son, por naturaleza, muy callejeros. Su contacto con la realidad cotidiana se sustancia repetidamente en al vía pública y, en una sociedad tan reprimida como lo era la española bajo el nefasto régimen de Franco, su apropiación de la calle para desfilar por ella bajo (o detrás de) una pancarta, no deja de denotar una actitud osada. Y más acusadamente aún, en la página penúltima del Almanaque de Tio Vivo para 1970. En ella, dibujados por Josep Escobar, los personajes de la revista se manifiestan con mayor intensidad. Tanto es así, que en la ilustración podemos encontrar a los dibujantes tratando de poner en vereda a sus criaturas. Curiosamente, Escobar parece más seguro a la hora de plasmar a sus colegas que a los personajes que ellos crearon, que aparecen trazados en forma algo dubitativa. Por lo demás, este almanaque (que, recordemos, contaba con la presencia protagónica de Anacleto en su portada, que reprodujimos ya en un capítulo anterior y también en la entrada anterior: “¡Felicidades, Anacleto!” y es de las pocas dibujadas por Vázquez y la única con el agente secreto como protagonista en solitario) está marcado por el talento del creador de las Gilda, pues en él se incluye, además de la portada, una gran historieta de seis páginas de Ali Oli, con un arranque que recuerda al mundo hergeniano de Tintín: “El gran sabotaje”, y dos páginas temáticas de antología (por eso las incluimos aquí): “Del Perú a Puerto Rico, a cada cual, su villancico” y “En vez de lo que pidieron...”
Finales felices, finales terribles
Para un lector de tebeos de mi generación, finalizar las historietas navideñas con un brindis en el que los personajes felicitan las fiestas al lector parece casi obligatorio Sin embargo, como quedó patente en las entradas dedicadas en este weblog (oloquesea) al Almanaque de Pulgarcito para 1950, esa costumbre no existía en una primera etapa, y sólo se afianzó a partir de mediados de los sesenta. El carácter de perdedores que, en el fondo, atesoran casi todos los personajes originales de la editorial les vinculaba más habitualmente a finales desastrosos. En este sentido, Segura se lleva la palma con su resolución de la historieta de Rigoberto Picaporte publicada en el Almanaque de Din Dan para 1970. Superándose a sí mismo, Roberto Segura, que había dejado a sus criaturas, en otras ocasiones, abandonados a su suerte, atrapados en trampas mortales, a merced de toda clase de peligros (con osos y lobos alrededor, preferentemente), esta vez los pone a merced de una colosal explosión nuclear. ¡¡Suerte que cabalgan a lomos de una orcas malencaradas, que si no...!!
En contadas ocasiones, las historietas comienzan ya instaladas en el desastre. De hecho, el ejemplo de la historieta de "Mari Pili y Leopoldino, un matrimonio muy fino"( de Ignacio Hernández Súñer, "Íñigo", un dibujante que se inició en Sissi y Can Can -1958-, como una especie de clon del Nadal de "Matildita y Anacleto, un matrimonio completo", hasta que abandonó ese mimetismo y perfiló su propio estilo), en la que empieza por el final y da paso a un flash-back que constituye la práctica totalidad de la historieta es un recurso narrativo bastante infrecuente. Se publicó en almanaque de Din Dan para 1971. (A todo esto, ¿es un espejismo o yo he visto a Spirit marchando apoyándose en una muleta de forma muy semejante a como lo hace Leopoldino en esta viñeta?)
Una mirada a la diversión "para adultos"
Bosch Penalva ilustró innumerables portadas para Bruguera, publicadas tanto en la revista Can Can, como por ejemplo, pra los libros de la colección Historias Selección. En el terreno de la historieta, realizó las serie del héroe justiciero, Silver Roy y siempre se distinguió por un estilo elegante de gratísima plasticidad. Este almanque de Cna Can para el año 1959 representaba el nivel máximo de frívola modernidad al que podía aspirarse en España por aquel entonces. Tres mujeres jóvenes, guapas e independientes ocupadas en unas actividades tan propias de la vida disipada como las de esquiar, fumar y beber martinis, constituían una especie de desafío al gris erial de los años de la posguerra. En la contraportada, Vázquez dibujaba a un matrimonio medio español en contraposición con la rutilante estrella gala de la pantalla, la mítica Brigitte Bardot. El contraste es brutal y el grado de atrevimiento de Manolo Vázquez, insinuando que a un español le era dado preferir la exuberancia de la francesa a su bigotuda santa esposa no podía aspirar a alcanzar mayor altura. En la portada del almanaque de DDT para el mismo año, Vázquez empleaba parecido procedimiento, haciendo coincidir un mundo fantástico (paradójicamente representado por una fotografía, presuntamente, más exacta que el dibujo) con el mundo real. El primer mundo lo sintetizaba una jovencita mona y algo mema en esteriotipada pose, el segundo, el real, una rústica pareja "made in Vázquez".
Del contenido del almanaque del Can Can para 1959, cabe comentar que el material que lo componía fue aprovechado en años venideros, como por ejemplo, pasó con la página de Vázquez "¿Inocente, inocente, inocente!" o con algún otro elemento que veremos en el capítulo siguiente.
El arte reciclado
Hasta el año 1964, aproximadamente, la labor de los dibujantes se correspondía con bastante fidelidad a lo que Bruguera editaba. Es decir, que, con la salvedad de algunas maniobras indecoros (como el uso de plantillas viejas para confeccionar historietas nuevas, práctica de resultados especialmente detestables en los “tebeos serios”, como Capitán Trueno), el esfuerzo de los artistas se traducía en una determinada cantidad de material, coincidente con lo editado. A partir de ese momento (que fijamos “grosso modo”), lo que se publicaba superaba con creces lo que los creadores eran capaces de dar a la edición. Esta realidad quedaba especialmente patente en los Almanques que, precisamente, por sus mayores dimensiones, exigían más cantidad de material. Los mismo dibujantes que entregaban sus planchas para las citas semanales con el lector, debían hacer el sobreesfuerzo de entregar historietas extra (y, generalmente, más largas) para los distintos almanaques. Escobar hacía patente este exceso de trabajo en la página que llevaba por título "Y pasaron los Reyes Magos", publicada en el almanaque del DDT para 1960,cuya viñeta final se puede ver aquí al lado.
Lamentablemente, el paso de los años hacía cada vez más evidente el lamentable cajón de sastre en el que se iban convirtiendo los tebeos Bruguera. Los ejemplos de historietas antiguas recalentadas son muy numerosos y, en ocasiones, sangrantes, como cuando se publicaron galerías de personajes de una revista (Tio Vivo) para dar inicio a un almanaque de otra (DDT), o viceveras, o como cuando se aprovechaba una cabecera de una página de chistes de Ibáñez en la que se despedía el año 1957 (del almanaque de Can Can para 1958) para despedir al año 1970, trece años después, por el sencillo procedimiento de cambiar la fecha escrita en la piel del bombo de una batería. O como cuando se aprovechaba una ilustración (también de Ibáñez, por su popularidad, el más refrito) llamada "Traje especial para leer este número", tomada de un especial de DDT ("¡Brrrr! ¡Qué frio!") de 1961, para abrir el Almanaque de Pulgarcito para 1973. Quedaban lejos los tiempos en que se dibujaban páginas de apertura esplendentes y flamantes. Era más práctico tirar de archivo y poner "cualquier cosa". Las incongruencias, llevaban, a veces, al extremo de aprovechar una página de un Extra de Verano para un almanaque, como es el caso de la página de Raf "Antes de seguir adelante, refrigérate un instante", que apareció en el almanaque de Pulgarcito para 1970 cuando, originalmente, su publicación se había producido en el Extra de Verano del DDT de 1959. Eso sí, tanto la plancha de Raf, como la anteriormente comentada de Ibáñez se beneficiaron, con los setenta, de los efectos de una resultona paleta de colores.
Final
Por una vez, Vázquez dibujó mejor con la palabra que con las líneas que salían de su lápiz. Tal prodigio sucedió en el frontispicio del ejemplar almanaque de Tio Vivo para 1961, cuando escribió un rótulo que decía: "Al lector fiel". Como despedida de esta interminable entrada, quiero hacer mías esas palabras para homenajear al arrojado e imprudente que haya llegado hasta aquí, para desearle muy felices fiestas.